Las tiendas de barrio son la base más sencilla del comercio. Son el principio de las pymes, son leyenda, poesía, recuerdos de infancia y parte de la historia nacional. Allí han empezado empresas o han iniciado amores por libras hasta volverse matrimonios.
En estos pequeños negocios, que abren temprano y cierran tarde, se encuentra casi de todo, una libra de sal, una a, un sobre de aspirinas, productos de aseo, hasta agujas e hilo. En mi barrio estaba la tienda de doña Rosita, a quien decíamos doña Risita. Todos amigos de todos, que saben de los logros y las penas de los vecinos, a quién se le puede fiar y a quién no. Porque tienda que se respete tiene cuaderno de fiar, que viene de confiar. El tendero es personaje del barrio.
Pues el país tiene un nuevo tendero, nada menos que el presidente Gustavo Petro, quien tal vez en su afán de mostrarse cercano al pueblo, que es buena papa, que le sobran huevos, apareció en camisa –casi que de once varas– el 31 de diciembre detrás del mostrador de una tienda de barrio para hacer un balance de su gestión en 2024 y enviarles el mensaje de feliz y próspero año a los colombianos.
Allí el Presidente tendero, entre los logros de gobierno dijo que 1’600.000 colombianos salieron de la pobreza, e imagino que ya se les puede fiar. Que creció la economía 2,9, es decir que la tienda nacional está más surtidita. Que el desempleo cayó a 8,2, o sea que más colombianos podrán ir a mercar. Que bajó la inflación, e imagino que no se nos subieron las papas. Que entregó 400.000 hectáreas a los campesinos. Aunque dijo que creció la extorsión, y da miedo que les lleguen los bandidos a los tenderos y campesinos. Es que nada es completo en la tienda.
También nos comentó el primer tendero de la nación que hubo un pacto por el crédito con la banca tradicional, lo que se traduce en que la tienda nacional se puede reactivar. Destacó la incautación de 848 toneladas de cocaína, lo que también indica que los narcos la están produciendo como arroz en la trastienda. Habló del aumento del salarió mínimo en 161.500 pesos, lo que aumenta la posibilidad para muchos de una rodaja más de salchichón y para otros, unos puntos más de inflación.
Creo que estos escenarios para una alocución presidencial le restan un poco la majestad que debe tener la figura presidencial. Pero cada quién pela la papa a su modo.
Se le abona su sencillez, como le dijo un billete de 100.000 a uno de 2.000, pero con todo lo cercano al pueblo, y el año de campaña política, creo que estos escenarios para una alocución presidencial de fin de año le restan un poco la majestad que debe tener la figura presidencial. Pero cada quién pela la papa a su modo.
Imagina uno al Presidente en su papel de tendero, bayetilla al hombro, visitado por una niña que le dice: –Buenas, don Gustavo, le manda decir mi mamá que si le fía dos as y una libra de chocolate”. –¿Y no le alcanza con el nuevo mínimo?, le responde. –Es que ella dice que está ahorrando para la matrícula de mi hermano, porque ahora el Icetex no le va a prestar.
U otro menor, que llega corriendo: –Buenas, don Gustavo, que si le manda a mi papá una bolsa de leche, una libra de pasta y cinco huevos. –Pero estamos a principio de quincena... –Es que mi papito tuvo que comprar unos medicamentos para mi abuelito porque no se los han dado en la EPS, dizque no la hay.
Imagina uno a Petro, el tendero, escuchando hablar a los vecinos, mientras limpia el mostrador. Por ejemplo, que Rogelio, el del segundo piso de donde doña Julia, anda achantado porque no tendrá su Casa Ya, pues el Gobierno de Petro el presidente suspendió los subsidios.
A nuestro tendero le quedan 18 meses tras el mostrador nacional. Él debe saber de las fortalezas y penurias del barrio y escuchar y atender a todos por igual, no según simpatías o intereses, ni dividir a la clientela. Y estar ahí de sol a sol, en buen tono. Porque “el que tenga tienda, que atienda, o si no que la venda”.