Nunca creí en la eficacia de esos controles. Si lo fueran, no tendríamos a tantos niños inútiles idiotizados actuando como autómatas. Los ve uno en restaurantes, calles, colegios y en las casas. La generación de bobos. A los colegios también les quedó grande implementarlos, puesto que los estudiantes hacen lo que les da la gana en el iPad –esa reciente prohibición de los celulares en las escuelas es un lindo canto a la bandera–.
“Estás equivocado, Diego. Habla con los expertos. Los controles sí sirven. Solo hay que ponerlos”, me decían una y otra vez. El tiempo me dio la razón. O más que el tiempo, ‘The Wall Street Journal’, en particular la aguda Joanna Stern.
“El iPad de mi hijo está configurado para restringirle el a casi todas las páginas web. No obstante, pude acceder a las partes más oscuras del internet. Porno, imágenes violentas y drogas ilícitas. ¿Y los controles parentales de Apple? Inútiles”, escribió Stern.
Pero esto no es una observación aislada. Varios padres de familia comparten la inutilidad de los controles. El niño que quiera esquivarlos, con un poco de investigación lo logra. Y más cuando una de las empresas que desarrolla la herramienta parental no hace nada al respecto.
Apple dejó correr durante años –desde 2021 está reportado– un error que permitía a los niños eludir los controles y navegar lo que quisieran sin control de tiempo.
Seguramente existen controles que sí sirvan, pero son tantos que uno no sabe cuál usar. La red está llena de recomendaciones de los 10 mejores, pero muchos de ellos pagan por posicionarse ahí. Los niños son vistos por las redes y empresas como Apple como otro potencial cliente más, sujetos que deben ser exprimidos hasta el último centavo. Solo si las empresas son expuestas ante el público general, hacen algo. (Mirar el caso de Apple, expuesta por el WSJ).
Lo cierto es que ningún país ha podido dar con la tecla que proteja a los menores. Los papás no ayudan, los colegios tampoco, las empresas menos, los fabricantes de aparatos no lo tienen como prioridad y los gobiernos tienen otro tipo de urgencias; no ven rédito político en hacer algo serio al respecto.
No sé por qué nos cuesta tanto ver los riesgos a los que están expuestos nuestros hijos en digital, por qué se nos dificulta observar su comportamiento. No es normal la manera en la que están creciendo. Poco ayudamos los papás a quienes nos ha succionado el celular, pero el llamado a hacer algo debería ser urgente, al menos para trazar una hoja de ruta que nos permita saber que estamos tratando de hacer algo.
Ahora que Colombia vive un debate permanente sobre qué tan intervencionista debe ser el Estado en la vida de sus ciudadanos, este debería jugar un papel preponderante en construir un marco claro de protección a nuestros menores en el uso del celular y demás. La prohibición no es la salida, tal y como me lo explica mi hija, así como tampoco lo son los controles parentales.
Toca seguir aprendiendo, pero no podemos eximirnos y dejar que nuestros hijos se consuman por horas ilimitadas en la pantalla. La primera propuesta que se me ocurre: salgan a caminar por la calle con ellos para charlar, para hablar. Sin celulares en mano.
DIEGO SANTOS
Analista digital
En X: @DiegoASantos