El pasado 28 de septiembre, un grupo de estudiantes de la Universidad Tecnológica del Chocó Diego Luis Córdoba salió de Quibdó hacia Bucaramanga para participar en el concurso de semilleros que todos los años organiza el Instituto Colombiano de Derecho Procesal. Ese concurso se desarrolla en el marco del congreso anual del instituto y es la obra más importante de Jairo Parra Quijano, quien les repite a los jóvenes que no pueden fracasar, que tienen la obligación de triunfar y que el país depende de ellos.
En el concurso participan universidades de todo el mundo. Los estudiantes deben preparar varios temas en un grupo coordinado por un profesor de derecho procesal. Trabajan todo el año para hacer una exposición oral de diez minutos. La universidad ganadora se escoge en la clausura, en la que los finalistas deben hablar ante un público de 3.000 personas, los ponentes del congreso, los presidentes de las cortes, la ministra de Justicia y la plana mayor del derecho procesal, que participan en este acto. Vienen al concurso de derecho más importante del país, en el congreso de derecho procesal más grande del mundo.
A eso venían los semilleros del Chocó: un grupo de muchachos y muchachas entusiasmados y felices porque, además, este año todos eran invitados de honor del Instituto. Traían varias ponencias: una sobre la solución de los conflictos desde las comunidades, en una aproximación ancestral; y otra sobre 'La inteligencia artificial como herramienta anticorrupción en la contratación pública en Colombia'. Esas eran las ideas que venían a exponer en el congreso.
Los semilleros persistieron, no se amilanaron, no se dejaron vencer.
Nuestros semilleros pararon a comer en el camino y un grupo de hombres armados, sin razón, justificación ni explicación alguna, llegaron disparando al sitio en donde habían estacionado. Quemaron el bus con gasolina, cuando todavía había dos estudiantes adentro que milagrosamente se salvaron rompiendo una ventana y saltando a la carretera. No les dejaron sacar sus pertenencias. A los agresores no les importó rociarles combustible en las piernas a dos niñas; no les importó quemar todas sus cosas; no les importó matarles el sueño a estos muchachos que lo único que estaban haciendo era seguir creyendo que todo tiene que cambiar.
No sabían estos violentos ante quién estaban. Los semilleros persistieron, no se amilanaron, no se dejaron vencer. Las directivas del Instituto, sus , los participantes en el congreso y los santandereanos, con la fundación que dirige la esposa del gobernador, se apersonaron de la situación y les dieron todo el apoyo para que su sueño no se frustrara. Para que pudieran participar durante toda la semana en el congreso y escuchar las conferencias de 150 ponentes nacionales y 20 ponentes extranjeros que se dictaron durante toda la semana, para que pudieran presentar orgullosamente sus ponencias. Para confirmar que los violentos son los menos, que los colombianos somos más y que, sin importar lo que pase, con su alegría y su fuerza, construiremos algún día el país al que particularmente ellos tienen derecho.
El viernes tuvimos a todos los semilleros del Chocó en el acto de clausura del congreso. Estrenando pinta y con el alma llena de la solidaridad de todos, que les permitió recuperar la alegría y la esperanza con las que venían. Estuvieron todos en la tarima recibiendo los agradecimientos, reconocimientos y las felicitaciones de todos los asistentes. El Instituto los premió con un computador portátil a cada uno y los convocó para el congreso del próximo año en Medellín. En medio de la emoción o conmoción en la que todos estábamos, con el auditorio de pie que no cesaba de aplaudir, la estudiante chocoana Gisney Andrea Molano González tomó la palabra: erguida, seria, tranquila, sin que le temblara la voz, pasó al micrófono para hablar en representación de todos y nos dijo:
"De parte de todos los chocoanos y mis compañeros que sufrimos un pequeño percance el pasado 28 de septiembre en las horas de la noche, nos dirigimos ante ustedes con la mano en el corazón para agradecer enormemente por todos los esfuerzos que sabemos que hicieron para lograr que nosotros hoy estuviéramos aquí. No fue nada fácil para nosotros de un momento a otro perder nuestras cosas, celulares, computadores y muchas otras cosas más, que, más que un valor económico, tenían un valor emocional invaluable. Pero, aun así, como grupo, como equipo de semilleros, nos sentamos, lo pensamos y dijimos no. Si nos vamos, quizá seamos noticia hoy, pero el día de mañana no se escuchará más este tema. El tema de conflicto y violencia se ha desplazado en departamentos, municipios y en todo el territorio colombiano, pero aun así, dijimos que debíamos levantarnos y traer una voz de resistencia. A pesar de nuestras carencias, de nuestras dificultades como chocoanos, queremos decir, con toda la felicidad del mundo, que la educación es el único camino para nosotros. Como estudiantes, queremos demostrar que nuestro departamento está lleno de capacidad, de inteligencia y de personas que día a día se levantan luchando para salir de allá y volver y llevar lo mejor, porque eso es lo que queremos: que nuestro departamento progrese y demostrar que somos estudiantes, que todos podemos. Les doy un mensaje a mis compañeros, que no se dejen llevar por las dificultades, que son tropiezos en el camino, que son dificultades que en algún momento serán recuerdos. Espero y aspiro que no sea una situación que se vuelva a presentar. Pero desde aquí estamos mandando un mensaje de resistencia de parte de todos los chocoanos".
*Magistrado del Consejo de Estado