Muy opinadora la peluquería señorera ayer. La caleña Sarita Naranjo alertó: "Este pifiado gobierno no le teme al 'oso peludo'; lo comprobó al querer repartir condecoraciones a los magistrados, como no hubo reparto, el asunto dejó un amargo sabor".
El trono del 'oso peludo' del año se lo está ganando la peruana Carmenza Rosa Villa, directiva de la ONU en Colombia quien, desde el Comité prodefensa de los desaparecidos, no atajó o permitió el novelón de los 20.000 restos de 'desaparecidos' en Bogotá en un hangar de aviones. Ese es otro autogol que se hace la ONU en Colombia, y con eso golpearon la imagen internacional del país.
Un antipático 'oso peludo' sucedió en Montevideo el pasado viernes. Un influyente varón del petrismo ordenó llevar una bandera del M-19 para decorar el abrazo del histórico José Mujica con el presidente Petro. La llevaron, intentaron lucirla pero hubo un imprevisto; al señor Mujica, de 91 años, lo atacó una urgencia urinaria y en su afán palideció, hecho que asustó a Laura Sarabia y al presidente Petro. Aprendamos, no más banderas del M-19 para personajes extranjeros y nos evitamos esas casi cómicas jarteras. Punto.
Maduro hoy es un paria que contagia mala suerte y Petro ya tiene bastante.
Pregunta en suspenso: ¿debe ir Petro a Caracas a la posesión de Nicolás Maduro? No, nunca; haríamos otro 'oso peludo’, porque irán pocos demócratas. Maduro hoy es un paria que contagia mala suerte y Petro ya tiene bastante. La tiene desde que contrató a Olmedo López y Sneyder Pinilla, los pillos de la UNGRD, que mucho han ensuciado a este gobierno.
En Caracas apuestan que Petro irá a la posesión de Nicolás Maduro. Su íntimo amigo Gustavo Petro desea acompañarlo, pero se haría penoso autogol al abrazarlo el 10 de enero, pues millones de colombianos rechazan al malevo Maduro. Lo mejor para el cómico Maduro es irse a Moscú, allá acompañaría al fugitivo de Siria, Al Asad, hoy derrocado por su valiente pueblo. Punto.
Tenemos navidades ruidosas y para colmos con miles de motocicletas repartiendo más ruido, además de la odiosa pólvora, el terror de las clínicas y los ancianos. Por eso, para millones de gentes en Colombia, la Navidad no pueden llamarla 'feliz' porque es afanosa, llena de ruido, costosa y nerviosa.
Los pudientes, los de confortable economía, deben repartirles mercados a los niños, mujeres y ancianos olvidados del capitalismo. Repartan algo, sean sensatos, no les dejen tanta herencia a los yernos.