El 4 de octubre, la Oficina del Economista Jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial publicó su informe semestral. Este es un informe periódico a través del cual el Banco le da una mirada cuidadosa a la evolución de la región en múltiples frentes, dedicando siempre un segundo capítulo a un tema específico, de interés para la región, que usualmente le da su nombre al informe. Esta vez, el informe ‘Conectados: tecnologías digitales para la inclusión y el crecimiento’ en su segundo capítulo examina el rol que puede jugar la ampliación de la conectividad digital, combinada con políticas complementarias, en la creación de sociedades más dinámicas e inclusivas.
El informe estima que el PIB regional crecerá un 2 % en 2023, ligeramente por encima del 1,4 % proyectado antes, pero aún por debajo del resto del mundo. Para 2024 y 2025 se esperan tasas del 2,3 y 2,6 %. Cuando las economías no crecen, la posibilidad de extender oportunidades de la misma calidad a toda la ciudadanía se ven limitadas. Un buen sistema de educación pública, un sistema de salud que funcione, infraestructura adecuada de transporte y servicios públicos, presencia del Estado en todos los rincones del territorio. Todas son cosas que requieren una capacidad de gasto de los gobiernos que depende de que la actividad productiva crezca a un buen ritmo. Las tasas de crecimiento que proyecta el Banco, similares a las de la década de 2010, son insuficientes para permitir una verdadera transformación de nuestras sociedades y eliminar la pobreza.
El contexto global sigue siendo adverso, marcado por altas tasas de interés y bajo crecimiento en las economías avanzadas, y los gobiernos de la región siguen operando con altos niveles de deuda. Esto limita su capacidad de complementar los ingresos tributarios con financiamiento de otras fuentes: cuando uno está muy endeudado, es difícil encontrar que alguien le preste. La única salida para los países de la región es enfocarse en crear las condiciones para que la actividad económica prospere de manera sostenida.
Los países de la región deben enfocarse en crear las condiciones para que la actividad económica prospere de manera sostenida.
Aunque la conectividad digital no es una fórmula mágica para el crecimiento, puede servir para estimular nuevos sectores y empleos, ofrecer nuevas áreas de comercio y aumentar la eficiencia, y la calidad de los servicios del Gobierno, desde la educación hasta la extensión agrícola en zonas rurales remotas.
El a internet móvil está muy extendido, pero aún no llega a toda la población; 45 millones de personas de la región habitan en lugares donde el servicio no llega. Aproximadamente ocho de cada diez hogares tienen a internet en su vivienda en las zonas urbanas, pero la proporción en las zonas rurales es de solo cuatro por cada diez, y más de la mitad de los hogares con algún tipo de conexión a internet se quejan de la baja calidad del servicio. Cuatro de cada diez hogares habitan en áreas con cobertura de internet, pero no se conectan por el alto costo del servicio o porque no reconocen su utilidad.
Evidentemente se requiere una combinación de innovaciones tecnológicas e institucionales para facilitar el y un esfuerzo por ampliar las habilidades digitales de la población. El por sí solo no es suficiente. Las personas necesitan contar con herramientas y capacidades para aprovechar las oportunidades de la economía digital. Sin las inversiones complementarias necesarias para hacer realidad la promesa de las tecnologías digitales para todos, la desigualdad se puede exacerbar.
Estos son, en un brochazo, los mensajes principales de un informe que resulta del trabajo de un equipo dedicado a pensar y entender la problemática de la región y que les recomiendo. Lamentablemente han quedado desdibujados en algunos casos por los medios, con interpretaciones ad hoc que intentan a la fuerza relacionarlos con la problemática local. Vale la pena también para entender cómo se ve el país en clave regional.
MARCELA MELÉNDEZ