Las conmemoraciones por los diez años del TLC con Estados Unidos nos han corroborado la certeza de que contar con esta extraordinaria herramienta institucional nos ha permitido estrechar las relaciones con la mayor potencia del mundo y abrir un amplio abanico de oportunidades que hoy aparecen en medio de dos coyunturas de extraordinaria relevancia: el interés de Estados Unidos de diversificar las relaciones bilaterales y la posibilidad de que el próximo Gobierno de Colombia opte por el proteccionismo y cometa el error histórico de deshacer el acuerdo comercial que apenas va a mostrar sus mejores frutos.
Más allá de los altos y bajos de todo proceso, el solo hecho de que en esta década las exportaciones colombianas a Estados Unidos en sectores diferentes al petróleo y las piedras preciosas pasaron de US$ 3.489,6 millones en 2012, a US$ 5.258,2 millones en 2021 –lo cual significa un crecimiento de 51 %– es una muestra de ello.
En ese mismo lapso, el número de nuevas empresas colombianas exportadoras a los Estados Unidos creció un 15 % y los productos colombianos hoy están presentes en todos los estados de Estados Unidos.
En materia regulatoria y arancelaria también se han logrado notables avances. En la actualidad 101 productos agrícolas colombianos gozan de isibilidad en materia fitosanitaria en Estados Unidos y de 5.500 productos con arancel 0 bajo el ATPDEA, pasamos a tener 11.497 artículos con ese beneficio; incluidos los 997 productos desgravados este año.
El contexto político y económico del mundo nos obliga a reflexionar sobre la manera en que debe evolucionar la relación entre Colombia y Estados Unidos hacia el futuro.
Hoy en día, la relación comercial de Colombia con los Estados Unidos no se limita a los productos tradicionales de café, flores y petróleo; ahora tenemos empresas de otros sectores compitiendo con muchísimo éxito en ese mercado: desde partes e insumos de la industria aérea o espacial, autopartes, metales y sus manufacturas, o maquinaria eléctrica, hasta animales y productos derivados, pescados, azúcares y confites, alimentos procesados, bebidas y tabaco, plásticos y vegetales, entre otros.
Pero no todo es comercio. En materia de inversión extranjera y turismo tenemos también cifras muy positivas. Las más de 450 empresas estadounidenses instaladas en Colombia generan más de 107.000 empleos directos e indirectos formales. Y los turistas estadounidenses aumentaron 114,5 % entre 2012 y 2019.
Lo que se ha logrado en estos 10 años, sin duda, es digno de resaltar. No obstante, no podemos perder de vista que el mundo no es hoy el mismo que hace 10 años. El contexto político y económico del mundo nos obliga a reflexionar sobre la manera en que debe evolucionar la relación entre Colombia y Estados Unidos hacia el futuro. Frente a la coyuntura mundial, con tensiones comerciales con China y un conflicto bélico de imprevisibles consecuencias en Europa, los estadounidenses han priorizado repotenciar las posibilidades dentro del vecindario americano.
Una iniciativa reciente es el proyecto de ley de Alianza Estratégica que cursa en el Congreso estadounidense y que propone, por primera vez, una iniciativa con énfasis en desarrollo social y económico del país e incluye inversiones tecnológicas, el fortalecimiento de las cadenas de valor, además de impulsar la implementación del Acuerdo de Paz, la defensa de los derechos laborales y la protección a líderes sociales.
Tenemos por delante mucho camino que recorrer, los astros están alineados, es el momento de intensificar la exploración, los acercamientos y el conocimiento en la búsqueda de mayores oportunidades, que haya mucho trabajo local y voluntad política, y pensar más en aprovechar lo que tenemos y lo que viene que echar para atrás y hacer pedazos diez años de esfuerzos y un futuro promisorio.
MARÍA CLAUDIA LACOUTURE