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Más realismo, menos coherencia

La tal “coherencia” de Petro también le ha fallado en su Paz Total.

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Muchos se despelucan de la emoción mientras exclaman: ¡Caramba, qué hombre tan coherente que es Petro! Todo lo que prometió en campaña lo está cumpliendo...
Esa afirmación no es cierta. Pero si así fuera, no es para felicitarlo. Es normal que un candidato presidencial, a la caza de votos, prometa a la gente soluciones para todo, creando ilusión en las masas. Pero cuando ya se llega al poder, la realidad pesa más: hay que acomodarse a la materia prima, con la que hay que trabajar.
Eso les pasa a todos los candidatos. Con la notable excepción de Adolfo Hitler, que cumplió con el 100 por ciento de sus promesas de campaña, por aterrador que hoy suene. Prometió que iba a aniquilar al pueblo judío; que iba a agrandar el territorio alemán conquistando tierras en el este; que acabaría con los partidos y los sindicatos; que terminaría con la libertad de prensa. Y todo eso lo cumplió.
La regla general del resto de candidatos es que, ya de presidentes, tienen que comenzar a lidiar con lo que es viable o no de sus promesas. Tratar de hacer lo que no es viable solo por parecer coherente no hace a un candidato un buen presidente. Y eso, en gran parte, indica lo que le ha pasado al presidente Petro. Que sus propuestas de campaña no cuajan porque en casi todas se le está atravesando la realidad.
Pensó, por ejemplo, que si ofrecía mejor salud, los colombianos le iban a rapar la mano. Ya en el poder se encontró, con sorpresa, con que la labor de las EPS la agradecían más los colombianos de lo que él imaginaba. Porque aterrizando su propuesta de campaña de acabarlas, los colombianos entraron en entendible pánico de que su salud quede en manos del Estado. Hasta los médicos hicieron un llamado razonable a que los vacíos que ellos encuentran en los anuncios de una reforma que aún no se logra presentar merecen un análisis más profundo, que no esté cautivado por un ánimo panfletario e ideológico como el de que “las EPS no curan, facturan”. Que son ladronas y solo se ocupan de manejar plata ajena. La ministra vetó el diálogo con el gremio de las EPS, pero cuando no solo las encuestas resaltaron su popularidad, sino que la posibilidad política del proyecto de reforma de la salud en el Congreso comenzó a nublarse, el presidente Petro y la plana mayor de sus ministros se sentaron a dialogar con ellas, y encontraron un ánimo superconstructivo para hacer algunas de las reformas; y por fin hubo, del lado del Presidente, el anuncio que no pudo hacer como candidato: las EPS no se acabarán, porque reconoce su preparación en 30 años de experiencia. ¿No era más fácil empezar por ahí? Pero con una ministra de Salud activista, esto no era posible. Me dicen que ella anda furiosa, porque parece políticamente derrotada con el anuncio presidencial. Por lo que hay que estar muy pendientes del articulado del proyecto que, algún día, se presentará en el Congreso. Aún pueden venir sorpresas que hagan la supervivencia de las EPS inviable...
La tal “coherencia” de Petro también le ha fallado en su Paz Total. Una sonora propuesta de campaña que, en la práctica, ya sobre la realidad, ha puesto al Presidente en contradicciones que en el pasado él habría estigmatizado, como la de negociar con narcotraficantes o crearles normas sastre. Petro dice que eso no lo hará. Su ministro de Justicia, Osuna, dice que tampoco. Pero en la práctica lo están haciendo, como ofrecer un máximo de 8 años de cárcel si los capos desmantelan sus bandas y entregan sus fortunas, eso sí, con la autorización de quedarse con un 10 por ciento de su monto. No les va a ir tan bien como a las Farc con el canciller Álvaro Leyva, que les alcanzó a montar un esquema para que lavaran para ellas el 70 por ciento de su botín de guerra y no entregaran a las víctimas sino el 30 por ciento.
Hechos como el patrullaje de las disidencias por municipios en pleno ejercicio de un cese al fuego que hoy el Presidente dice que preferiría llamar “cese de hostilidades”; o sus visitas a los colegios a llevar regalos y hacer rondas infantiles, armados hasta los dientes; o el secuestro de los fiscales de Tarazá por parte del ‘clan del Golfo’, que obligó al Fiscal a cerrar la sede en dicho municipio; o la liberación del ‘gatico’, indican que la tal coherencia de Petro se vuelve incoherente, aplicada en la realidad.
En el trasfondo, existe el grave temor de que las fuerzas del orden estén inactivas. En la cumbre del jueves en la Fiscalía se les preguntó a ministro de Defensa y comandantes, más o menos, que en qué estaban. Respondieron que en “operaciones militares no ofensivas”. Cuando se les pidió que explicaran eso qué significaba, respondieron: Evitar que nos disparen.
Por eso yo prefiero a un presidente menos coherente con sus promesas de candidato. A uno más honesto con las realidades que encontró. Y más responsable con la viabilidad que con la deidad.
MARÍA ISABEL RUEDA

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