Cualquiera que desee entrar a fondo en lo que se juega Venezuela en las elecciones de este domingo debería leer el libro ‘Nos quieren muertos’, del escritor español Javier Moro, una novela histórica que narra la lucha de Leopoldo López contra el régimen chavista y cuenta con desgarrador detalle los sucesos que dieron al traste con el sistema político del país hermano y lo convirtieron en una dictadura.
La obra muestra cómo la democracia venezolana le dio la oportunidad a Chávez de alcanzar la presidencia en 1999, luego de jurar que no era comunista, que Cuba era una dictadura y que no habría expropiaciones. Pero ya en el gobierno, como suele ocurrir con la izquierda latinoamericana, mostró su verdadero rostro, encaminó a Venezuela por el sendero del socialismo, apeló al “poder constituyente” para modificar la carta magna, disolvió el Congreso, se tomó los poderes públicos y se perpetuó en el poder hasta su muerte, en el 2013, momento en el que designó como sucesor vitalicio a Nicolás Maduro.
Gracias a la convocatoria que logró desde la presidencia del partido Voluntad Popular, en el 2014 López ya era el líder de la oposición venezolana. Para ese momento había recorrido todo su país, alentando la resistencia, con gran coraje. El libro recuerda, por ejemplo, que en el estado Apure, en la frontera con Colombia, Leopoldo López derribó las estatuas levantadas en homenaje a ‘Tirofijo’ e invitó a la población a liberarse frente a la intimidación fariana.
En estos tiempos la dictadura venezolana había dejado un destello de corrupción que drenó la moral nacional y destruyó su principal activo: PDVSA.
En estos tiempos la dictadura venezolana había dejado un destello de corrupción que drenó la moral nacional y destruyó su principal activo: PDVSA. Fue la época en que surgió el denominado “cartel de los soles”, cuya empresa delictiva consistía en el tráfico de cocaína, lo que dio lugar a que en el año 2020 la justicia americana imputara por narcotráfico a Maduro, a varios generales venezolanos y a los principales comandantes de las Farc desmovilizados.
En medio del desempleo, de la carencia de salud, de la inflación más alta del mundo, de la escasez de productos básicos en los anaqueles de las tiendas y supermercados y de la restricción a las libertades ciudadanas, durante el primer gobierno de Maduro, López logró hacer de las marchas cívicas la mayor expresión de repudio a la dictadura.
Para truncar las movilizaciones y la esperanza que representaba López, el chavismo lo convirtió en un preso político. Todo lector tiene que llenarse de indignación al constatar lo que ocurre cuando las libertades pueden cercenarse de un tajo, por parte de un régimen que logra cooptar la justicia y convertirla en un apéndice de la tiranía. Aunque López era un pacifista, en las revueltas del 2014, en las que se produjeron varias muertes con balas oficiales, el Gobierno lo acusó de haber instigado la violencia y le dictó orden de captura. Tan grotesca fue la situación que, al entregarse en el Palacio de Justicia, aún no había un expediente en su contra, pero se lo fabricaron en cinco minutos. Del juicio, ni hablar. La jueza Susana Barreiros lo condenó a cerca de 14 años de prisión. En recompensa a su leal servicio a la revolución, fue designada defensora pública.
Los años que siguieron estuvieron marcados por una lucha que lideró una mujer ejemplar, su esposa Lilian Tintori, para organizar un movimiento global que impidiera que Leopoldo López se pudriera entre mazmorras, donde no veía la luz del día, pero desde donde nunca claudicó. Gracias a la presión de los organismos internacionales y a la comunidad de derechos humanos, obtuvo el beneficio de la casa por cárcel y posteriormente fue liberado, teniendo que exiliarse en España en el 2020.
En esa celebración estará presente el alma solidaria de los colombianos, frente a una generación que llegó a afirmar: “¡nos quieren muertos!”.
Ojalá al cierre de esta jornada electoral, Leopoldo López y su esposa, Lilian, junto con María Corina Machado, Juan Guaidó y Antonio Ledezma, entre tantos otros, puedan ver la emancipación de Venezuela. En esa celebración estará presente el alma solidaria de los colombianos, frente a una generación que llegó a afirmar: “¡nos quieren muertos!”.
Taponazo. Desde la Fiscalía se acusa que la corrupción se engendró en la Casa de Nariño.
NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ NEIRA