Una película de 1944 capta el momento en que Henri Matisse pintaba su retrato. Pierre Bonnard lo había hecho antes. Y hay un óleo sobre lienzo de Alberto Giacometti, fechado en 1961.
Tres famosos artistas ocupados en una mujer extraordinaria: Marguerite Maeght (1909-1977). Los ataba a todos otra figura extraordinaria, Aimé Maeght (1906-1981), con quien Marguerite se había casado en 1928. Ambos se convirtieron pronto en grandes patrones del arte, cuya dedicación desembocó en el establecimiento de la Fundación Maeght en julio de 1964.
Hoy es uno de los más importantes museos de arte moderno en Francia.
Para conmemorar sus 60 años, la Fundación ha organizado una exhibición sobre la amistad de Bonnard con Matisse. No es la primera vez que se celebran los lazos entre los dos artistas –el museo Staedel de Fráncfort lo hizo en 2017–. Esta vez, sin embargo, es también una ocasión para reconocer la amistad de ambos con los Maeght.
Primero fue con Bonnard quien en 1932 se acercó a Aimé Maeght, editor gráfico reconocido en Cannes, para que imprimiera sus litografías. El acercamiento a Matisse vino más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los Maeght se refugiaron en la Riviera sa, como muchos artistas de la época, incluido Matisse.
Nacidos en la década de 1860, Bonnard y Matisse eran mucho mayores que los Maeght. Identificaron en ellos su talento para promover el arte. Ambos apoyaron con sus obras e ideas la aventura de los Maeght de abrir una galería en París donde tuvo lugar, en 1947, una exposición internacional de surrealismo que hizo historia.
La amistad entre Bonnard y Matisse es además emblemática de la creatividad colectiva alrededor de las aventuras de los Maeght, que congregaron a un impresionante número de artistas notables.
A la galería, Aimé Maeght sumó su experiencia editorial. Como lo relata su nieta Yoyo, cada exposición iba acompañada de una revista fantástica, Derrière le Miroir, que incluía litografías de los respectivos artistas (La Fondation Marguerite et Aimé Maeght, 2010).
Fue un medio que sirvió de encuentro entre escritores y artistas visuales, unos en diálogos con los otros a través de las páginas de una revista que llegó a contar 253 números en sus casi cuatro décadas de existencia. Cada edición era en sí misma una obra de arte.
De la misma generación y similar origen social, Bonnard y Matisse tuvieron mucho en común en sus largas vidas. iraban recíprocamente sus obras. Ambos quedaron cautivados por la luminosidad de la Côte d’Azur, la región del Mediterráneo francés donde establecieron residencia. Pero también se diferenciaban: en sus relaciones con la naturaleza, en la concepción de los colores, en la forma de abordar a sus modelos.
Estas y otras similitudes y diferencias son exploradas en la exhibición conmemorativa de la Fundación Maeght. La amistad entre Bonnard y Matisse es además emblemática de la creatividad colectiva alrededor de las aventuras de los Maeght, que congregaron a un impresionante número de artistas notables, como Chagall, Giacometti y Miró.
Estos últimos ocupan lugares especiales en la Fundación. Al lado del arquitecto catalán José Luis Sert, Miró contribuyó en el diseño de su sede, que además alberga más de 250 de sus obras, incluidas majestuosas esculturas y vitrales. L’homme qui marche y Les femmes de Venice son sellos de Giacometti que definen espacios dentro y fuera de la Fundación. La vie de Chagall puede ser un resumen mismo de todo su significado.
La Fundación Maeght se encuentra en una colina a un costado de St. Paul de Vence, un pueblo encantador del Medioevo donde residieron los Maeght. Y el epicentro del arte de la Riviera sa, cerca de los museos de Renoir, Chagall, Matisse, y Bonnard.
Al celebrar sus 60 años sobre Bonnard y Matisse, la Fundación Maeght le rinde homenaje a la amistad creativa.