Este año que termina lleva también consigo el fin del periodo de los actuales gobernadores y alcaldes que, en medio de la total incertidumbre y zozobra, se enfrentaron al gran desafío de guiarnos a través de la pandemia. Al mirar hacia atrás, en perspectiva, es importante expresarles a esos 1.102 alcaldes y 32 gobernadores nuestra gratitud por su valentía y su dedicación inquebrantable. Debemos reconocer y valorar sus aciertos, y hasta entender sus desaciertos, en un entorno que era nuevo, inexplorado e inexplicable para todos. Reinaba el caos, el miedo. Tuvieron dificultades, enfrentaron decisiones difíciles. ¿Qué hubiéramos hecho en sus lugares? No hoy, sino en el 2020.
Fueron muchos los aprendizajes para los equipos de trabajo del sector público: la priorización de la vida, la obligación de atender las necesidades insatisfechas, las dificultades sociales cuando las familias en informalidad no tenían cómo generar ingresos, el trabajo desde casa, la gestión de donaciones, la organización de esquemas de vacunación masiva, la entrega logística de alimentos, la prevención de la violencia intrafamiliar, toques de queda, cuarentenas, decisiones bajo presión, la gestión de la salud y la capacidad de mantener al valiente personal de salud. Y tantas otras cosas más. Cada decisión estaba rodeada de riesgos. Y ellos tuvieron el valor de dar un salto de fe y tomarlas con optimismo.
Y en esta transición del 2023 al 2024, daremos la bienvenida no solo al nuevo año, sino también a los nuevos líderes territoriales que asumirán el liderazgo local, a los gobernadores y los alcaldes que se enfrentarán a la desafiante tarea de reconstruir una sociedad que continúa frágil por la reciente crisis de salud mundial.
La pandemia dejó heridas económicas y sociales, y es nuestra responsabilidad, colectiva, asumirlas con determinación y empatía.
La pandemia dejó heridas económicas y sociales, y es nuestra responsabilidad, colectiva, asumirlas con determinación y empatía. De las crisis nacen las oportunidades si somos capaces de mirarlas con optimismo. La revitalización económica y la creación de oportunidades sociales deben ser los pilares para cimentar el camino hacia la recuperación; con la conciencia de que la situación necesita el esfuerzo de todos y no de una sola persona, que llega mágicamente a arreglar nuestros problemas. De más está decir que eso en la vida real no existe.
Será un desafío escuchar a los ciudadanos y atender sus necesidades, sus preocupaciones. En la última encuesta Invamer, los temas que más inquietan a los colombianos son la economía y el desempleo (31 %), y el orden público y la seguridad (24 %); es decir, necesitamos una estrategia integral que aborde la seguridad en todas sus formas. La seguridad física, económica y social es fundamental para el bienestar.
La implementación de una estrategia de seguridad integral (educación, empleo, formalidad, salud, seguridad y justicia) proporcionará un entorno favorable para el crecimiento y fomentará la confianza y la prosperidad a mediano y largo plazo.En este momento de transición, es oportuno expresar nuestra gratitud a los líderes que nos guiaron con valentía hasta este punto, al tiempo que miramos con esperanza hacia aquellos que asumen la responsabilidad de conducirnos hacia un futuro mejor. Con agradecimiento y anticipación, nos embarcamos juntos en el viaje de continuar la reconstrucción y sostenibilidad. Que la colaboración, la compasión, la empatía y la determinación sean nuestros faros, iluminando nuestro camino y el de quienes nos rodean hacia un año que nos permita mirar con esperanza hacia el futuro. Felices fiestas.
PATRICIA RINCÓN MAZO