Ante un terrible vaticinio que no esperábamos, la vida nos cambió. Encerrado en mi casa, en compañía de dos pacientes gaticas y mi mujer, este encierro parece no tener fin para mí y para los escasos amigos que pisaron la tercera y hasta la cuarta edad. Ahora se nos llama “los abuelitos”.
Quien mejor ha descrito la verdad que afrontamos es mi amigo Manuel Elkin Patarroyo. Conocido inmunólogo, ha estado en varios consejos de Gobierno y en una asociación de clínicas que estudian las medidas para hacerle frente a la calamidad universal provocada por el coronavirus. Finalmente, no encontró solución farmacológica alguna para enfrentar este virus. En consecuencia, solo queda el confinamiento, el mismo que ordenó el presidente Duque, así como los primeros mandatarios europeos.
La covid-19 ha dejado más muertos por día que la Segunda Guerra Mundial. Tal ha sido el caso de China, Italia, Corea del sur, Francia y España. Hoy se ha impuesto en esos países el hacinamiento total. Si no se hubiese llevado acabo tal medida, se contarían 35 millones de infectados por la pandemia.
Nunca el planeta había sido víctima de un virus como este a la vez simple y feroz. Según se cree, su origen nació en los murciélagos y se trasmitió a los camellos. El contagio se produce cuando la persona afectada por el virus tose, estornuda o deja caer gotitas de saliva al hablar. El peligro de una neumonía se revela en los síntomas como dolor de garganta, dolor de cabeza, fiebre, escalofrío, tos, secreción y goteo nasal.
En América Latina, el presidente Duque es, sin duda, quien mejor ha enfrentado la dura realidad. Fue el primero en ordenar a su país un inmediato confinamiento. La tumultuosa Bogotá, habitualmente repleta de carros y motocicletas, ahora es una ciudad vacía. Solo se escuchan las ambulancias y algunos que otros buses que apenas llevan uno o dos pasajeros.
A Duque, desde el primer momento, le preocupa la gente de bajos recursos. En favor de ellos ha dictado una serie de medidas de carácter social y económico. Para la salud, garantiza la adquisición de equipos médicos y mayor liquidez para la red hospitalaria a fin de contar con sus servicios: una partida de seis billones de pesos. Adicionalmente, hay un giro suplementario para las llamadas familias en acción. También se aprobó la reconexión de servicios de agua para un millón de beneficiarios a quienes se les había retirado por falta de pago.
Así como 105.000 jóvenes de escasos recursos reciben ayuda, cerca de un millón de abuelitos, como se les llama a los mayores de la tercera edad, van a recibir un giro de 240.000 pesos mientras dura la cuarentena. Al mismo tiempo, el Gobierno decretó una rebaja en los combustibles.
¿Cuál es nuestro futuro? Nadie puede asegurarlo, a menos que en Estados Unidos encuentren la vacuna que pueda acabar con el coronavirus. Hasta ahora no se dispone de un tratamiento específico para combatir la infección. Por el momento, se recomienda lavarse las manos cada dos horas.
Nada volverá a ser igual. La incertidumbre no solo reina entre nosotros, sino en todo el mundo. El dólar está más caro que nunca. ¿Qué va a pasar con los vendedores ambulantes que viven del día a día? Todos tenemos la ilusión de que se termine la enfermedad del coronavirus gracias a la cuarentena. ¿Y si no es así? ¿Tendríamos que afrontar otro encierro? De todos modos, hay mucho temor de que además del desempleo haya empresarios que no puedan sostener sus nóminas actuales. La violencia aumentará inevitablemente. En fin, por primera vez la pandemia abarca todas las escalas sociales del planeta.
Plinio Apuleyo Mendoza