Las perspectivas de un "golpe dictatorial" u "otra guerra civil" parecerían ser pan de cada día. No en un país latinoamericano, pero en Estados Unidos.
Esa es la impresión que a veces dejan mis lecturas de prensa. Y no de los titulares de la prensa amarilla, sino de sesudos artículos en revistas literarias –en sus reseñas de libros escritos por afamados intelectuales y académicos–.
Las referencias al "golpe dictatorial" y a la "otra guerra civil" cierran una reseña escrita por el profesor Colin Kidd, de la Universidad de St. Andrew’s, en Escocia, sobre un libro que examina la posibilidad de un robo de las próximas elecciones estadounidenses, publicada en el London Review of Books, LRB (Lawrence Lessig y Matthew Seligman, How to Steal a Presidential Election).
Establecida en 1979, LRB es una de tantas revistas literarias británicas, que se distingue por la mayor longitud de sus ensayos. De más vieja data es el Times Literary Supplement (TLS), fundado a comienzos del siglo XX. Semanarios como The New Statesman y The Spectator mantienen extensas secciones con reseñas de libros. Y los principales diarios internacionales, en Estados Unidos, Francia o el Reino Unido, dedican un buen número de páginas de sus ediciones de fines de semana a la reseña de libros.
Existen, claro está, volúmenes y volúmenes de revistas académicas ocupadas en reseñar libros. Lo que caracteriza el tipo de publicaciones identificadas arriba es la vinculación de los libros reseñados con el debate público. Algunos de estos libros son escritos por académicos, con fines tal vez estrictamente académicos, pero su examen y difusión en las revistas de libros sirven al enriquecimiento de la discusión sobre temas de enorme relevancia para la existencia social, más allá de los claustros universitarios.
Repásese, por ejemplo, la edición más reciente del New Statesman: una reseña sobre las memorias del exministro Boris Johnson; otra dedicada a una biografía de Marie Curie, quien "transformó las percepciones de las mujeres en la ciencia", u otra más sobre el último libro de Richard Dawkins y sus nuevas consideraciones sobre la "teoría de la evolución".
En un escenario dominado por los mensajes cortos y polarizantes de las redes sociales, importa reforzar los lazos entre el mundo de los libros y el debate público, para elevar su nivel en favor de la democracia.
En mis años de estudiante universitario en Bogotá, las reseñas de libros en la prensa eran escasas, confinadas casi a los suplementos dominicales.
Carlos Lleras Restrepo les abrió algún espacio en su revista Nueva Frontera. Darío Jaramillo Agudelo publicaba con regularidad una revista de libros, escrita casi toda (si no toda) por él. Al integrarse a la subgerencia cultural del Banco de la República, promovió la sustanciosa sección de reseñas del Boletín Cultural y Bibliográfico, quizás hoy la fuente más completa para seguir los desarrollos del libro en Colombia.
Desde la lejanía, sin embargo, no es fácil encontrar en el país muchos vínculos entre el mundo de los libros y el debate público contemporáneo.
No se trata de un tema marginal, ni que deba ser preocupación exclusiva de los intelectuales en sus torres de marfil.
Estas reflexiones algo improvisadas son en parte fruto de mis cambios en hábitos de lectura de prensa. Las reseñas de libros en revistas literarias y semanarios británicos ofrecen exámenes informados de los hechos contemporáneos, con pocos paralelos en su prensa diaria. En el último número del TLS, por ejemplo, se publica un artículo que examina seis libros recientes sobre la creciente amenaza que representa para las democracias el auge de los dictadores en el mundo.
En un escenario dominado por los mensajes cortos y polarizantes de las redes sociales, importa reforzar los lazos entre el mundo de los libros y el debate público, para elevar su nivel en favor de la democracia.