Esta vez no nos salvamos. Esta vez los señorones de la Unesco nos van a quitar la denominación de patrimonio de la humanidad. Nos escabullimos con el famoso Aquarela por una promesa todavía no cumplida de mi papá el ‘Tractor’ Dau Chamat, quien se comprometió a demoler el adefesio apenas el Estado central le proporcionara los instrumentos jurídicos y económicos para emprender la implosión y, como todos sabemos, nuestro Estado es paquidérmico y tiene la velocidad de un bradipo (perico ligero); por ende, no ha tomado ninguna decisión, pero esta vez la cosa es más seria.
Por una actitud laxa de los cocheros turísticos, de los propietarios de los coches de caballo y de unos percances que implicaron a algunos caballitos, todos los animalistas del país se han volcado con palabras lo más convincentes a pedirles a las autoridades que interrumpan el servicio de paseo turístico.
Un grupo de emprendedores preocupados le está proponiendo a la ciudad unos coches eléctricos que sin ninguna creatividad conservan el coche como es tradicional, pero sin caballos que lo arrastran, unos caballos invisibles, y la vista de estos coches idénticos a los tradicionales que no llevan los jamelgos de rigor es francamente desconcertante. Pero esta decisión de acabar un servicio que el turista ama y aprovecha apenas puede, una vez más me lleva a citar la anécdota del marido cornudo que habiendo descubierto a su esposa cometiendo adulterio en el sofá de la casa lo único que se le ocurre es botar el sofá a la basura. Esto estamos haciendo con los paseos turísticos, en lugar de organizar una linda pesebrera; en lugar de educar a los cocheros; en lugar de mantener un control sanitario para los caballitos; en lugar de establecer los pesos máximos que los coches puedan transportar, lo único que se les ocurre es suspender un servicio apetecido por los turistas.
Estoy casi seguro de que el alcalde de Cartagena, William Dau, no está de acuerdo con la medida tan drástica y, como a mí, le parece espantoso el coche sin caballos. No me imagino en la calle de las Damas con Santo Domingo frente a la mansión de don Julio Mario, buonanima, dos coches sin caballos que transmiten una imagen extraña, como de película de Tim Burton.
Y unas palabritas para mis amigos los animalistas: el caballo, el noble bruto, está hecho para el trabajo pesado, desde hace siglos el progreso de la humanidad ha contado con caballos, y nosotros en la Costa somos famosos por cuidarlos y mantenerlos con óptima salud.
SALVO BASILE