Confieso que iba a escribir de los muertos excelentes. De ‘O Rei’ Pelé al emérito Benedicto XVI. O de los anuncios hiperbólicos de este gobierno del cambio, o a la santificación del ya beato juego del fútbol. El calcio ha demostrado en este Mundial ser el evento que más asistentes suma, no solo en los grandes torneos sino en el mundo entero. Cada día del año hay partidos abiertos al público. En veredas y grandes ciudades siempre hay un partido. Hasta un ‘picadito’ de barrio reúne gentes.
Estuve en Roma en la fumata blanca del papa Wojtyla, y la vía de la Conciliación estaba atiborrada de fieles, pero no eran tantos como en el recibimiento en Buenos Aires de los campeones albicelestes; una manifestación que terminó en disturbios. En el Obelisco de Buenos Aires eran por lo menos el doble de los peregrinos en Piazza San Pietro.
Pero afortunadamente me llegó el programa del evento musical más importante del año, el Cartagena Festival de Música 2023, una realización generosa de la Fundación Salvi, en cabeza de su bella señora, doña Julia, y acompañada de un italiano explorador de talentos y de sensaciones, el profesor Antonio Miscená, director general del Festival. En una semana serán más de 20 conciertos y una agenda para la comunidad de Cartagena con descuentos y conciertos gratis. ¡Gracias, Julia! Y clases magistrales y clínicas de lutería y conciertos gratuitos.
Pero lo que llama la atención este año es la temática del festival: Miscená explica que el nacionalismo musical nace en el siglo XIX, que buscaba la identidad nacional, en la tradición, en el folclor y en la relación del hombre con su terruño. “Un proceso de reconstrucción que desarrollaron artistas y escritores tomando como fuente de inspiración las tradiciones populares”, perfecto para el gobierno del cambio. Estoy seguro de que doña Julia ha invitado a mi amiga Patricia Ariza, ministra de Cultura, que ha ejercido en la cultura verdaderamente popular por la pendejadita de 60 años, y academia.
También habrá clases magistrales, por profesores del Conservatorio de Bolonia, la ciudad docta y la lutería, ah, la lutería, qué arte. Maestros de la escuela Antonio Stradivarius, de la escuela internacional de fabricación de violines de Cremona, ofrecen clínicas y talleres abiertos al público. Así que doña Julia, muy recia usted, que una vez más no solo nos regala música culta, sino capacitación, y la Sinfónica de Cartagena, un milagrito que sigue vigente. ¡Mille grazie!
SALVO BASILE