Todos los seres humanos sabemos que hay momentos que dan lugar a recuerdos, los cuales nos acompañarán a lo largo de lo que nos queda de vida. En mi caso, uno de esos instantes sucedió el pasado 7 de marzo, cuando tuve el privilegio de acompañar en Santiago al presidente Gabriel Boric, quien asistió al salón de honor de la casa central de la Universidad de Chile.
El motivo de la presencia del mandatario en el lugar fue el acto de reincorporación formal del único país hispanohablante de Suramérica que no era miembro pleno de CAF, el Banco de Desarrollo de América Latina. No obstante haber sido, junto con Colombia y otras naciones andinas, uno de nuestros socios fundadores en 1969, Chile se desvinculó de la entidad ahora a mi cargo en 1978, durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Tanto para mis antecesores como para el suscrito, reversar lo sucedido se convirtió en una especie de obsesión. Si bien Chile había adquirido en 1992 la categoría de miembro asociado y accionista, faltaba un paso más que ya quedó dado y el cual no dudo en calificar de trascendental, pues representa un salto hacia adelante en los propósitos de integración regional con los cuales estamos comprometidos.
La búsqueda de dicho objetivo nos encuentra con mayores herramientas a nuestra disposición. Hace medio siglo contábamos con un capital de 800 millones de dólares, el cual se ha expandido y nos permitió alcanzar activos cercanos a los 50.000 millones de dólares en 2022. Si por esa época apenas habíamos logrado beneficiar con nuestros programas a una quinta parte de los latinoamericanos, actualmente esa proporción es de nueve de cada diez.
Si bien Chile había adquirido en 1992 la categoría de miembro asociado y accionista, faltaba un paso más que ya quedó dado y el cual no dudo en calificar de trascendental.
Tales logros palidecen, sin embargo, frente a los retos que enfrentamos de manera colectiva. No obstante los avances que hemos logrado en materia de cobertura educativa, esperanza de vida o alcance de los servicios públicos, nos queda un gran trecho por recorrer, pues la pobreza, desigualdad o la falta de oportunidades afectan a una gran proporción de nuestros coterráneos.
Adicionalmente, es indiscutible que necesitamos integrarnos más. Las cifras muestran que el comercio intrarregional ‒menos del 15 por ciento del total‒ está muy por debajo del de otras zonas del mundo. Obstáculos como las regulaciones aduaneras o la inadecuada infraestructura hacen que a veces sea más fácil llevar bienes al otro lado del océano que a la nación de la cual somos vecinos.
Por esa razón, hay que ponerle manos a la obra. En ese sentido, acoger a Chile dentro de la familia CAF es un paso muy positivo. Y no me refiero solamente a las sumas involucradas, ya sea como aportes de capital o participación en la cartera de créditos, sino al intercambio de experiencias, la definición de estrategias y el diseño de políticas que fomenten el crecimiento inclusivo.
Especialmente importante es lo que podamos hacer en lo que atañe a transición energética y acciones frente al cambio climático. Como lo he señalado, hemos establecido la meta de convertirnos en el banco verde de la región, al apoyar iniciativas que disminuyan nuestra huella de carbono y de paso nos permitan volvernos más competitivos en la generación de energías limpias, algo en lo cual tenemos mucho que aprender del caso chileno.
De lo que se trata, entonces, es de adelantar el reloj para concretar esas posibilidades. Cito de nuevo al presidente Boric cuando señaló que “en lugar de ser el continente del futuro, debemos convertirnos en el continente del presente”.
Aunque soy optimista por naturaleza, no me hago ilusiones sobre un camino exento de obstáculos. A pesar de ello, en CAF estamos decididos a perseverar en la construcción de una región más justa, próspera y sostenible. Bien dice el refrán que “la unión hace la fuerza”, y tener a Chile de retorno a la que siempre fue su casa nos faculta para redoblar empeños y convertir en realidad propósitos comunes, más temprano que tarde.
SERGIO DÍAZ-GRANADOS
Presidente de CAF