Aunque de espaldas, la figura reconocible de Donald Trump arrea, con su puño en alto y un lazo, en una especie de carruaje medieval que se dirige hacia el capitolio y la Casa Blanca en Washington.
Es la portada en The Atlantic, la tradicional revista estadounidense, un mes antes de las elecciones presidenciales que acaparan la atención del mundo. Un mensaje en Instagram de la revista aclara que se trata de una imagen inspirada en la novela de ciencia ficción de Ray Bradbury La feria de las tinieblas: "La historia de Mr. Dark, quien engaña a extraños para que se unan a su malévolo carnaval".
Y añade que, en sus 167 años, la revista solo raras veces ha publicado portadas sin título. No es necesario. Trump es quizás el personaje más claramente identificable en el planeta, incluso de espaldas.
El artículo central de The Atlantic, por Mark Leibovich, es un relato minucioso de cómo una larga lista de líderes del Partido Republicano, a pesar de haber criticado fuertemente a Trump en el pasado –entre ellos J. D. Vance, su candidato a la vicepresidencia–, hoy lo respaldan. Trump se ha apropiado del partido, y la gran mayoría de los republicanos parecen doblegados frente a su dominio.
Más allá de los resultados electorales, debe seguir una reflexión sobre el debate público en escenarios de polarización, donde las alternativas de centro se ven ignoradas.
Hay otros artículos relacionados con las elecciones estadounidenses en este número de The Atlantic: sobre quién podría ser el próximo fiscal de Trump; qué cargos ocuparán sus más fieles seguidores; la "mitología en la derecha" sobre los seguidores de Trump que se tomaron el Capitolio tras su derrota electoral en enero de 2021.
El lector hace esfuerzos para encontrar en todos estos artículos una referencia a Kamala Harris, la candidata demócrata que compite con Trump por la presidencia norteamericana. The Atlantic parecería aceptar la inevitabilidad del triunfo de Trump el 5 de noviembre. Ante su arrolladora presencia, solo encuentra posible advertir sobre los peligros que se avecinan.
Así lo vuelve a sugerir su edición de noviembre. En su nota editorial, importa subrayarlo, The Atlantic expresa con claridad su voto por Kamala Harris. Pero su artículo central es nuevamente sobre lo que se teme por venir: la reelección de Trump representaría el fin de la presidencia estadounidense como la concibieron George Washington y los fundadores de la república.
A pocos días de las elecciones, lo único cierto es la incertidumbre. Se han producido casi mil encuestas de opinión por más de 140 firmas especializadas y, según su examen reciente en The Financial Times, arrojan un mismo resultado: la elección pende de un hilo; lanzar "una moneda al aire" sería la mejor predicción.
El profesor Cas Mudde va más allá: la competencia electoral no se definirá en las urnas el próximo 5 de noviembre sino más tarde, en estrados judiciales (Trump y Vance aún no reconocen, nos recuerda Mudde, que Biden triunfó hace cuatro años) –algunos expertos anticipan "caos"–. Tampoco se definirá por el voto popular, sino en el Colegio Electoral. Mudde también advierte sobre las posibilidades aterradoras de "violencia poselectoral".
En su edición especial sobre el año que se avecinaba a comienzos de 2024, The Economist advirtió que las "consecuencias" de la reelección de Trump podían ser "catastróficas –para la democracia y el mundo–". Es un temor generalizado que sin dudas comparto.
Ante tan preocupante perspectiva, es por supuesto entendible que publicaciones como The Atlantic se ocupen de advertirnos de las amenazas. Pero, más allá de los resultados electorales, debe seguir una reflexión sobre el debate público en escenarios de polarización, donde las alternativas de centro se ven ignoradas. Donde el derrotismo, alimentado de temores, apaga cualquier esperanza.