El otro día, navegando en ‘The Free Press’, un portal muy interesante que me recomendó Gabriel Migowski, un personaje brillante que no se cansa de apostarle a Colombia, acabé leyendo un artículo sobre los pelados que están ejecutando la estrategia de Elon Musk en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (Doge).
Se trata de programadores y emprendedores que tienen entre 19 y 24 años, algo sorprendente dado el grado de responsabilidad que acarrea lo que está haciendo Musk de recortar el desmedido gasto de las entidades públicas estadounidenses. En el texto también había una referencia sobre el joven abogado Clark Clifford, quien fue uno de los grandes artífices de que Estados Unidos reconociera a Israel bajo el gobierno de Harry Truman.
Lo anterior me llevó a hacerme varias preguntas sobre el país: la realidad de nuestro talento, de nuestros jóvenes, sobre nuestro ecosistema de emprendimiento y qué tan posicionados estábamos en el mundo para ser competitivos. Conversé con varios expertos y el panorama es preocupante. No es cierto que Colombia esté llena de talento, como suelen decirlo nuestros políticos y nosotros lo repetimos como loros. En Colombia el talento es poco, y cada vez es menor.
Tristemente, la educación superior sigue siendo un privilegio en nuestro país. Poco más del 10 % de nuestra población tiene una carrera de educación superior. Y si eso es grave, más aún lo es que de ese 10 %, solo el 3 % ha obtenido una educación superior de calidad. “Nuestro sistema de educación superior presenta hoy muchas fisuras, pero lo que quiere hacer el Gobierno actual empeora la situación. La guerra y la extorsión que les están haciendo a las universidades privadas, por ejemplo, amenaza con lastrar la poca calidad que tenemos”, me dijo una de las fuentes consultadas. Pero la escasez de talento, y la torpeza con la que se está tratando a las universidades privadas, no es el único de nuestros problemas.
No es cierto que Colombia esté llena de talento, como suelen decirlo nuestros políticos y nosotros lo repetimos como loros. En Colombia el talento es poco, y cada vez es menor
La burocracia, regulaciones obsoletas, una cultura del trabajo compleja, los bajos niveles de relacionamiento, un gobierno apático y la dificultad de a otros mercados se suman para crear la tormenta perfecta que nos estanque de forma definitiva frente a otros países.
“Si bien no todo es culpa del Gobierno, lo cierto es que la reforma laboral, por mencionar una, les está poniendo una lápida a los jóvenes y a los emprendimientos. Es una reforma que aleja el talento, y el mejor talento se vuelve impagable, carísimo. Estamos en un contexto de competencia regional con programadores venezolanos, argentinos, brasileros, donde estamos perdiendo la pelea a través de mecanismos mucho más sofisticados. Tienen contratos en otras partes y acá, por ser puristas, los volvemos impagables para el emprendedor colombiano”, me señaló otras de las fuentes.
Ahora bien, inclusive si el Gobierno cambiara su actitud antiempresa, antiemprendimiento y antitalento, nos enfrentamos a dos obstáculos que no son menores. Entre los jóvenes, su cultura digital, que es donde surgen los grandes emprendimientos, es muy precaria. “Los pelados entran a internet para consumir basura, no para instruirse ni para hacer empresa. El internet es para entretenerse. Vaya a Corea del Sur para ver la diferencia”, agregó otra fuente.
La otra piedra son las empresas, que salvo las financieras, como Davivienda, Aval o Bancolombia, no le han apostado mucho al desarrollo de ‘apps’ transformadoras. Quizás por falta de talento, visión o por los mismos problemas señalados anteriormente.
En todo caso, así como nos estamos quedando sin gas, sin petróleo y sin muchas tantas otras cosas, también nos estamos quedando sin talento y eso es gravísimo. Con este gobierno nada va a pasar, pero ojalá el que venga sí entienda la situación y la pueda revertir.
DIEGO SANTOS
Analista digital
En X: @DiegoASantos