Todos esperamos que con motivo de la COP16, en cuya preparación han puesto tanto esmero el dinámico alcalde de Cali, Alejandro Eder, y su gobierno, los colombianos nos entreguemos seriamente a la defensa de nuestra riqueza de flora y fauna. Hoy quiero detenerme en los páramos. Yo califico así a los páramos y a la selva amazónica: los páramos son vitales para Colombia, y la selva amazónica, para el mundo. Los páramos dan agua al país, y la selva purifica el aire para todos.
Si destruimos los páramos, nos queda el recurso del agua de la selva y entonces el trabajo que espera a los ingenieros es traer el precioso líquido al interior del país. ¡Menudo trabajo! Por suerte, el volumen de agua que contiene la selva es multimillonario en metros cúbicos. Los ríos de la manigua son supremamente caudalosos. Así son el Ariari, el Guayabero, el Guaviare, el Inírida, el Vaupés, el Guainía, el Caquetá, el Putumayo, el Apaporis, el Atabapo, los tres "Paranás": el Igaraparaná, el Caraparaná y el Miritiparaná.
Pero no nos engañemos, en esta época del fenómeno de El Niño vimos cómo el poderoso Amazonas, el río más caudaloso del planeta, prácticamente se secó, los barcos quedaban encallados en la arena y los delfines y peces morían varados en la tierra reseca. O sea que no basta con que conservemos la selva (que lo dudo), sino que hay otro factor decisivo para la producción del líquido vital: las lluvias.
Mientras tanto, cuidemos, mimemos, defendamos nuestros páramos. Aparte de la importancia de estos ecosistemas como fábricas de agua, son de una impresionante belleza escénica en la que juegan papel importante los ejércitos de frailejones y las lagunas, pero tienen muchos enemigos: la agricultura, la ganadería, la minería, las carreteras y los incendios forestales. Sabemos de sobra (¿será verdad?) que somos el país más rico en páramos; Venezuela y Ecuador tienen algunos.
De especial belleza son los páramos que sostienen por ambas vertientes al Parque Nacional Natural del Cocuy y de Güicán.
Poseemos el 50 % de los páramos del mundo, que abarcan 3 millones de hectáreas que corresponden al 3 % del territorio nacional; en total, tenemos 37 complejos paramunos. La cordillera Oriental alberga la mayor cantidad de ellos.
El de Sumapaz, el más extenso del mundo, y el de Chingaza dan agua a la capital y a las ciudades vecinas. Un gran porcentaje de las tierras de Boyacá se ubican en páramos. El de Rusia engloba varios páramos en la región de Sogamoso, Duitama y pueblos circundantes. De especial belleza son los páramos que sostienen por ambas vertientes al Parque Nacional Natural del Cocuy y de Güicán. Este inmenso macizo montañoso "dispara" aguas al interior del país, a la cuenca del Magdalena, y hacia el oriente, a la lejana Orinoquía.
El nevado del Huila y los volcanes de Nariño tienen sus propias zonas de páramo. La mayor cantidad de frailejones, que pueden ser millones, la he visto y irado en el páramo del volcán Chiles, que marca límite entre Colombia y Ecuador. Literalmente hay que "pedir permiso" para pasar entre ellos, porque crecen pegados unos a otros. Espectáculo impresionante.
En la cordillera Central son famosos los páramos del Parque de los Nevados (Tolima, Quindío, Santa Isabel, Cisne y Ruiz) que producen el agua de Caldas, Quindío, Risaralda y Tolima. La Sierra Nevada de Santa Marta "despacha" agua para la zona bananera y la turística de la Costa.
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Invito a caleños y colombianos a mi proyección sobre los lugares más bellos de Colombia, en la COP16, el 31 de octubre a las 12:45 p. m. en el Centro Cultural de Cali, carrera 5.ª n.º 6-05, San Pedro, con entrada gratis. Deben inscribirse en
htpps://www.proco16.com/Allí, seleccionar: COP de la gente (31 de oct.-1.º de nov.) y seguir las instrucciones.