Tuve un celular por primera vez en la universidad, en cambio mi hija ya manipulaba el mío incluso antes de hablar. Para Matilde es normal vivir en un mundo donde los dispositivos reconocen caras, componen textos, generan imágenes, reproducen la voz humana o tienen que ver con ciberataques. En el 2013, año de su nacimiento, ya se planteaba la competencia geopolítica que hoy sacude al mundo por cuenta de la tecnología, y lo que hoy son los imperios liderados por los gigantes de este sector ya comenzaba a entreverse.
Tal vez lo que no era tan evidente hace doce años, y sí lo es hoy, es la dificultad para contener tecnologías que avanzan a velocidades cada vez más feroces y apuntan a hacerlo de manera más y más autónoma. La misma herramienta que puede usarse para salvar vidas sirve para matar a millones de personas. Y, entonces, pasa uno a preguntarse si estaremos en peligro por cuenta de nuestra propia creación.
El progreso tecnológico que ha dado cabida a la creación de nuevas moléculas, a proteínas que purifican el agua, virus capaces de producir energía, e incluso órganos que crecen en laboratorios, es capaz de producir contenido falso indiferenciable del real, poner en jaque el mercado laboral y amplificar la inestabilidad de las democracias, cada vez más frágiles.
La misma herramienta que puede usarse para salvar vidas sirve para matar a millones de personas. Y, entonces, pasa uno a preguntarse si estaremos en peligro por cuenta de nuestra propia creación
Pero más allá de si hiciéramos una convención mundial para someter a la inteligencia artificial a un juicio, lo cierto es que aquello que ha sido inventado no hay forma de “desinventarlo”. Es así que tendremos que vivir bajo esta nueva ola que para estudiosos del tema más puede parecerse a un tsunami. Para bien o para mal, nuestros hijos van a vivir en un mundo anegado por esta marea, y no hay mucho que podamos hacer al respecto. Como si esto fuera poco, nos sentimos observados todo el tiempo, ya no solo por las redes sociales, por las cámaras en todas partes, ahora también por nuestro teléfono.
Pero lo que a veces nos abruma por extraño, vertiginoso, en constante transformación, apenas comienza a mostrar su cara más sombría. ¿Qué vamos a hacer cuando las compañías se vuelvan Estados de hecho? ¿Cuando los espacios virtuales ocupen más tiempo en nuestras vidas que los reales? En medio de la obsesión por el crecimiento tecnológico y financiero, el mundo cada vez más fragmentado en que vivimos puede especializarse en hackeos, en producción o venta de armas, lo mismo que en café o flores. Al final, si el capital gobierna y las instituciones son destruidas, la lógica de un contrato social basado en la confianza de la gente será cosa del pasado.
Con gobiernos cada vez más frágiles y líderes ansiosos e impulsivos adictos a las redes sociales que usan las bodegas como ejércitos en contra de sus opositores, las democracias son mucho más propensas al fracaso. Del mismo modo, las herramientas de los líderes de turno para controlar las instituciones, las leyes, y la ciudadanía, se parecen cada vez más a las descritas por Orwell en ‘1984’. La facilidad para dominar a las masas hace mucho más viable un régimen autoritario.
Paradójicamente, es por lo mismo por lo que somos mucho más vulnerables y dependemos mucho más de lo que quisiéramos de la calidad humana y el compás ético de nuestros mandatarios. En tiempos en que romper las reglas del juego, y disfrazar de transparencia los planes maquiavélicos de los autócratas es mucho más sencillo que antes, unos pocos nos tienen en sus manos.
Porque hasta las democracias que eran ejemplares se destruyen por dentro dándoles paso a mesianismos radicales que cuentan con padrinos de dudosa índole. Desde cuando escuché hablar por primera vez de la revolución tecnológica el mundo no se volvió más simple, sino más complicado. Creo que es imposible no asociarlo con haber destapado esta caja de Pandora cuyos demonios amenazan con devorarnos o hacer que nos exterminemos. Ojalá aprendamos a controlar el monstruo que hemos creado antes de que sea demasiado tarde.
MELBA ESCOBAR
En X: @melbaes