Iba a dedicar esta columna al fin de la globalización que el mundo registró desde la caída del Muro de Berlín en 1989 y que terminó con la iniciación del segundo gobierno del presidente Trump. Pensé también escribir sobre los sucesos del domingo 26 de enero, por lo absurdos y dañinos los trinos al amanecer del presidente Petro, que agriaron –quién sabe por cuánto tiempo– las relaciones del país con los Estados Unidos.
Es imposible, sin embargo, no referirse hoy al más grave de los innumerables episodios graves que se han presentado a lo largo de estos casi tres años de la istración Petro. El horrendo espectáculo de la televisada reunión por seis horas del consejo de ministros, en la noche del martes anterior. Un evento sin antecedente en la historia de la República, que muestra la indignidad en la cual ha caído el presidente Petro. Una falta absoluta de respeto con los ciudadanos, independientemente de su condición social, política o económica.
No vale ninguna justificación del episodio por parte ni del Presidente, ni de sus colaboradores y seguidores. Se acepta que un presidente explique a los ciudadanos las decisiones adoptadas por su gobierno o los hechos que ocurren y que confunden a la opinión. Pero es inisible transmitir la guerra interna de los del gabinete y los odios de unos y otros por las razones que sean. Los ministros y altos funcionarios en desacuerdo con las decisiones del Presidente deben renunciar, calladamente o en público, manifestando sus desavenencias, como lo han hecho algunos desde el miércoles pasado.
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La transmisión le hizo grave daño a Colombia en el exterior. ¿Qué tal el Presidente afirmando que "la cocaína no es peor que el whisky" y que es ilegal "solo porque viene de América Latina"? Una frase que recogió rápidamente un periódico tan importante en el mundo como el Financial Times. Y ¿qué tal el Presidente ordenándole al ministro de Minas y Energía echar para atrás el acuerdo firmado el día anterior por Ecopetrol con la compañía Oxy para extender hasta junio de 2026 el desarrollo conjunto para explotar el crudo en la cuenca Permian en Texas? Uno de los campos más importantes para la empresa, que le permite aumentar la producción, las reservas y su valor económico. Con razón el miércoles el precio de su acción en Nueva York cayó 3 %.
Y nos dejó con una mayor incertidumbre sobre el futuro próximo de aquella que, de por sí, hemos respirado a lo largo de su mandato.
Además de indigno, pobre intelectualmente, e irrespetuoso, el espectáculo del martes fue irresponsable. Hizo quedar mal otra vez al país y a los colombianos ante el mundo.
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Curiosamente, hace una semana The New York Times publicó una columna de David Brooks titulada 'Los seis principios de la estupidez' para comentar las decisiones iniciales del gobierno Trump. Entre estas, la imposición de aranceles a Canadá y México, la purga de funcionarios en el gobierno federal y la propuesta de recortar tres trillones del gasto federal. Define la ‘estupidez’ como la "tendencia a realizar acciones que hacen daño a quien las realiza y a las personas a su alrededor". Además, un estúpido olvida preguntarse "qué viene después": cuáles son las consecuencias de su comportamiento. Añade que las personas inteligentes pueden ser 'estúpidas'.
A mí, franca, honesta y respetuosamente, me parece que el Presidente se dejó llevar por la estupidez al propiciar esa reunión y transmitirla por televisión, sabiendo que el gabinete estaba fracturado y muy molesto por haber vinculado a un innombrable como jefe de despacho. Se hizo daño a él mismo y, repito, nos hizo daño a los colombianos. Ojalá no cumpla con su idea de continuar estos espectáculos.
Y nos dejó con una mayor incertidumbre sobre el futuro próximo de aquella que, de por sí, hemos respirado a lo largo de su mandato.