Vicky, somos amigas y hemos sido colegas. Pero ya no trabajando en ‘Semana’, de donde me retiré hace un par de meses voluntariamente por recalentamiento laboral, me siento en la libertad de escribir acerca del prospecto de candidatura electoral de Vicky Dávila, su directora, sin ningún complejo o atadura que me obligue a ser amable.
Sí me vienen descrestando sus intervenciones de claro tinte político y sobre todo, la última de ellas, esta semana en Medellín, en el ‘She is’, foro Latinoamericano, donde improvisadamente, sin ‘teleprompter’ ni papel escrito, habló durante media hora ante 2.000 mujeres que la aplaudieron a rabiar.
¿Cuál fue la clave? Su capacidad de expresión, su humildad, su sencillez y valentía. No debe ser nada fácil confesar públicamente, sin odios ni resentimientos, que su papá le pegaba a su mamá y que eso marcó duramente su infancia. Que las dificultades económicas de ese hogar de cinco hermanos la obligaron a ayudar siendo vendedora ambulante y cantando en serenatas; que hasta consideró ser monja, pero que su verdadera pasión estaba en el periodismo, a donde por fin llegó. Primero a donde “las Marías” en QAP, luego a RCN, pasó por la W y hoy dirige ‘Semana’ con un éxito indiscutible, aunque, como ella misma lo reconoce, ha coleccionado montones de enemigos, pero también millones de iradores, conmovidos por su coraje y honradez.
Su discurso estuvo lleno de reflexiones profundas. “Nada en esta vida puede ser regalado, todo nos cuesta”, dijo. Confesó que su secreto profesional ha sido “hacer lo que toca, no lo que conviene”. Contó intimidades familiares sobre su primer marido (fallecido cuando su hijo Simón tenía tres meses) y su segundo, José, padre de Salomón, que componen un núcleo familiar inseparable, a pesar de que Vicky es una maquinita de trabajar.
Cuando empezó a correr la bola de que estaría pensando en ser candidata presidencial, evoqué a muchos que la desprecian como reportera informada pero poco preparada. Y sobre todo, no viable ante personas merecedoras y con creces de esa oportunidad, porque han tenido brillantes carreras políticas. Por mencionar algunos nombres, Alfonso Gómez Méndez, Germán Vargas Lleras, Mauricio Cárdenas, Juan Carlos Echeverri, Juan Camilo Restrepo, a muchos de los cuales solo les falta en su trayectoria ser presidentes de Colombia; o de una generación más nueva como Sergio Fajardo o Alejandro Gaviria, que enfilan hacia allá.
Cuando empezó a correr la bola de que estaría pensando en ser candidata presidencial, evoqué a muchos que la desprecian como reportera informada pero poco preparada
Pero en estas épocas donde las cosas han cambiado y la gente joven está tan decepcionada y desapegada de la política, ya la preparación –y no es cosa menor– pesa menos que otras características. Varios ‘focus groups’ sobre las características que quieren los colombianos en su presidente arrojaron que sea mujer, de clase media, de provincia y ajena a la politiquería tradicional, lo cual define precisamente a una ‘outsider’. Y Vicky está logrando chulear todos esos requisitos, lo que no implica que no existan otras mujeres importantes, con amplias carreras políticas, como Claudia López (muy bogotana), María Fernanda Cabal y Paloma Valencia (no identificables con la clase media). También se mide en las encuestas a María José Pizaro, que ha tenido un papel destacado en el Congreso, pero si la idea es que salgamos del petrismo algún día, no sirve.
Una encuesta reciente financiada por Gabriel Gilinski, propietario de ‘Semana’, arroja que en un escenario abierto, con más de 30 candidatos, Vicky les gana a todos. En uno de segunda vuelta, a ella solo le gana Sergio Fajardo, por un punto.
Si su candidatura tiene futuro, ¿por qué Petro y sus diez bodegas le dan tan duro a diario? Porque él pensó que su mejor opción como rival era ella; resolvió inflarla pero desprestigiarla como extremista, derechista y uribista. Hoy, sin embargo, le puede estar pasando lo mismo que a Trump con Kamala Harris: por minimizarla, a toda costa se dedicó a que ella fuera su rival y hoy está aterrado de que lo pueda derrotar. Tampoco se puede despreciar en este fenómeno el factor femenino, que comienza a pesar bastante no solo en EE. UU., sino que contribuyó a llevar al triunfo a María Corina Machado y a su candidato. Sutilmente, Vicky lo dijo en el aludido discurso en Medellín: “Colombia está lista para tener una mujer presidente”.
Muchos de sus críticos la consideran agresiva y no preparada. En Antioquia, la clase empresarial no la quiere, porque ven detrás el “fantasma” de Gilinski, que le metió el golazo de Nutresa al GEA. En el resto del país es conocida como periodista (en redes tiene 3’900.000 seguidores), pero calculo que todavía el 95 % de colombianos no sabe de su aspiración. Es que hasta hace muy poco esto no pasaba de ser un chisme (que hasta hoy ella no confirma) y una pelea: sus enemigos están energúmenos de que alguien pueda tomarla en serio.
Pero, créanme. Sin ser todavía candidata, ya despegó…
MARÍA ISABEL RUEDA