Para una democracia, la existencia de un aparato de justicia –valga la obviedad– justo, transparente y eficiente es un asunto de elemental supervivencia. La certeza de contar con un sistema legal que garantice la resolución de las diferencias sin más miramientos que los escritos en la Constitución y la ley es una de esas bases que permiten que las sociedades y las naciones sigan adelante.
Aportar valor para la construcción y evolución permanente de ese proyecto nacional fue la idea fundamental que hace ya 25 años dio origen a la Corporación Excelencia en la Justicia (CEJ). Se trató de un proyecto pionero que unió esfuerzos de académicos, juristas, gremios empresariales y destacados personajes de la vida nacional para crear un centro de pensamiento independiente, exclusivamente dedicado a analizar los problemas de la justicia y a proponer, desde una visión técnica ajustada a nuestra realidad, soluciones y salidas viables.
Cinco directores –Alfredo Fuentes Hernández, Camilo Calderón Rivera, Mauricio González, Gloria María Borrero y Hernando Herrera Mercado– y un cuarto de siglo después, hay una larga lista de aportes y –valga decirlo– de honrosas batallas fallidas con los que Excelencia en la Justicia ha contribuido a elevar el nivel de debate judicial y jurídico en el país y a poner en la agenda pública varios de nuestros problemas institucionales más acuciantes.
Desde la necesidad de realizar audiencias públicas para sacar del secretismo la elección de los más altos dignatarios de nuestra justicia hasta los análisis actualizados de cómo marcha el Sistema Penal Acusatorio, la CEJ se ha caracterizado por abordar este tema lejos de los apasionamientos políticos y sin cálculos de conveniencia, apuntando solamente a lograr un mejor funcionamiento de nuestro aparato judicial.
Son 25 años de trabajo por el país que los colombianos –empezando por esta casa editorial, que desde sus comienzos ha sido partícipe del proyecto de la CEJ– reconocen y valoran.
EDITORIAL