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Noticia

De cara a la migración

Un informe de este diario le da cifras y rostros a un fenómeno cuya magnitud sorprende y obliga a entenderlo para adaptarse a él.

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Los números son impactantes y dan cuenta de una dura realidad que debe verse en toda su complejidad. Un fenómeno que tal vez por no ser tan visible como el de la llegada masiva de ciudadanos venezolanos no ha recibido la misma atención. Justamente, uno de los hallazgos más sorprendentes pasa por la comparación de ambas situaciones: el número de personas que abandonaron el país entre 2015 y 2022, y no regresaron, se acerca al de venezolanos que llegaron a Colombia en el mismo período. El dato más revelador es que cada día se despiden por vía aérea, para no volver, 1.244 colombianos y colombianas.

Son los adultos de entre 30 y 39 años el grupo etario que en mayor medida está decidiendo partir. Y llama la atención que la tendencia ahora apunte hacia una prevalencia de la migración llamada sur-sur, es decir, con destino a países de la región, Perú, Brasil, Chile y Panamá, principalmente. Aun así, dos de cada seis connacionales que se fueron lo hicieron con la intención de establecerse en Estados Unidos. No obstante, expertos coinciden en la dificultad para rastrear el destino final de muchos de los migrantes. El caso es que son más de tres millones de colombianos que viven fuera de nuestras fronteras, pero de ellos, apenas 539.000 figuran en los registros consulares. Todo un reto para la política exterior del país, que debe velar por el bienestar de todas estas personas.
Las redes sociales se han constituido en peligroso factor que incentiva a personas que persiguen un sueño americano que no es tal.
Las razones para tomar esta difícil decisión son muy diversas. Y se trata de un fenómeno que toca a todos los sectores sociales. Se van quienes vieron cómo el conflicto armado les arrebató todo, incluso la posibilidad de concebir un futuro en suelo patrio, pero parten también quienes, no obstante contar con un nivel aceptable de vida, quieren algo mejor para los suyos. Llama la atención un incentivo reciente: las redes sociales. En ellas abundan los contenidos que muestran escenarios idílicos, que alimentan ilusiones entre quienes están inconformes con su presente. Es un arma de doble filo: en las publicaciones de estas redes jamás se mostrará lo duro que puede ser la experiencia de migrar: tanto para quienes lo hacen en las condiciones más adversas como para quienes cuentan con los recursos y los documentos. El sueño americano es cosa del pasado.

Se trata de una realidad que atañe a la especie humana y en tiempos adversos se incrementa, como lo estamos viendo, y que afecta al país, pues talentos que mucho podrían aportar a resolver nuestros problemas prefieren irse. Pero son los mismos que, por cierto, después envían remesas que irrigan la economía. Y al tiempo que esto ocurre, el país recibe una oleada de personas desde Venezuela que, bien acogidas, pueden significar un empujón invaluable para la sociedad y, de nuevo, la economía. Es una situación de profundas causas. Por ahora, la migración, en sus diferentes facetas, seguirá presente en nuestra historia. El desafío es superar los lugares comunes, algunos peligrosos, y buscar cómo puede convertirse en aliada de la causa de construir mejores sociedades.

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