El Museo Nacional del Prado, uno de los más bellos del mundo, sigue redoblando sus buenas ideas para sorprender a sus visitantes y revivir el interés por el arte. Por estos días una buena selección de reproducciones de su colección viaja, en una ingeniosa exposición itinerante, por las calles de algunas ciudades españolas. Pero además, se lleva a cabo una de las exhibiciones más misteriosas y brillantes que se hayan puesto en escena en los últimos tiempos: ‘Reversos’. Que en las salas A y B del edificio de los Jerónimos, curada por el artista madrileño Miguel Ángel Blanco, muestra todos los secretos que hay detrás de las pinturas que suelen colgar de las paredes como trabajos sin tras escenas.
La exposición, que se ha montado sobre muros negros, reúne más de cien pinturas de cerca de treinta colecciones del mundo. Su corazón es, como corresponde al Prado, una reproducción extraordinaria –lograda por el maestro brasileño Vik Muniz– del revés de ‘Las meninas’, de Velásquez. Hay reversos de trabajos de artistas clásicos como Miró, Van Gogh, Rembrandt y Magritte. Puede verse todo un trabajo sobre la parte de atrás, con sus travesaños de madera, de ‘Guernica’. Y algunos de los cuadros que suceden en la cara y en el sello: imágenes “bifaces” entre las que destaca la osada ‘Monja arrodillada’, que Martin van Meytens terminó en 1731.
Reivindicar el arte, o sea el empeño de la especie de recrear, criticar e interpretar su experiencia, es recordar que detrás de cada trabajo de cada artista hay un pulso con la vida. A finales del siglo XX se llegó a pensar que las artes estaban perdiendo terreno. En la tercera década del XXI todo parece indicar que, gracias al ingenio de artistas y curadores, de narradores y editores, se están revitalizando. Esta exposición del Prado, ‘Reversos’, cuyas imágenes pueden consultarse en diferentes notas en línea, es otro elogio de la ficción que ha enaltecido lo humano.
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