En estos primeros días de enero, como ha sido durante los últimos cien años, y un poco más, suele llevarse a cabo la tradicional fiesta de Reyes Magos del barrio Egipto de Bogotá: allí arriba, en la vieja plaza de la loma de La Candelaria, han alcanzado a reunirse unos ocho mil testigos de la puesta en escena de la mítica marcha de Melchor, Gaspar y Baltasar hacia el pesebre. Desde 1915, la fiesta de Reyes del barrio Egipto ha sido siempre un festival gastronómico y un carnaval que devuelve a los bogotanos a los días de la chicha y la música y la risa de comienzos del siglo pasado, pero este año, en un acto de responsabilidad, tendrá que reformarse y efectuarse de manera virtual, como han tenido que suceder tantas otras cosas en los meses pasados.
Por supuesto, la fiesta virtual de Reyes no será una colorida reunión de multitudes cargadas de alegría y convocadas por las costumbres y la fe, como lo fue hasta enero del año pasado, pero se convertirá en una conmovedora defensa de aquella tradición bogotana. El barrio estará vacío, en silencio, para darle un alivio a una localidad que ha padecido de manera particular los rigores del covid-19: a hoy registra una tasa de 9.225 casos por cada 100.000 habitantes, una cifra altísima y verdaderamente preocupante, en una ciudad donde el promedio es de 5.730 casos por cada 100.000 habitantes.
Convertir la fiesta de Reyes en un encuentro virtual es una decisión valerosa no solo porque se trata de reconocer que sigue siendo la hora de poner por encima de todo la vida y la salud de las personas, sino porque es preciso entender que incluso a las tradiciones que están cumpliendo siglos les ha llegado el momento de transformarse: nadie trepará palos engrasados en busca de premios, pero en la página de Facebook de la alcaldía local de La Candelaria podrán verse la misa, el concierto para todos y una conversación sobre este encuentro de generaciones para que sea claro que existen muchas maneras de mantener viva a una comunidad.
EDITORIAL