En medio de sus tensiones y sus retos, de sus conflictos armados y sus pulsos políticos, Colombia ha construido, en las últimas décadas, una verdadera cultura de paz. Los historiadores, los artistas, los defensores de los derechos humanos, los periodistas y los activistas de la paz, entre otros, no solo han insistido en las denuncias, sino en el retrato de los acuerdos que nos han librado de tantas violencias. En esa tradición de lucha por la convivencia, retomada por el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición que se diseñó en el pacto con las Farc, acaba de inaugurarse la exposición que logra resumir las once mil páginas del informe final de la Comisión de la Verdad: ‘Hay futuro si hay verdad’.
Se encuentra en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá. Lleva como subtítulo ‘De la Colombia herida a la Colombia posible’. Está curada de tal forma que no solo sorprende por su capacidad de recrear el reporte de nuestra guerra, sino también por su belleza. Es una exposición estremecedora: dura y esperanzadora al mismo tiempo. Y, tal como dijo la excomisionada Lucía González en las palabras inaugurales, llega en el momento preciso: “Las condiciones que vive el país, y los retos que tenemos claros, ratifican que los informes de la Comisión cada día cobran más importancia”.
Fue el padre Francisco de Roux quien volvió a la idea de una nación bella y violentada que sin embargo ha tenido tanto el anhelo como el instinto de la paz. “Este país tiene cosas maravillosas, pero todo se ha construido sobre una tragedia humana espantosa, de dimensiones muy difíciles de entender, y esta exposición nos lo muestra”, recordó. Se trata de darles a los colombianos, sin ánimos vindicativos e irreconciliables, y más allá de pasados e ideologías, la oportunidad de reconocer tanto dolor. Y de concluir, de paso, que es posible tener en común algún futuro.
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