Hay una explosión de creatividad, de ideas, de iniciativas que tienen el sello particular de los jóvenes. Quizás no de ahora, quizás hace tiempo que ellas y ellos andan deambulando con sus proyectos y sacándolos adelante con la complicidad de sus pares y a través de sus propias redes de comunicación y sus propias estrategias. Suena a aire fresco, a reconciliación con la vida, a pausa en medio de los tiempos turbulentos que vive la sociedad y en la que son, justamente los jóvenes, sus principales protagonistas.
La reflexión viene al caso a propósito de una serie de proyectos que se han venido conociendo ahora que la pandemia da cierto respiro y que los emprendimientos juveniles adquieren una mayor visibilidad, aupados por las nuevas facilidades que ofrece la tecnología. Arte urbano, música, festivales, actividades de cuidado, iniciativas culturales o empresariales brotan en todos los rincones de nuestras ciudades pese a las dificultades que aún subsisten en este renglón de la población.
Jóvenes y mujeres han sido los más golpeados por la pandemia. Aquí y en todo el mundo. El desempleo juvenil en el país ronda el 23 por ciento (el promedio nacional es de 12,1); cerca de 1,6 millones de personas entre los 14 y los 28 años están sin trabajo y, más grave, 5,7 millones ni están laborando ni buscan empleo. Riohacha, Neiva e Ibagué registran los indicadores más críticos. Bogotá, la ciudad que jalona el mayor número de puestos de trabajo en el país, tiene una tasa de desempleo de 14,4 por ciento en este rango, es decir, casi 400.000 jóvenes están sin empleo. Cabe recordar que la capital agrupa una cuarta parte de los muchachos que están desempleados en Colombia.
Visibilizar los proyectos de
la juventud se convierte en un efecto multiplicador de oportunidades. El apoyo es fundamental.
El panorama, pues, sigue siendo crítico, y por ello mismo vale la pena resaltar el esfuerzo que muchos jóvenes hacen para salir adelante. Hace poco se conocieron varias historias en este sentido. En Bogotá, un grupo está impulsando iniciativas musicales y artísticas ejemplares. La Tremenda Casa ofrece espacios para que otros artistas puedan desarrollar las suyas o hagan ferias de emprendimiento; Apriorismo trae a escena la cultura del hiphop, ahora más relevante y vibrante con las populares batallas de rap, ya tienen una liga profesional y emplea a medio centenar de jóvenes. Y Bogotá Colors, arte callejero que nace y se consolida en Ciudad Bolívar.
Solo se necesita voluntad, entender el entorno y hacer alianzas. Así lo hizo una joven de 27 años de Soacha, municipio aledaño a la capital, referenciado sobre todo por sus problemas de orden público. Ella, con otro grupo de muchachos, logró sacar adelante la Biblioteca Abierta de Ciudad Verde, un lugar para las letras y también para el arte y la música. "¿Qué pasa si nos juntamos?" fue la pregunta que les hizo a sus amigos para echar a andar la empresa.
Y así como hay iniciativas de los jóvenes, también las hay desde el sector público y privado, que brindan una mano. Son decenas de ellas que vale la pena articular y apoyar mucho más; no en vano, ONU Hábitat señala que las juventudes urbanas son las que tienen hoy "el poder y la responsabilidad de generar cambios positivos en sus comunidades".
EDITORIAL