La ruta del gas

Esta semana se reúnen en Cartagena los principales protagonistas de la industria del gas natural del país en el congreso anual de Naturgás, gremio que la integra. El encuentro se celebra en momentos en los que la reciente cumbre entre el presidente de la República, Gustavo Petro, y su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, envió señales sobre un acuerdo energético entre ambas naciones, que incluiría la importación de este energético desde el país vecino vía la petrolera Pdvsa.

Lo anterior se suma a las alarmas desde distintos frentes acerca del preocupante estado de las reservas probadas de gas natural, que han caído en alrededor del 50 por ciento en los últimos 10 años. Según los datos oficiales, en 2022 Colombia contaba con reservas para unos 7,2 años, un umbral peligroso, ya que el tiempo en el que la molécula entra al mercado es de unos seis años. Todo esto en medio de unos 14 descubrimientos en yacimientos costa afuera y continentales en los últimos dos años.

Cualquier camino que tome la política de hidrocarburos en el país requiere tener el fortalecimiento de la soberanía y seguridad energética como su faro. En otras palabras, los esfuerzos regulatorios, técnicos y económicos deberían orientarse a asegurar que Colombia transite una ruta lo más cercana posible hacia un estado de autosuficiencia en petróleo, gas natural y generación eléctrica de forma sostenible y económicamente accesible. Una transición energética gradual y ordenada parte de tomar las decisiones hoy que garanticen las moléculas, los barriles y los megavatios del mañana.

Bajo esos criterios de soberanía deben evaluarse todas las alternativas puestas en la mesa, incluida la compra de gas a Venezuela. No obstante, la mirada prioritaria debe estar concentrada en el impulso impostergable a la producción local del energético para, tras superar los distintos obstáculos jurídicos, operativos y financieros, abrir la puerta a la importación desde los vecinos. Un reciente informe de la Asociación Colombiana del Petróleo (A) identifica 18 proyectos privados que podrían aportar 250 millones de pies cúbicos día de gas al suministro nacional.

Priorizar la producción local requiere, en primer lugar, el estímulo a una mayor exploración que aleje este umbral apretado de reservas probadas. Estos incentivos –que incluyen señales regulatorias, atracción a inversionistas, reglas del juego claras y estables, seguridad jurídica, definiciones frente al transporte, comercialización y abastecimiento, construcción de infraestructura, agilidad en trámites y licencias, entre otros– necesitan alinearse para la meta de extraer la cantidad de energético a precios accesibles y de forma confiable.

Apostarle a una industria de gas nacional, dinámica y autosuficiente, generará asimismo otros beneficios colectivos como la generación de empleos, impuestos, regalías y desarrollo de las regiones productoras. En conclusión, como combustible crucial de la transición energética, el gas no solo ayuda a reducir la pobreza energética de miles de hogares colombianos, sino que también ofrece mitigación a la huella de las emisiones.

La Casa Editorial EL TIEMPO hace parte de un grupo empresarial que incluye compañías dedicadas al gas.