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Otra vez la Ciénaga Grande

El vital ecosistema del Caribe está en el ojo internacional. Las soluciones no pueden ser de papel. 

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La laguna costera más importante del país, la Ciénaga Grande de Santa Marta, tras sus repetidos episodios de mortandad de peces y degradación de aguas contaminadas, vuelve a ser noticia por el reciente informe de la misión de expertos de la Convención Ramsar, el más alto organismo internacional en cuanto a la conservación de humedales.
El informe reitera el diagnóstico de esta ecorregión, de más de 450 kilómetros cuadrados: está en un alto grado de riesgo y vive un colapso ecológico, producto de la sobreexplotación y contaminación de las aguas que la alimentan, la obstrucción de canales, la poca capacidad de regeneración natural y la destrucción de los bosques de manglar.
Por todo ello, la gran preocupación. Entre las recomendaciones de Ramsar, que envió una misión especial el año pasado para evaluar este gran ecosistema, que ostenta el título de Reserva de la Biósfera de la Unesco, está la inclusión de la ciénaga en el registro de Montreux, listado que reconoce aquellos humedales donde se están modificando las condiciones ecológicas y en el que actualmente figuran 48 ecosistemas para los cuales la convención busca que tengan una atención prioritaria.
En principio, el Ministerio de Ambiente decidió no incluir en este grupo a la Ciénaga Grande, argumentando que ya se tienen los recursos y un plan para hacerle frente a la crisis ambiental. Tal postura no fue bien recibida por el movimiento ambiental ni tampoco entre los expertos que han venido diagnosticándola, para quienes era necesario exaltar la vulnerabilidad de este gran mosaico de humedales costeros y lagunares, del cual dependen más de 15.000 personas.
Después de discusiones con expertos, comunidades y científicos, el ministro Luis Gilberto Murillo reconsideró el ingreso al listado especial, y la expectativa es que el acompañamiento internacional blinde este relevante ecosistema.
Lo cierto es que, más allá del listado internacional, la ciénaga clama por una gran cruzada a favor de su restauración ambiental y su entendimiento como un sistema ecosocial en el que también cientos de comunidades piden transformaciones tan necesarias como la implementación de la infraestructura sanitaria.
Así que las soluciones ambientales no pueden seguir siendo de papel. Se requieren acciones prioritarias, como la recuperación del balance hídrico, pues el complejo lagunar no podrá equilibrarse.
De hecho, el informe de Ramsar, de 62 páginas, detalla cuán urgente es recuperar la regulación hídrica entre ríos, acuíferos y el resto de las lagunas.
Muchos de ellos están sobreexplotados, lo que impide que los flujos base se mantengan, generando así una disminución del aporte que le dan a la ciénaga y, con ello, acortando la relación entre las aguas del río y las salinas.
Según los expertos, las obras de infraestructura hidráulica ya existentes deben ser revaluadas, y el proyecto de ampliación de la carretera Barranquilla-Santa Marta debe tener un enfoque integral para no volver a cometer los errores del pasado.
El Gobierno debe ser puntual y práctico respecto a sus acciones, entre ellas las prometidas hace meses, como la creación de una gerencia específica para el humedal. El país debe conocer también el detalle del plan que se proyecta para la ciénaga, así como los destinos de los presupuestos internacionales que se consiguieron para la recuperación de este vital ecosistema.
Aquí no hay tiempo que perder ni esfuerzos por escatimar en medio de la agonía de semejante tesoro natural.
EDITORIAL

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