Desde las alturas del barrio Mirador, en Ciudad Bolívar, sus habitantes no solo divisan buena parte de Bogotá, sino que ahora pueden asomarse al mundo, al presente y al pasado, gracias a la magia de los libros. La biblioteca pública El Mirador, inaugurada hace un par de semanas, ofrece 3.500 títulos que hacen justicia a los más de 700.000 pobladores de esta zona.
Pero además, brinda gratuito a internet, consulta de periódicos y revistas y una capacidad de 320 personas: todo un acto de justicia a la sed de aprendizaje que caracteriza a la localidad, la cual tiene un mayor número de colegios oficiales. Según la directora de la red de bibliotecas BibloRed, Consuelo Gaitán, esta es la cuarta de Ciudad Bolívar. Pero es la primera que está acompañada de un museo en la misma edificación: el Museo de la Ciudad Autoconstruida.
No se trata de un espacio cualquiera: mide más de 5.000 metros, tiene cinco pisos y es un gesto de reivindicación de las luchas y resistencias de sus habitantes, así como del espíritu solidario que ha llevado a los vecinos a construir por sí mismos sus viviendas y su propia sociedad. Más que obras de arte, este museo exhibe procesos: los relatos de sus habitantes, las conversaciones inspiradas por la Mesa Local de Memoria, los liderazgos colectivos y hasta una huerta comunitaria que gestiona la Mesa indígena. También hay un centro de exposiciones en el sótano. Lo que hace diferente a este recinto es lo que va más allá de los ladrillos: sus creadores se apartan del reclamo justificado para proponer un diálogo alrededor de los estigmas, una reivindicación de lo mucho que han conseguido cuando sus voluntades se juntan.
El museo y la biblioteca son el colofón de las obras de TransMiCable, pues esta es la última estación del sistema. No solo es la más alta y una de las más bellas, sino que ahora eleva a sus s por encima de los estereotipos. Es responder a la desidia de sus conciudadanos con el orgullo de haberle ganado el pulso a la vida.
EDITORIAL