El Ministerio de Agricultura convocó para hoy y mañana una ‘Asamblea Nacional de Cooperativas y Asociaciones Cafeteras’ en Bogotá, en medio de la crisis desatada por los precios bajos del grano. Si bien la intención del encuentro está orientada a la construcción de las bases para un llamado “Gran Acuerdo Cafetero”, que incluye temas como la comercialización, los programas de fertilización y la reforma de la tierra, brilla por su ausencia la participación de la Federación Nacional de Cafeteros.
Esto ha conducido a algunos dirigentes del sector a alertar sobre la eventual creación, por el Gobierno Nacional, de un nuevo ‘gremio’ caficultor para entregarle la istración del Fondo Nacional del Café. Produce por lo menos extrañeza celebrar una ‘cumbre’ de organizaciones de cultivadores del grano impulsada por la cartera agrícola y con una agenda con temáticas de fondo, sin contar con la Fedecafeteros, una institucionalidad sectorial en camino a su primer centenario.
Así que no genera mayor sorpresa que los cafeteros en todo el territorio nacional expresen esas alarmas sobre la intención gubernamental. El presidente Gustavo Petro lleva ya muchos meses expresando fuertes críticas contra la Federación y su manejo del sector, así como su inconformismo con la selección democrática de su actual gerente, Germán Bahamón. El primer mandatario ha manifestado en no pocas ocasiones su deseo de acercarse a las “bases cafeteras” para la reestructuración de un modelo que ya cumple 97 años con logros indiscutibles para la caficultura, las regiones cultivadoras y la economía nacional.
Causa extrañeza una ‘cumbre’ de organizaciones de cultivadores del grano, impulsada por la cartera agrícola, sin contar con la Fedecafeteros.
Como se ha escrito en este espacio anteriormente, es deber de la Casa de Nariño reconocer y dialogar con la Federación Nacional de Cafeteros como representante legítimo de 548.000 familias caficultoras en 23 departamentos del país, que generan alrededor de 2,5 millones de puestos de trabajo. En especial cuando la institucionalidad cafetera, en cabeza de su gerente Bahamón, ha sostenido en estos meses una constante actitud de diálogo y una disponibilidad para abordar los cambios y las críticas del Gobierno Nacional sobre el futuro de este sector.
Sería lamentable que se materializaran, esta semana o en el futuro próximo, los temores de estos dirigentes cafeteros acerca de la constitución de una estructura asociativa ‘paralela’ por parte del Ministerio de Agricultura. La Casa de Nariño tiene la legítima responsabilidad de discutir, diseñar e implementar las políticas públicas que enfrenten los retos coyunturales y estructurales que hoy amenazan a la caficultura. Pero también es deber del Gobierno Nacional construir esa estrategia en conjunto con el mundo cafetero, donde hay asociaciones y organizaciones activas, así como la Fedecafé.
Al choque de los precios bajos del grano se suma una amplia gama de problemáticas como los altos costos de la producción, la fertilización, la comercialización, la agroindustrialización de la cadena, el manejo de los cafés especiales, entre otras. Por el bien del país y del gremio caficultor, este abanico de retos debe encararse desde un ejercicio de unión y discusión democrática con las distintas voces del sector. Sigue pendiente –y es más urgente– ese tinto entre la Federación y el Gobierno.