Serena Williams, una de las más grandes tenistas de la historia, si no la más, lanzó, a través de la revista Vogue, la noticia de su próximo retiro, que fue como una bola imparable que sacudió al mundo deportivo.
Pero la maravillosa tenista norteamericana está en su derecho. Ya ha hecho una carrera de película, literalmente. Ahí está en las plataformas digitales El Método Williams, protagonizada por Will Smith, quien personifica a Richard Williams, el padre de Serena, de Venus y de tres hermanas más, quien con una disciplina dura, casi en exceso, como primer entrenador de sus hijas logró impulsar a Serena y a Venus, en especial a la primera, a la cumbre.
Serena, de casi 41 años –los cumplirá el 26 de septiembre–, anuncia que su último partido será en el US Open, que se jugará entre el 29 de agosto y el 11 de septiembre, mes muy significativo para ella, pues fue en septiembre de 1995, a sus 14 años, cuando se convirtió en profesional.
Desde fuera de las canchas todo se ve lleno de gloria, triunfos, fama y dinero. Pero detrás hay un mérito grande labrado a base de sacrificios, virtud y coraje. Comenzando por venir de una familia humilde y porque ella, afrodescendiente, precisamente en el llamado deporte blanco, debió enfrentar miradas y voces racistas. Así, a los 10 años ya había jugado 49 torneos y ganado 46. Y a los 40 acumula 23 grand slam, a uno de la australiana Margaret Court. Alcanzó los cuatro majors y cuatro medallas olímpicas de oro, además de ser 186 semanas continuas la número uno del mundo, récord que comparte con Steffi Graf. Y ha sido una de las más aguerridas en las canchas, que inundó de sudor y llenó de gritos de guerra y ánimo, porque allí no ha sido tan serena.
Pero cree que ha llegado la hora de colgar la raqueta, porque su hija, de casi 5 años, le reclama un hermano y ella quiere gozar de una familia. Hará falta en las canchas, pero vidas como la suya siempre serán un espejo para miles.
EDITORIAL