Como una escena de ‘El amor en los tiempos del cólera’: así se ve desde la orilla el avance del crucero fluvial AmaMagdalena. Su transitar recuerda viejas épocas de la historia del país, cuando las embarcaciones de vapor se deslizaban por el río sin el afán que caracteriza al transporte moderno.
AmaMagdalena es la primera de dos embarcaciones de propiedad de AmaWaterways, una empresa que desde este mes ofrece un recorrido de una semana que abarca tres departamentos. Comienza en Cartagena, desciende por el canal del Dique rumbo a Palenque y Calamar, sigue hasta Mompox y El Banco, regresa por Magangué, hace un desvío hacia el asentamiento de Nueva Venecia en la Ciénaga Grande de Santa Marta y finaliza con una celebración carnavalera en Barranquilla. Otro crucero, llamado AmaMelodía, zarpará en junio.
Revive así el romanticismo de los viajes fluviales, que por razones económicas desaparecieron a mediados del siglo pasado. El trayecto fue seleccionado por ‘The New York Times’ como uno de los destinos recomendados para el 2025, por lo que la curiosidad del mundo está puesta sobre el Magdalena y la cultura de sus pueblos ribereños. La llegada de visitantes promete dinamizar la economía de esas poblaciones, que ya se preparan para atenderlos con una nutrida oferta gastronómica, musical, ecoturística y comercial.
Su transitar recuerda viejas épocas de la historia del país, cuando las embarcaciones de vapor se deslizaban por el río sin el afán que caracteriza al transporte moderno
Esta propuesta de viajes de lujo seguramente inspirará a otras empresas a ofrecer planes para otros bolsillos, convirtiendo así al Magdalena en un foco del turismo nacional. Por tal motivo, el proyecto debe contar con el apoyo entusiasta de los gobiernos regionales y el central. Les compete a las autoridades garantizar la seguridad de la zona y la navegabilidad de las aguas, dos tareas que exigen cuidado permanente. El país no debe escatimar esfuerzos para promover que el río que cobijó los amores de Fermina Daza y Florentino Ariza adquiera, gracias al turismo, la condición de símbolo de Colombia para el mundo.
EDITORIAL