Nicolás Maduro ha pateado el ajedrez político con efectos inmediatos tanto en su país como en Colombia y la región. Con su amenaza sobre Guyana creó un nuevo e incierto escenario para el país y para el presidente Gustavo Petro, quien ha invertido buena parte de su capital político para tratar de abrirle espacios internacionales al régimen a cambio de mayores libertades políticas en Venezuela.
Ayer, después de días de silencio de la diplomacia colombiana, finalmente el jefe de Estado habló del tema a través de su cuenta de X. Sin ninguna mención a la responsabilidad de Caracas en la crisis, el Presidente colombiano sugirió que supuestamente hay fuerzas que buscan un conflicto en la región: “La desgracia más grande de Suramérica es que estallara una guerra entre sus pueblos. Desde hace años viene la pretensión de establecer un conflicto en nuestra esquina continental, colombianos apátridas y Trump lo discutieron”, escribió.
Petro pidió “erradicar la barbarie” en el continente e instó a Venezuela y Guyana a “desescalar el conflicto”.
Para el Gobierno colombiano, la situación es compleja. En primer lugar, porque entre Venezuela y Colombia hay una disputa por límites abierta desde hace décadas, por la repartición de soberanía sobre el golfo de Coquibacoa (que Caracas llama golfo de Venezuela) y el archipiélago de Los Monjes, y cualquier señal de que Bogotá valida los agresivos movimientos del régimen de Maduro sobre el Esequibo tendría impactos sobre los intereses del país.
Y es que para los analistas, lo que está pasando seguramente tendrá efectos sobre el país. Pese a que consideran que en este caso la intención de Maduro tiene como trasfondo cercar a la oposición de cara a las elecciones del próximo año, no se puede tomar a la ligera si se tiene en cuenta que en el pasado Caracas ha tratado de culpar a Colombia por varias crisis internas, entre ellas la de la energía eléctrica.
Enrique Prieto-Ríos, profesor de Derecho Internacional de la Universidad del Rosario, considera que hay dos riesgos que podrían derivar de los planes expansionistas de Maduro. En primer lugar, dice que puede tener efecto sobre las reclamaciones que hace Venezuela frente a Colombia.
“Si Colombia no rechaza este episodio, estaría ante una situación ambivalente y ambigua porque Venezuela está tomando una decisión de facto y no de derecho. Si Colombia no rechaza las vías de hecho, abre la puerta para que Venezuela utilice la misma estrategia en cualquier escenario, incluido el tema limítrofe que hay en Coquibacoa”, y agregó que más allá de las pretensiones de Maduro, “ningún referendo tiene validez frente a las decisiones de la Corte Internacional de Justicia (CIJ)”.
Prieto, además, menciona la crisis migratoria que podría derivar si se escala el conflicto. “Una confrontación militar expulsaría inevitablemente a miles de personas a la región, y Colombia seguramente sería un país receptor”, agregó.
Otra visión tiene Juan Nicolás Garzón, de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de La Sabana, quien no ve un riesgo directo sobre el territorio nacional.
“A diferencia de lo que pasa con el Esequibo, en el caso de Coquibacoa los intereses económicos no son tan evidentes. Aquí lo que se ve es una estrategia o un llamamiento nacionalista que si bien comparten con sectores de oposición, claramente busca distraer”, dijo.
Sin embargo, para el académico es claro que si Colombia no sienta una posición firme, “podría haber efectos en sus relaciones con Estados Unidos y con otros aliados del continente”.
Agresión por el petróleo
Pero incluso sin el tema limítrofe, la amenaza sobre Guyana contradice puntos fundamentales para el gobierno Petro. Primero, Maduro impulsa una política de expansión territorial que va en abierta contravía de las tesis de respeto y de rechazo a cualquier agresión expresadas por el Gobierno.
Segundo, Maduro busca la anexión de los territorios actualmente en disputa en la CIJ, que el régimen desconoce, para extraer petróleo. ¿Cómo leer esto después de que Petro anunció una sociedad entre Ecopetrol y Pdvsa para comercializar hidrocarburos hacia Colombia?
A las dificultades que tiene el Gobierno para tener que justificar alianzas para explorar petróleo, que contradice su política interna, se les suma un acto que transgrede la soberanía y la paz. De entrada, el Pacto de Bogotá queda muy mal parado, así como el multilateralismo en su conjunto.
El analista Andrés Segura considera que la apuesta de Colombia por fortalecer la confianza entre su gobierno y el régimen venezolano queda debilitada ante los anuncios del segundo con relación a la Guyana Esequiba y la captura de líderes de la oposición. “Si Petro quería jugar un rol siendo garante del proceso de estabilización democrática en el país vecino, este es un retroceso claro en su plan”, dice.
Por su parte, Gonzalo Araújo, de la firma de análisis Orza, considera que “el Presidente Petro ha reiterado que los instrumentos de política internacional suscritos por Colombia solo son exigibles a las causas que él considera deben hacerse y no de manera igualitaria para todo el mundo”.
Finalmente, el analista de seguridad Jairo Libreros recuerda que “lavarles la cara a los dictadores nunca ha sido un ejercicio sencillo, dignificante ni efectivo”. Para él, la cuenta de cobro política a quienes se embarcan en esa tarea se paga con desprestigio y desfavorabilidad. “Y esa factura ya desgasta al Presidente, quien infructuosamente intenta mostrarlo como un demócrata”.
REDACCIÓN POLÍTICA
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