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¿Qué responsabilidad tienen los alcaldes del país en este despelote?

Carlos Ordosgoitia, presidente de Asocapitales, explica cuándo se justifica presencia del Ejército.

Carlos Ordosgoitia

Carlos Ordosgoitia Foto: Archivo particular

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Según Carlos Ordosgoitia, alcalde de Montería y presidente de Asocapitales, a los alcaldes les ha tocado ‘muy duro’ en esta coyuntura de paro nacional y pandemia. ‘La construcción colectiva a través de la asociación ha sido muy productiva’, dice, y explica cuándo se justifica la presencia del Ejército.
¿Para qué sirve Asocapitales?
Es hoy una asociación que trabaja en agendas conjuntas, en articularse, en entender que también entre alcaldes capitales podemos hacer un gran trabajo de cooperativismo, de revisar, por ejemplo, las buenas prácticas de otras ciudades, y de ver quién puede facilitar lo que otras necesitan. El talento humano de cada territorio y de cada istración se hace mucho más evidente cuando hay ese cooperativismo, cuando la experiencia exitosa en una ciudad le sirve a otra.
¿Qué diferencia hay entre ustedes y Fedemunicipios? ¿No se pisan las mangueras?
Fedemunicipios agremia a todos los municipios del país, y Asocapitales se concentra donde hoy el 70 % de la población vive: en las capitales de Colombia. Y donde, obviamente, los problemas son mucho más complejos. Muchas ciudades capitales también son ciudad-región y eso es positivo e implica unos grandes retos. Temas migratorios y de seguridad obligan a tener profesionales con experiencia, a través de la asociación, al servicio de los alcaldes, para poder atenderlos. Además, con una directora ejecutiva con una claridad y visión, como es Luz María Zapata.
Sí, ella tiene fama de ser muy pila… Incansable. ¿Qué hizo que el alcalde de Montería presida la junta directiva de la asociación?
Fue una elección unánime, lo que implica trabajar cada día más para podernos articular y avanzar. El mismo día en que me eligieron firmamos con el presidente Duque la Ley 2082, que otorga una categoría especial a las capitales, lo que nos va a ayudar muchísimo porque, entre otras, vamos a aplicar de verdad la descentralización.
¿Eso significa que usted se lleva bien con todos los alcaldes del país?
Pues sí.
Confiéseme: ¿algunos que le caen mejorcito que otros? Porque hay unos de personalidad muy complicada…
Creo que todos tienen particularidades en sus capitales, cada uno está atendiendo los problemas que se han suscitado y se han hecho más evidentes por la pandemia, así como por los paros y bloqueos. Estamos buscando alternativas que conduzcan a solucionarlos. En eso estamos todos.
Ni la estabilidad de la población ni los bloqueos para desabastecer “o para que mueran niños en las ambulancias” se negocian
Vamos a eso. La procuradora Margarita Cabello ha sorprendido con una posición muy firme frente a la responsabilidad que les cabe a los alcaldes, en medio del despelote de estos paros y bloqueos, y en el control del orden público de sus ciudades. A veces parecería que algunos pretenden que los desórdenes los controlen solo desde el Gobierno en Bogotá…
Los alcaldes somos los primeros responsables de cada ciudad, de cada municipio, y en esta coyuntura que estamos viviendo, hay que ser muy asertivos en la comunicación, y darles garantías tanto a los que están marchando como a los que no. De la responsabilidad de los alcaldes sobre la seguridad ciudadana no hay ninguna duda.
Pero ha habido un peloteo entre algunos alcaldes con el Gobierno Nacional; cuando las cosas salen muy mal, la culpa y el manejo lo tiene el Gobierno, cuando la primera autoridad de policía de sus ciudades son los alcaldes. Por eso le pregunto concretamente: ¿qué responsabilidad les cabe a los alcaldes en el manejo del día a día del orden público, y de ese problema tan grande que son el vandalismo y los bloqueos?
El día a día, y lo que compete a la seguridad ciudadana y a la instrucción directa que se le dé al comandante de la Policía, ya sea metropolitana o de cada ciudad, pues eso depende finalmente del alcalde. Esas instrucciones, repito, tienen que ser claras y muy asertivas, no solo en la instrucción, sino también en el lenguaje que se utiliza, para que hoy, los que están en las calles sientan total garantía y respaldo; y al mismo tiempo que a los que no están marchando se les respeten sus derechos y se les brinde el mismo respaldo. Y ya sobre los bloqueos, hemos sido enfáticos todos los alcaldes en que no estamos de acuerdo con las vías de hecho ni con la violencia, ni mucho menos con los bloqueos, porque se pone en juego también la vida de los ciudadanos y el abastecimiento, que en plena pandemia también exige urgentemente insumos médicos. Entonces es muy claro que esa dinámica nacional, que de una u otra manera sobrepasa la responsabilidad de un alcalde, no compite con lo que se debe hacer en el día a día.
¿La dinámica nacional, cuál es? No todas las ciudades ni todos los alcaldes tienen las mismas presiones de lo que usted llama la “dinámica nacional”. Cada cual tiene sus circunstancias. Cada alcalde tiene que ver cómo resuelve el bloqueo. Cómo impide los saqueos. Cómo evita la destrucción del transporte público. Cómo abre el paso del suministro de alimentos. Porque cada alcalde tiene su cuota de responsabilidad en su tajadita de territorio…
Sí, claro, tenemos responsabilidad, sin duda alguna, y la estamos asumiendo con liderazgo.
¿Y la están asumiendo?
Hay una dinámica que se puede ver desde el ámbito nacional, pero que lógicamente hoy está direccionada a algunas de las ciudades capitales más que hacia otras.
Cuando ya llega un punto de inflexión, en el que los marchantes ya no están marchando sino bloqueando, cuando los que están protestando lo están haciendo a través de vías de hecho y generando violencia y desabastecimiento, pues ahí entra el Gobierno, también con el alcalde y con el gobernador, a trabajar en una articulación, buscando todos los mecanismos, a través de mesas de diálogo, de construcción de políticas públicas, de escuchar, para lograr desbloquear y que nuevamente el abastecimiento y el funcionamiento normal de la ciudad vuelva.
Cuando ya la marcha se convierte en violencia, se desdibuja la posibilidad de expresarse de manera pacífica
Ahí se puede compartir de una u otra manera esa responsabilidad, cuando se llega a un punto de esos. ¿Qué hacemos los alcaldes que hoy no tenemos esos inconvenientes?, pues dar las instrucciones necesarias en materia de orden público, a través de puestos de mando unificado y monitoreo; convocar a los que hoy están de una u otra manera liderando esas marchas, y con ellos construir rutas, horarios para las manifestaciones, y dar las garantías para que se haga como está planteado.
Y, en caso de que no, sí entraría la Fuerza Pública a controlar cualquier infiltración que pueda tener la marcha. Un ejemplo: en el caso de Montería, ha sucedido que salen 200 jóvenes a marchar y 5 jóvenes empiezan a hacer vandalismo, no sabemos con qué tipo de motivaciones, utilizando vías de hecho, violencia, y lógicamente ahí la policía ya actúa.
Pero los alcaldes no pueden cruzarse de brazos, escudándose en que el paro está decretado a nivel nacional, y que por ende, si algunos de sus actores se ponen violentos, ahí verá el Gobierno cómo lo resuelve. ¿Ustedes están conscientes de que cada alcalde tiene que poner su grano de arena en su ciudad, en la medida de lo posible, para evitar que se desborde el orden público?
Tenemos esa responsabilidad y la estamos asumiendo.
¿Y sí se está logrando poner orden?
En muchas ciudades, sí. Hemos tenido inconvenientes, claro. Lo que está sucediendo en Cali, por ejemplo, es lamentable.
¿Y qué me dice de Bogotá?
Cuando ya la marcha se convierte en violencia, se desdibuja la posibilidad de expresarse de manera pacífica y comienzan las vías de hecho, los bloqueos, ya le toca actuar a la Fuerza Pública.
La Policía no es infalible en no equivocarse, deben investigarse las acciones y que caiga en el infractor todo el peso de la ley
¿Usted está de acuerdo con que las Fuerzas Militares entren como apoyo de la policía local cuando así las circunstancias lo justifiquen, o comparte la opinión de varios alcaldes que por ningún motivo quieren ver ejército en sus calles?
El camino es el diálogo y la concertación. Hay muchas más deudas sociales, que la pandemia desnudó, de las que imaginábamos. Hoy se debe atender y proponer soluciones a partir de la construcción colectiva. Por allí hay que comenzar. Esa construcción requiere de grandeza de nuestras acciones para ser capaces de enderezar el camino: lo que no vaya bien, corregirlo o desecharlo. Y lo que funcione bien, mejorarlo. También se requiere el concurso ciudadano.
Pero ¿Ejército sí o no?
Cuando uno garantiza el derecho a la marcha, da un acompañamiento con organismos de derechos humanos, organismos de control, gestores de convivencia; cuando hay la protección a los marchantes y a los no marchantes; cuando uno propicia los espacios y las mesas para escucharnos, no solo con el Gobierno, sino con los gremios, con todos los sectores y con los jóvenes que están hoy manifestándose, se generan todas la garantías.
En lo que sí quiero ser enfático es en que no podemos negociar la estabilidad de la población, no podemos permitir bloqueos que generan desabastecimientos o para que mueran jovencitos o niños en las ambulancias porque no pueden llegar a atenderse en un hospital.
Yo creo que, bajo ese sentido, las Fuerzas Militares deben ayudar a la población. Hoy la Policía está haciendo un gran esfuerzo, y lo digo por Montería, y por muchas zonas del país. La Policía no es infalible en no equivocarse, deben investigarse las acciones y que caiga en el infractor todo el peso de la ley.
En Montería, por ejemplo, hemos logrado que el Ejército y la Policía trabajen de manera articulada, haciendo patrullajes diurnos y nocturnos, en aras de garantizarles a los ciudadanos su seguridad. Lo estamos haciendo en sitios periurbanos, respetando los derechos de cada ciudadano.
¿Cree que a esta generación de alcaldes le ha tocado especialmente duro?
Cuando llevábamos 50 días de ejercicio comenzó esta locura de la pandemia. Y armar un Plan de Desarrollo en medio de estas dificultades no es fácil. En Montería, por ejemplo, nos organizamos a través de una plataforma tecnológica para consolidar el Plan de Desarrollo, logrando recibir 2.300 propuestas. Es el más participativo en la historia de la ciudad. También activamos la participación ciudadana a través de un programa que se llama La Gente Decide, en el cual, por comunas, los ciudadanos escogieron los proyectos estratégicos cuya inversión debíamos priorizar desde la istración. Eso nos dio un gran mandato. Estamos haciendo lo importante para después no tener que hacer lo urgente, para que la gente vuelva a creer otra vez en que se pueden hacer las cosas diferentes. Estoy casi seguro de que Montería fue la primera ciudad, este año, que tiene listo el POT, a pesar de las dificultades de la pandemia. A los alcaldes, y no se trata ni de izquierda ni de derecha, nos ha tocado muy duro, y esa construcción colectiva a través de Asocapitales ha sido muy productiva.
MARÍA ISABEL RUEDA

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