
Foto:
Noticia
Exclusivo suscriptores
'Una derecha que le apunte al fracaso del cambio termina hundiéndose a sí misma': Gonzalo Sánchez
El exdirector del Centro Nacional de Memoria Histórica habló sobre los desafíos futuros del país.

Gonzalo Sánchez.
Foto:
¿Estamos en presencia de un nuevo ciclo de violencia como algunos sugieren
Luego de varios procesos de paz, relativamente exitosos la mayoría, no llegamos al posconflicto. ¿En qué estamos fallando?
Son pendientes que luego pasan factura…
Para las comunidades, la violencia de unos y otros se volvió indiscernible. Lo poco de insurgencia que queda navega en aguas turbias. El caso extremo es el Cauca, territorio mártir de todos los apetitos guerreros, no para mejorar las condiciones de la población, sino para doblegarla a su codicia por las rentas y las rutas del crimen.
Usted ha planteado que hemos transitado de un conflicto Estado-insurgencias, a un conflicto multidimensional. ¿Qué lo caracteriza?
Por eso el cierre del ciclo guerrillero, que proclamamos en el 2016, está todavía inconcluso. No solo subsisten remanentes de las antiguas FARC bajo distintas denominaciones, con distintas pretensiones y distintas representaciones o justificaciones de su permanencia por fuera de la institucionalidad, sino que se han acrecentado otras expresiones de violencia que vienen también desde décadas atrás.
La cuestión, creo yo, es que el país compró el argumento de la derecha de que el problema eran las FARC. Y que derrotarlas política o militarmente resolvía todo. Y se negoció con ellas y la violencia siguió. Hoy nos resulta evidente que la violencia no era solo las FARC, o sus relevos.
Pero en la mesa se pusieron temas de alcance nacional, más allá de las FARC…
La consigna-programa Paz Total trata de dar cuenta ahora de esa realidad. La de que los pendientes de Colombia van más allá del “asunto FARC” y pasan por un entramado de carencias y reclamos sociales no resueltos.
¿Y cómo relacionaría usted los dos procesos?
Pero la Paz Total encontró tropiezos jurídicos desde el principio. Eso contó mucho.
Pero el meollo está en el momento previo: la voluntad o las indecisiones de los actores armados por la opción de abandono de la lucha armada y su tránsito a la lucha democrática por la transformación de la sociedad. Este gobierno constituye una ventana de oportunidad para ellos arriesgarse a retomar el camino de la política sin armas.
¿Qué ha cambiado en el panorama como oportunidad?
La pregunta hoy es qué tanta voluntad y decisión tienen los actores armados para negociar. Pero también ha habido resistencias de importantes sectores de la sociedad. Nos movemos en una tensión crítica de doble signo. La persistencia de desencuentros considerables con el país del No del Plebiscito, por un lado, y por el otro, el hecho de que el Estado y la sociedad siguen en deuda con el país del Estallido Social.
¿Cómo salir de esos desencuentros?
La segunda dimensión de ese Pacto Social, ya no frente a los actores armados sino frente al país, es la Agenda del Cambio que consistiría en sacar adelante consensuadamente las reformas pendientes que cursan en el Congreso. Estas reformas darían sustrato material a la Paz Total, y de contera fortalecerían la capacidad negociadora del Estado frente a los grupos armados.
Hay una complementariedad estructurante entre la mesa de negociaciones, y la tarea parlamentaria con su agenda reformista. Son tareas de país, de sociedad, no sólo de gobierno. Ojalá lo entendieran así las distintas fuerzas políticas.
¿Qué riesgos hay si esa dupla, Pacto y reformas no funciona?
Una derecha que le apunte al fracaso del cambio termina hundiéndose a sí misma.

El presidente Gustavo Petro habló de "nacionalizar" la vía al Llano.
Foto:
¿Insinúa un eterno retorno de nuestra conflictividad?
Y mire usted, a diferencia de Chile, donde hay una democratización social sin Constitución democrática, puesto que sigue vigente la de Pinochet, aquí tenemos una Constitución disponible para la expansión democrática, una Constitución-programa para una continuada deliberación pública.
¿El Presidente es quien está poniendo la agenda del debate político?
¿Dónde están los límites institucionales para la concreción de las reformas?
Si la agenda queda inconclusa, como parece, seguirá siendo la agenda política por años. La voluntad de cambio no tiene reversa. Petro gana si le aprueban, pero también gana si no le aprueban. Una agenda inconclusa dejaría un espacio político para un petrismo sin Petro, o más allá de Petro.
Otro camino, recalcitrante, que aflora con cierta recurrencia, es el de incentivar la rabia contra el Gobierno, o la sedición. Pero puede crecer también exponencialmente la indignación popular contra quienes sean percibidos como enemigos del cambio.
El remedio contra la rabia no es más rabia, sino más serenidad para pensar en los intereses de largo plazo del país.
La Paz Total parecía estar en la dirección correcta para cerrar, las múltiples dinámicas de violencia. A estas alturas… ¿se está haciendo evidente su inviabilidad?
En temas tan estratégicos la pérdida de perspectiva histórica nos puede llevar a conclusiones apresuradas: o bien a la mirada catastrofista del impaciente que quiere transformaciones repentinas de problemas estructurales, o a la mirada inocente que sueña con transiciones sin tropiezos ni reveses. Flexibilidad y perseverancia son dos atributos de cualquier pacto social.
Pocos ponen en duda la necesidad de profundas transformaciones, pero en todo caso democráticas, producto de consensos, no de imposiciones. ¿Ve jugado definitivamente al gobierno en el “todo o nada”?
Yo entiendo bien que hay una dosis no despreciable de oposición desleal. Pero también hay mucho disenso inherente al debate democrático, que hay que respetar y valorar y el presidente no lo puede tomar como ataque personal y responder compulsivamente. Su función histórica trasmutó, no es tanto debatir y demostrar, como lo hizo ejemplarmente en su condición de parlamentario. La tarea del presidente, por el contrario, es ejecutar o velar para que se ejecute, es el jefe del Ejecutivo. Distinguir funciones es un principio fundamental para la eficacia de las instituciones.
¿Un comentario final?
No le carguemos al inmediato futuro del país más deudas de las ya acumuladas. Vivimos un mundo desencantado. Pero no es el momento de salir en estampida. Me gustaría invitar a la difícil tarea de seguir soñando.