En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Exclusivo suscriptores
‘No podríamos medir con el mismo termómetro voluntad de Farc y Eln’: Pizarro
María José Pizarro, quien hace parte del grupo negociador, habló sobre los desafíos de la paz.
María José Pizarro, senadora del Pacto Histórico Foto: @SenadoGovCo
En 1990, los diálogos entre el Gobierno de Virgilio Barco y el M-19 se materializaron con la desmovilización de la insurgencia, de la cual Carlos Pizarro Leongómez era uno de los comandantes. Más de 30 años después, la senadora María José Pizarro Rodríguez, una de sus hijas, hace parte del proceso de paz que adelantan el Ejecutivo liderado por Gustavo Petro y la guerrilla del Eln. Aunque se da desde distintas orillas de la mesa, hay un paralelismo histórico. Padre e hija ya hacen parte de la extensa historia de búsqueda de paz en Colombia.
Con el objetivo de poner fin a la confrontación armada de 58 años con el Eln, Pizarro Rodríguez se sumó al equipo negociador gobiernista que, dicho sea de paso, cuenta con el mismo número de mujeres y hombres. En entrevista con EL TIEMPO, la congresista habló de la posibilidad de que se cree una mesa de género para las negociaciones y dio luces sobre la marcha de los diálogos —que cataloga como “inéditos”— entre una guerrilla de izquierda y un Gobierno progresista.
Ocho mujeres y ocho hombres negociarán por parte del Gobierno con el Eln…
Es la primera vez que tenemos una mesa de negociación paritaria. Es decir, que está compuesta por un número igual de hombres y de mujeres. No es centrarnos en que a las mujeres nos ponen solo para cubrir el tema de género, sino que somos mujeres con diversas cualidades y características que permiten facilitar y generar unas condiciones favorables para la negociación por nuestra experiencia y nuestro conocimiento.
A propósito de la llegada de las cuatro nuevas negociadoras, ¿qué destaca de la inclusión de Adelaida Jiménez, María Jimena Duzán, Nigeria Rentería y Mábel Lara?
Refiriéndome a las cuatro nuevas negociadoras que llegaron, se tiene a una mujer que es teóloga, es una de las mujeres que ha estudiado seriamente el tema, pero que no obligatoriamente pertenece a la Iglesia Católica, sino que llega con una visión muchísimo más amplia y puede garantizar, como pastora presbiteriana, la participación de otros sectores dentro de las distintas congregaciones de fe.
También se tiene a dos mujeres que más allá de ser periodistas, por ejemplo, en el caso de Mábel Lara, ella fue candidata al Senado. Tienen un conocimiento de lo que ha sido el conflicto armado en nuestro país desde su visión de periodismo de investigación. Nigeria Rentería es una mujer que ya hizo parte de la delegación con las FARC y, por lo tanto, tiene experiencia directa como negociadora. Puede aportar en ese sentido, no es solamente el conocimiento que ella tiene del capítulo de género.
Además, ¿qué experiencia resalta de las mujeres, entre las que está usted, que hacen parte del proceso de paz desde antes?
Tenemos a Olga Silva López, que viene del mundo de la defensa de los derechos humanos y ha trabajado muy fuertemente en el tema de defensa de derechos humanos. Yo vengo de de trabajar muchos años en el Centro Nacional de Memoria Histórica. No solamente en la construcción de memoria, sino en la participación efectiva de las víctimas en el país con un trabajo de cinco años en el diseño de la implementación y coordinación de la estrategia de participación de víctimas, más allá de las víctimas que hacen parte de las mesas de participación. Están Dayana Urzola Domicó, una joven mujer indígena, y Rosmery Quintero, la presidenta de Acopi (Asociación Colombiana de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas). Eso le da a la delegación femenina una robustez en términos de la representación de distintos sectores sociales.
Mujeres integrantes de la mesa de diálogo. Foto:Alto Comisionado para la Paz
A partir de esta presencia femenina, que corresponde con las cifras de mujeres víctimas del conflicto armado, ¿habrá una mesa de género en estos diálogos con el Eln?
Lo estamos conversando, pero hay que definir exactamente cómo se va a desarrollar. Hubo un primer encuentro entre ambas delegaciones la semana pasada y estamos mirando cuál es la mejor ruta. Hubo un encuentro entre las mujeres de ambas delegaciones que vamos a estar al frente. Más allá de una conversación y de acordar cuál era la mirada de género que teníamos cada una de las delegaciones, lo que sabemos es que es un tema que no se puede obviar. Tiene que estar incorporado en la agenda. Creo que hay áreas donde se tiene que desarrollar con muchísima fortaleza. Por ejemplo, en el tema de participación y el de democracia. Creo que allí se puede ir profundizando en la discusión alrededor de lo que han significado el conflicto armado y las afectaciones para las mujeres, tanto civiles como combatientes.
Cuando usted fue nombrada negociadora, explicó que llega a la mesa como “hija de la guerra”. ¿A qué otros negociadores los considera de la misma manera?
Está el mismo Iván Cepeda, su padre fue asesinado también en el marco del conflicto armado. Carlos Rosero, aunque no es ‘hijo directo’, es una persona que viene del territorio y eso pone ahí los ingredientes que me parecen importantes.
¿Este Gobierno, por ser de izquierda, tiene más capacidad de construir confianza con la delegación del Eln que gobiernos anteriores?
Es inédito que una guerrilla que tiene una posición política de origen de izquierda esté negociando con un Gobierno progresista. Eso, de entrada, genera que la discusión se dé en unos términos diferentes a los que se podrían dar con gobiernos de otras posiciones políticas.
Monseñor Héctor Fabio Henao en la mesa de diálogo. Foto:Cortesía
¿Cómo consolidar desde el Congreso los acuerdos que puedan surgir de estos diálogos, en caso de que sean fructíferos?
Lo que se planteaba como una ruta dentro del acuerdo de paz con las Farc era que ‘nada está acordado hasta que todo esté acordado’. En el caso de este acuerdo, las cosas se irán implementando a medida que se vayan acordando. Eso ya supone un cambio significativo. Por el otro lado, están los alivios humanitarios que empezarán a darse muy prontamente y que van a permitir ir generando confianza y consensos en el desarrollo de esta misma negociación. El diálogo es una ruta completamente diferente: el hecho de que el jefe negociador, Otty Patiño, sea una persona que viene de un proceso de paz refuerza en términos de lenguaje, de la forma misma en la que se puede desarrollar el diálogo. Incorpora unos matices completamente diferentes.
¿En ese sentido, qué opina de la participación de José Félix Lafaurie en los diálogos?
Me parece importante resaltar la participación no solamente del sector ganadero, sino del del Centro Democrático. Eso ya va poniendo unos matices completamente diferentes y posibilidades en la ruta. El resto está por avanzar, hay que terminar de definir la agenda en este primer ciclo y poder avanzar en ese sentido.
¿Qué directrices hay, teniendo en cuenta que ya no está la figura de reelección y estos diálogos tendrían que adelantarse en tres años y medio ante la incertidumbre de no saber quién llegará en 2026 a la Presidencia?
Esto es una política de Estado. Eso sucede cuando se aprueba en el Congreso de la República la reforma de la ley 418, que es la que se conoce como de ‘paz total’. En el momento en el que se aprueba esta ley en el Congreso de la República, se asume que la paz es una política de Estado y no una política de Gobierno. Eso marca una diferencia total. No quedamos al vaivén de los gobiernos, sino que, independientemente de lo que suceda, tendrá que continuarse como política de Estado por parte del gobierno entrante. Se van a incorporar todos los mecanismos posibles para que este proceso de paz sea asumido como compromiso del Estado colombiano. Se va a buscar blindar todo lo posible porque definitivamente no podemos quedar con una implementación débil, no podemos debilitar el proceso de paz.
Mesa de diálogos entre Gobierno y Eln en Caracas. Foto:Archivo particular.
¿Qué lecciones quedan del Acuerdo de Paz firmado con las Farc?
Quedan unas elecciones aprendidas de los distintos acuerdos políticos. No solamente el acuerdo político con las Farc. La paz no empezó en Colombia con los diálogos en La Habana. La paz empezó en Colombia desde 1990 y tenemos experiencias en 1984 alrededor de este tema. Tenemos que recoger los aprendizajes, las lecciones aprendidas, los aciertos y desaciertos de los distintos procesos de negociaciones en nuestro país. El hecho de que una persona como Otty Patiño esté al frente de la delegación garantiza una revisión con una perspectiva histórica mayor de lo que han sido los acuerdos de paz en Colombia.
Hace unas semanas, Roy Barreras decía en un foro conmemorativo de la paz que hay que negociar como si no hubiese guerra y combatir como si no hubiese diálogo. ¿Esta postura está presente en estas negociaciones actuales que aún no tienen cese del fuego multilateral?
Por un lado, hay una serie de protocolos que tienen que empezar a construirse y tienen que regir para que el proceso de paz se pueda dar con toda tranquilidad. Creo que los alivios humanitarios van en ese sentido: desescalar las tensiones, generar confianza, trabajar de manera mucho más acertada y poder entregarle al país la tranquilidad y la seguridad para poder desarrollar los diálogos. Hay una responsabilidad que tiene el Estado en términos de seguridad, que tienen las Fuerzas Armadas. Creo que todavía nos queda un camino largo en este sentido. No me gustaría adelantarme hasta que no hayamos avanzado en este aspecto.
Carlos Pizarro durante la entrega de armas del M-19. Foto:Archivo / EL TIEMPO
Ahora que menciona a la Fuerza Pública, ¿cuál es su reacción al anuncio que hizo el ministro del Interior con respecto a que los policías detenidos durante el paro también serán gestores de paz?
Me parece maravilloso. De eso se trata la figura de gestorías de paz. No es solamente que los jóvenes que participaron en las movilizaciones y hoy están detenidos puedan ser gestores de paz, sino que la gestoría de paz también se lleve a cabo por parte de la policía. Quiero reaccionar muy favorablemente. Me parece que el camino es el acertado. La paz la tenemos que construir entre todos. La paz no es una imposición. Es un acuerdo, un diálogo y, para ello, desde distintos sectores sociales se tiene que empezar a trabajar en función de la paz, desde que la figura de las gestorías de paz garantice y respete la independencia de poderes.
¿Qué puntos fundamentales se han establecido desde el Gobierno para acercar al país al objetivo de la ‘paz total’?
Hay varios proyectos que van en ese sentido. Aunque el proyecto de ley de regularización del cannabis no es presentado por el Gobierno nacional, sí ha tenido el respaldo del Gobierno. Eso es muy importante. Este proyecto de ley tiene todo que ver con el proyecto de ‘paz total’. Es un tema que nosotros y el mismo presidente Gustavo Petro hemos planteado: la necesidad de diseñar una política que no sea fallida en contra de las drogas. Una política de lucha contra las drogas que no sea fallida.
Entendiendo la carga dolorosa que hemos tenido que soportar en nuestro país, puede haber un poco más de justicia y de actitud más simbiótica por parte de otros países del mundo, asumiendo la parte de responsabilidad que les toca. La regularización del cannabis tiene una serie de potencialidades en nuestro país en temas de paz. Por otro lado, está la jurisdicción agraria, que va en ese sentido; el reconocimiento del campesinado como sujeto derechos, y la ley de ‘paz total’. Son proyectos de ley que se han tramitado en el Congreso que van a tener todo que ver, incluso en la ratificación del Acuerdo de Escazú.
¿Se puede decir que esos son los asuntos que quiere resolver la ‘paz total’?
Sí. Hay un tema ambiental, de reconocimiento del campesinado, de un enfoque distinto en la lucha contra las drogas y hay temas que pareciera que no tienen que ver, pero todo el tema de participación política libre de violencias contra las mujeres hace parte de eso. Hace parte también de la paz en un país donde las mujeres nos hemos llevado las consecuencias de la guerra de una manera completamente diferencial. El hecho de que los proyectos de paz incorporen no solo una perspectiva de género, sino que además ayuden a avanzar en términos de representación política. El Ministerio de la Igualdad también es muy importante en términos de poder hacer una paz definitiva en nuestro país.
¿Existe la posibilidad de que el Eln, viendo las bajas votaciones que ha obtenido las Farc en el Congreso, sea reacio a dejar las armas o haga más exigencias para llegar a un acuerdo?
Cada uno tiene enfoques diferentes. En la misma lucha insurgente del Eln, las Farc y otros grupos guerrilleros que han existido en la historia de nuestro país hay diferencias sustanciales, enfoques distintos, presencia territorial diferenciada. No podríamos medir con el mismo termómetro la voluntad y la mirada sobre la paz que tuvieron las Farc en su momento con la mirada que puede tener el Eln. Son dos organizaciones distintas con líneas ideológicas distintas y posiciones frente a la paz, creo yo, diferentes. Así como las tuvo el M-19 en su momento. Por eso, en 1990 firmaron la paz, se desmovilizaron, tuvieron logros importantes, en términos de lo que fue su participación en la Asamblea Nacional Constituyente. En fin, son historias diferentes y no podemos medir con el mismo rasero a las distintas organizaciones en términos ideológicos y de operación.
¿Cómo compagina sus labores como congresista con las de negociadora?
Es una sobrecarga. El trabajo en el Congreso tiene unas cargas y asumir esta nueva responsabilidad tiene otras. Hay una mayor responsabilidad. Estoy intentando no ausentarme de las plenarias, por lo menos en los proyectos de relevancia sobre los que yo tengo una responsabilidad inmediata. Hasta ahora lo he podido compaginar muy bien y no he descuidado mis labores en el Congreso por asumir mi rol como negociadora ni he descuidado mi rol como negociadora para mantenerme en el Congreso.
¿Cuál es su expectativa sobre este proceso de paz?
Tengo la esperanza de que podamos abordar todos los temas con franqueza, con tranquilidad y dándole soluciones a la gente. Creo que vamos por buen camino, hay un clima de respeto y confianza entre ambas delegaciones. Espero que logremos el objetivo de entregarle a Colombia la posibilidad de la paz. El fin de los ciclos de las guerrillas de nuestro país. Si logramos avanzar en un modelo de negociación mucho más amplio con otros grupos, como bien lo ha planteado el alto comisionado para la Paz, ese es el camino. Mi papel por supuesto es garantizar no solamente la participación, sino llevar y representar las voces de las mujeres, las juventudes y las nuevas generaciones. En esa voluntad que he expresado, nosotros como generación no aceptamos nada diferente a la paz.