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'Los migrantes pueden abrir oportunidades de desarrollo': Roi Chiti
El coordinador de ONU-Habitat para los Países Andinos habló sobre el proyecto Ciudades Incluyentes.
Roi Chiti, coordinador de ONU-Habitat para los Países Andinos. Foto: Onu Hábitat
Cuando un refugiado llega a otro país, existe una fase denominada de "emergencia" en la que distintos organismos protegen y orientan a esta población. Sin embargo, cuando esta ostenta la voluntad de permanecer, se pasa a una siguiente fase igual de crítica, pero que no es del todo trabajada: la integración.
Para resolver ese problema, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional para las migraciones (OIM) y ONU-Habitat se unieron hace cuatro años en una iniciativa denominada Ciudades Incluyentes, Comunidades Solidarias, la cual, con financiación de la Unión Europea, busca reducir las vulnerabilidades de los refugiados y migrantes venezolanos e incrementar la resiliencia de las comunidades de acogida en 6 países y 10 ciudades de Latinoamérica y el Caribe.
Y es que con corte a mayo de 2023, la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela constató que de los 6’136.402 venezolanos refugiados que existen en América Latina y el Caribe, 2’480.000 se encuentran en Colombia.
Con el propósito de explicar cómo funciona este proyecto presente en Barranquilla, Bucaramanga, Cúcuta y Villa del Rosario, EL TIEMPO entrevistó al coordinador de ONU-Habitat para los Países Andinos, Roi Chiti.
¿Qué podemos entender por Ciudades Incluyentes?
Ciudades Incluyentes es un proyecto que se implementa en 6 países y 10 ciudades de América Latina, un proyecto que intenta contribuir a reducir la vulnerabilidad de las poblaciones refugiadas y migrantes de Venezuela, pero también de las comunidades que les han acogido. En Colombia en particular estamos en Barranquilla, en Cúcuta, Villa del Rosario y Bucaramanga. La Unión Europea es el donante que nos ayuda en este esfuerzo de trabajar más este fenómeno a nivel de integración.
¿A qué se refiere?
Hay una primera fase de emergencia que requiere protección y orientación a esta población. La fase de integración es la atención a personas que tienen la voluntad de permanencia. La integración tiene que tener lugar en los territorios ¿En qué territorios? Los territorios en los cuales al tiempo que están acogiendo población están expulsando personas. Estamos hablando de los barrios periféricos y precarios de Colombia.
Cuando hablo del abordaje territorial no es solamente intervenir en el territorio, sino armar procesos de diálogo, mejorar el entorno físico, involucrando estas dos poblaciones que por el simple hecho de dialogar y de tomar decisiones sobre su territorio están avanzando en la integración.
Ciudades Incluyentes en Barranquilla. Foto:Onu Hábitat
¿Qué diferencia hay entre un refugiado y un migrante?
Los refugiados y los migrantes tienen sus propias características y tienen necesidades diferentes. Los migrantes son todas las poblaciones que salen de su país de origen, se mueven por razones que van desde lo muy personal hasta por la ambición de cambiar su propio nivel de vida. Mientras que el refugiado deja su país por miedo a la persecución y por situaciones de violencia y que, por lo tanto, necesita una protección adicional.
¿Qué beneficios tiene integrar a la población migrante y refugiada con la población local?
Está reconocido que las ciudades del mundo que han logrado integrar personas de diferentes orígenes han podido desarrollarse más. La diversidad trae elementos de innovación, tener personas con puntos de vista y experiencia diferentes puede ser una ventaja importante para la ciudad. En el imaginario común se ve al migrante como una amenaza (en empleo) cuando no necesariamente es así, ya que se pueden construir oportunidades. Hicimos una pequeña investigación y nos dimos cuenta de que sobre todo las mujeres abrieron oportunidades en el sector de la belleza. No estaban quitando trabajo, estaban dando.
Además, apoyando el desarrollo de estas dos comunidades, evitamos un fenómeno que muchas veces se crea cuando solamente se apoya a la población refugiada y migrante, es decir, más xenofobia y repulsión hacia el migrante. Así se rompe un poco este ciclo de segregación.
¿Cómo definen a la población local con la que trabajan?
Estamos hablando de la inclusión más total, entonces trabajamos con todos los segmentos de la sociedad que encontramos en estos barrios. Por la característica de los barrios que estamos hablando casi siempre de población de bajos ingresos y bajo nivel de educación, nos encontramos con mujeres, niños, niñas, adultos mayores, jóvenes de todo tipo, personas con discapacidad.
Hemos visto cómo las comunidades han cambiado. Su percepción y acogida a la población migrante y refugiada ha mejorado en estas ciudades donde estamos trabajando. De hecho, dos barrios que antes estaban en conflicto ahora se van a unir para construir un puente. También la seguridad ha mejorado mucho. En Barranquilla hay refugiados que participan en la gobernanza a nivel local.
¿Qué es lo más difícil a la hora de ejecutar este modelo?
A nivel de las comunidades, el desafío es estar seguros de que estamos involucrando a todos. Luego, combatir la resistencia que pueda generarse y tomar decisiones basadas sobre datos y no en percepciones.
¿Cómo se combate el entorno criminal de las calles que es como un imán receptor de migrantes?
La visión del proyecto es que si no avanzamos en el proceso de regularización de un lado y de integración del otro, tendremos un grupo de refugiados y migrantes que son carne y mano de obra para la criminalidad. Lo primero que hay que hacer es trabajar para no tener personas que no tengan ninguna otra opción que entregarse a estos grupos o empezar a cometer crímenes.
¿Hacia dónde apuntan a nivel global y en Colombia en particular?
Queremos consolidar todo lo que hemos ganado tanto en las ciudades donde hemos intervenido como en otras ciudades. Hoy los actores internacionales entienden más la necesidad de la integración en el territorio. El proyecto continúa y seguiremos implementando acciones que quedan por finalizar.