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El crucial peso de la religión en las elecciones de 2022
Petro, Alfredo Saade y Alejandro Gaviria ponen sobre la mesa relación entre bendiciones y votos.
La fe mueve montañas, dice el refrán de inspiración bíblica. Y para los políticos, moviliza votos. Al menos, así lo han creído a lo largo de la historia democrática del país que en vísperas de elecciones voltean a mirar al cielo. En esta oportunidad, el tema surgió de manera adelantada por parte deGustavo Petro y Alejandro Gaviria, dos de los precandidatos a la presidencia quienes causaron sorpresa entre ateos y creyentes.
Petro incluso mencionó que llevaría a cabo un “pacto con el Jesús que prefiere a los pobres”, y de esta manera, solucionar los problemas del país. Mientras que Gaviria anotó que es ateo, pero que comparte la esencia del catolicismo: “amar al prójimo”.
De hecho, el aspirante que ahora recoge firmas en el país precisó que en medio de los confinamientos él era partidario de priorizar la reapertura de las iglesias y lugares de culto porque “las necesidades espirituales” son “importantes, incluso las más importantes”.
Todos los candidatos saben que la religión jugará un papel importante debido al mensaje
Para Guillermo Henao, politólogo y estratega político, “todos los candidatos saben que la religión jugará un papel importante debido al mensaje que instituciones como la Iglesia católica y las iglesias cristianas pueden enviar a sus fieles”.
Para este analista, Gaviria corre un riesgo de que al proclamar su ateísmo este puede ser usado por sus adversarios en la propaganda electoral, con mayor énfasis, al final de la campaña, cuando las creencias serán preguntas obligadas en los debates.
Beatriz Campillo Vélez, politóloga y magíster en Filosofía, dice que la relación entre política y religión se separan, son ámbitos distintos, pero conviven, como sucede en las democracias o los Estados laicos y seculares. A partir de la Constitución de 1991, en el país, esa relación cambia dependiendo del grupo religioso.
“Hay que reconocer que hay grupos religiosos donde se ejerce un poder muy fuerte y directamente se pasa a el proselitismo, es decir, a indicarles a los fieles por quién votar”, dice.
Si bien Campillo, por ejemplo, tiene dudas sobre la influencia real que pueda tener el sector cristiano que se adhirió al Pacto Histórico, afirma que el ingreso de este sector abre un campo nuevo en el que no será “raro que veamos cambios en el discurso de políticos como Gustavo Petro, lo que puede ser una estrategia política y llegar a generar confusión en el electorado. Pues no necesariamente todo lo que se diga en una campaña es lo que se va a terminar defendiendo en otros ámbitos posteriores a la elección”, señala.
Alfredo Saade, líder cristiano, con Gustavo Petro. Foto:Tomada de redes sociales.
Los estudios muestran que el papel de los partidos cristianos puede ser sumamente importante para esta contienda electoral: por un lado, existen en Colombia más de 250 denominaciones religiosas.
En el plebiscito fue evidente la participación de las iglesias cristianas para el impulso del No. Una fuerza que, según varios estimativos, continuó su andadura y llevó, dice Campillo, a que en las elecciones presidenciales de 2018 el presidente Iván Duque aumentara su ventaja, mientras que en las parlamentarias obtuvieran 900.000 votos a favor de los movimientos abiertamente religiosos.
Aunque el escenario hoy es diferente, la estrategia parece ser muy similar, los partidos cristianos inicialmente lanzan sus precandidaturas presidenciales para entrar en el juego de valor que estas tienen de cara a la ciudadanía y que se mide en las parlamentarias. Luego, los partidos abiertamente religiosos –como Mira y Colombia Justa Libres– entran a negociar con fuerza en las presidenciales.
No se trata de un asunto marginal. Cualquier candidato que quiera ganar necesitará como mínimo 11 millones de votos y ahí son claves las adhesiones de los sectores cristianos. Hay que tener fe para buscar la victoria.