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Testimonios de un país al borde del colapso hospitalario
Ante falta de UCI, la muerte de un paciente puede ser la vida para otro. Hay 10.916 en grave estado.
Mientras usted lee este reportaje, miles de personas en el país para quienes cada bocanada de aire es un suplicio están intentando ser ubicadas en unidades de cuidados intensivos (UCI) que les ayuden a respirar mejor.
Henry Rivera, de 67 años, no lo logró. Estuvo así, ahogado, dos días enteros hasta que sus pulmones simplemente colapsaron. Su hijo, su tocayo, cuenta que el hombre ingresó el lunes a la Clínica Palermo, en Bogotá, con diagnóstico positivo para covid-19. El martes en la noche comenzó la agonía que implica encargar la vida de una persona a un trámite y el jueves a las 5 de la tarde falleció sin poder acceder a una UCI.
Don Henry murió a pesar de tener un concepto médico favorable de ingreso a esa instancia porque no hubo lugar para él en una de las 2.153 camas para pacientes críticos de la pandemia que tiene registradas el Distrito y a pesar de que la ocupación general en la capital no alcanza aún el 100 por ciento.
Estas camas, que se duplicaron en poco más de un año y ya son 12.989 en el país, son ahora un recurso escaso y pronto será finito. Nunca antes como ahora tantos ciudadanos se habían encontrado en estado crítico, la mayoría de ellos dependiendo de oxígeno asistido para vivir, gran parte de ellos (7.697 entre confirmados y sospechosos) por causa del covid-19.
Don Manuel Humberto Ángel Arenas, de 64 años, sí pudo ingresar a una UCI en Santa Marta este jueves, luego de varios días hospitalizado por covid-19 y de largas horas en búsqueda de lugar en uno de estos servicios. “Nos dijeron que no había cupo porque la situación en la clínica y en otras era de colapso”, contó su hija Jéssica antes de recibir la noticia de una cama en esa ciudad.
El jueves amanecieron en estas camas 10.916 personas en situación crítica, contando las que sufren otras patologías. Ese dato da la dimensión de quienes ya están siendo atendidos en estas unidades, pero es difícil calcular cuántos están a la espera por la propia dinámica de los sistemas de referencia y contrarreferencia.
Se incrementa la ocupación de pacientes en las UCI de varias ciudades de Colombia Foto:Alexis Munera
Y es que el tercer pico de la pandemia se convirtió en una meseta larga y dolorosa de infecciones y muertes que ha llevado a que la capacidad hospitalaria esté bajo una presión sin precedentes. Y si bien la ocupación nacional es cercana al 85 por ciento en las UCI, según lo reporta el Centro Regulador de Urgencias, Emergencias y Desastres (Crue), en algunas ciudades raya con el colapso.
En Bogotá, por ejemplo, hasta el miércoles a las 2:30 de la tarde había disponibles solo 189 camas, 133 de ellas para pacientes covid-19. Sin embargo, con corte a las 4 de la mañana de este jueves, en 50 en de sus 70 hospitales la ocupación de estos servicios ya estaba al 100 por ciento y en otros cinco se ubicaba entre 91 y 98 por ciento.
Durante los últimos 10 días, la Secretaría de Salud ha recibido un promedio de 317 peticiones de remisión para UCI, una instancia que, valga recordar, es istrada por el Crue, que en tiempo real gestiona los ingresos.
Estos centros de operaciones, según explica la epidemióloga Silvana Zapata, tienen el control de todas las camas de UCI de las entidades territoriales y son los encargados de regularlas para cumplir los principios de oportunidad, calidad y accesibilidad y evitar atajos de particulares. “Ellos reciben las solicitudes y asignan pacientes a camas disponibles y teniendo en cuenta factores como la gravedad”, aterriza.
Uno de los casos que está en gestión en el Crue de Bogotá es el de Óscar Javier Molina Sánchez, de 40 años, paciente de covid-19, quien se encuentra hospitalizado en el Universitario San Ignacio, donde están llenas las 56 camas. Germán Molina, su hermano, lleva tres días en redes sociales suplicando una cama UCI en Bogotá. “Hago un llamado a la Secretaría y al ministerio para que habiliten más UCI. Mi hermano es una persona joven, de 40 años, y en este momento está requiriendo urgentemente una UCI. Solicito su ayuda urgente”, expresó Germán.
Este colapso inminente afecta a los pacientes más críticos de covid-19 y de otras patologías, y de acuerdo con el ministro de Salud, Fernando Ruiz, además de Bogotá, la saturación es especialmente alta en Cundinamarca, Boyacá, Santander, Antioquia y la zona norte de Colombia, aunque en estos dos últimos territorios ya viene en descenso.
En el conteo de camas de UCI y el seguimiento que se hace a este indicador no está, empero, el cansancio que acusa el talento humano en salud que lleva un año poniéndole el pecho a la pandemia.
En Cali y el Valle del Cauca la ocupación UCI supera el 95% por lo que las autoridades municipales ampliaron el toque de queda y la ley seca y así ayudar al personal de salud y tratar que lleguen menos pacientes a los centros médicos, pues muchos excedieron la capacidad. Mientras tanto en la Clínica Versalles luchan por salvar la vida de decenas de personas, pero hay unos que fallecen a raíz del covid-19. Foto:Juan Pablo Rueda Bustamante / El Tiempo
“En la medida que los picos se han venido presentando, el desgaste emocional y físico de las personas que estamos en cuidados intensivos es cada vez mayor. Se pueden abrir nuevas camas, traer tecnología y ventiladores, pero el recurso humano es limitado y, por tanto, la carga laboral muy alta. Cada día hay más compromiso, presión y preocupación”, pone de manifiesto Fabio Varón, neumólogo intensivista y jefe UCI de la Fundación Cardioinfantil y de la Fundación Neumológica.
En sus lugares de trabajo, las ocupaciones ya están al 100 por ciento. Y si bien asegura que las instituciones han podido dar respuesta a los requerimientos, el número de pacientes es mayor al de olas anteriores de la pandemia y se registran estancias en UCI más largas por la presencia de pacientes jóvenes, lo cual explica parte de la crisis a nivel nacional.
"Como era esperable posterior a la vacunación, la población que llega a UCI ha cambiado y es mucho más joven. Estábamos observando pacientes por encima de los 60 años en los picos previos y en este momento la mayoría está entre los 40 y los 60 años. Eso obviamente condiciona que la mortalidad disminuya un poco, pero el tiempo que permanecen en las camas es mayor, alrededor de 12 a 14 días o hasta tres o cuatro semanas, lo que limita aun más la posibilidad de liberar las camas", sentencia.
Varón pone sobre la mesa dos temas cruciales. Primero, que la muerte de un paciente en estos servicios puede ser la vida para otro en el momento en que se libere una cama. Y segundo, que confía en que en las próximas semanas, cuando se espera haya un aumento mayor de los casos, no se tenga que llegar al punto de elegir quién accede y quién no a las UCI por el colapso de las mismas.
"Esperemos poder garantizar los medicamentos, los insumos y el oxígeno y que los hospitales logren mantener el soporte para las necesidades en atención de este número creciente de pacientes que vamos a tener. Esperamos no llegar a instancias como la toma de decisiones en función de seleccionar los pacientes que tengan mayor probabilidad de sobrevida o limitar intervenciones como la ventilación mecánica”, afirma.
"En dado caso de un colapso, el país vivirá una tragedia aun mayor de lo que ya ha sido la pandemia", remata.