“Me va a dar un infarto” es una frase que mucha gente repite cuando la cotidianidad aturde, los problemas se acumulan, el tiempo parece escaso o las emociones llegan al límite.
Sin embargo, Jaime Calderón, cirujano cardiovascular y presidente de la Fundación Colombiana del Corazón, asegura que la ansiedad y la falta de aire que motivan dicha frase también dejan de tener sentido cuando pasa el agite del día, porque en realidad los síntomas que en ese momento se experimentan distan mucho de los que genera un ataque cardiaco.
Calderón dice que un infarto cardiaco es la muerte de una parte del músculo del corazón, ocasionada por la falta de riego sanguíneo debido a la obstrucción de una de las arterias coronarias, que son las que se encargan de llevar este fluido de manera normal.
Asegura que los síntomas de un ataque al corazón no son siempre absolutamente exactos y pueden no manifestarse de la misma forma en todas las personas, en razón a que “la medicina no es una ciencia exacta, sino biológica y por tanto se mide en términos de probabilidades”.
Y en ese contexto, hay algunos síntomas que ponen en alerta la presencia de un posible infarto, lo que obliga a conocerlos para actuar a tiempo y, consecuentemente, poder salvar una vida.
La Fundación Colombiana del Corazón, en el marco de la semana del corazón, recomienda ponerle mucha atención a los siguientes síntomas y consultar cuando estos se presenten o cuando generen alguna inquietud.
Dolor opresivo
Este es un síntoma cardinal. Calderón manifiesta que tiende a ser típico porque se presenta la mayoría de las veces, aunque no siempre tenga que ser un infarto. Se trata de un dolor que se percibe más como una opresión extrema en el pecho, no tanto como una picada o una puñalada, asegura el cirujano, sino más bien como un peso descomunal sobre el tórax, tanto así que llega a describirse como si un elefante se parara sobre la persona.
Por lo general se presenta en el centro del tórax y no encima del corazón ni en el lado izquierdo, como se piensa, aunque no significa que si aparece en otro lado no sea una señal. En ocasiones se extiende a otros sitios como el brazo o el hombro izquierdo, incluida la mandíbula del mismo lado, aunque también puede afectar el brazo derecho, el abdomen y el cuello.
Calderón llama la atención respecto a que, por lo general, no se puede localizar en un solo punto del cuerpo, pues quien lo padece lo señala con la mano abierta, y aunque hay una forma menor de la enfermedad que es la angina, que puede presentar el mismo dolor, sobre todo cuando se realiza alguna actividad, esta por lo común pasa con el reposo, mientras que el dolor del infarto tiende a durar mucho tiempo.
Sudoración
El infarto cardiaco lleva al cuerpo a disminuir la irrigación de sangre en los órganos y a bajar la tensión arterial de manera importante. En esa condición de estrés hay una excitación del sistema nervioso simpático que hace que las glándulas sudoríparas actúen de manera exagerada liberando agua. Por lo general, este sudor es frío.
Percepción de muerte
Ante un infarto, los síntomas llevan a que se perciba una sensación de que algo grave pasa en su cuerpo. “Es un colapso en las funciones orgánicas que lleva a que la persona experimente una sensación de angustia terrible, en medio de una incapacidad casi total para actuar”, explica el especialista.
Falta de aire
Los pulmones y el corazón funcionan de la mano, y se produce un estrechamiento de las arterias que bloquea el flujo sanguíneo normal, lo cual lleva a que al sistema respiratorio no llegue la suficiente sangre y, literalmente, la persona experimente que se está ahogando.
Angustia
Al percibir que el dolor no se alivia con la tos ni cambiando de posición y con alguna maniobra, sumado al déficit de irrigación que recibe el cerebro, la persona entra en una condición de desespero que empeora la situación.
Mareo y náuseas
La caída de la tensión, sumada a la falta de sangre en el cerebro, produce náuseas, una sensación de mareo y una tendencia a perder el equilibrio y a caer, lo que casi siempre obliga a la persona a quedarse quieta y muchas veces, a arrodillarse o a sentarse.
Otros síntomas
Aunque las señales descritas son clásicas, puede haber infarto sin dolor o con dolores atípicos en los brazos o la espalda, lo mismo que con sensación de gastritis, acidez o problemas digestivos, que fácilmente pueden confundir el diagnóstico. Sin embargo, si se presenta acompañado con alguno de los arriba descritos, hay que ponerles atención.
¿Qué hacer?
El experto Jaime Calderón es enfático en que con cualquiera de los síntomas anteriores, la situación no da espera y debe procurarse siempre el traslado de manera directa a un hospital de alto nivel. “Del manejo y la intervención oportuna en los primeros momentos de un infarto depende la sobrevida de quien presenta un ataque de este tipo”, agrega el especialista.
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