El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes de la niñez. De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los niños con TDAH pueden tener problemas para prestar atención, controlar conductas impulsivas (pueden actuar sin pensar cuál será el resultado) o ser excesivamente activos.
La literatura clínica de la enfermedad estima que entre un 2 y un 5 por ciento de la población infantil a nivel global, será diagnosticada con esta patología. Asimismo, se ha determinado que, en promedio, más del 50% de los niños que tienen este diagnóstico en la infancia mantendrán los síntomas en su vida adulta.
Cuando el TDAH se prolonga hasta la adultez, puede llegar a ser un trastorno ampliamente incapacitante, por lo que un diagnóstico y tratamiento temprano es necesario. Al respecto, Christian Muñoz Farías, psiquiatra infantil adscrito a Colsanitas explica que “usualmente los síntomas afectan al niño desde hace tiempo y es fundamental para el diagnóstico que sean observables por distintas personas de distintos entornos como el doméstico y el escolar”.
De acuerdo con el experto, este trastorno compromete la actividad motriz, la atención tanto selectiva (capacidad de atender un estímulo en concreto en presencia de otros estímulos) como sostenida (atender un estímulo por largo periodo de tiempo), y la impulsividad.
Alguien con un TDAH muy pronunciado, y en especial de tipo impulsivo, tiene un mayor riesgo de caer en el consumo de sustancias o de exponerse mucho más que otras personas a situaciones de riesgo para su salud e integridad, si no recibe tratamiento y acompañamiento que lo ayuden a manejar su condición.
La mayoría de las personas son inquietas y dispersas a edades tempranas, pero es normal solo hasta los ocho años. Después de esa edad, la persistencia de estos rasgos es sospechosa y debe recibir atención médica profesional que oriente a los padres ante la posible incidencia de este trastorno. “Un niño diagnosticado a tiempo puede ser acompañado por especialistas para desarrollar y aprender las habilidades que le están haciendo falta, sin necesariamente requerir de medicación”, asegura Muñoz.
Las guías médicas sobre el TDAH, argumentan que los científicos estudian las causas y los factores de riesgo para intentar encontrar mejores maneras de manejar y reducir las probabilidades de que una persona tenga TDAH. Se desconocen las causas y los factores de riesgo, pero investigaciones actuales muestran que la genética tiene un papel determinante.
Además de la genética, los científicos están estudiando otras causas posibles que incluyen la exposición ambiental a determinadas sustancias, el consumo de alcohol o tabaco durante el embarazo, un parto prematura, bajo peso al nacer, entre otros.
Un niño diagnosticado a tiempo puede ser acompañado por especialistas para desarrollar y aprender las habilidades que le están haciendo falta
Es importante señalar que, según el reporte de los CDC, los resultados de investigaciones no respaldan las opiniones populares de que el TDAH se origina por comer demasiada azúcar, ver mucha televisión, por las técnicas de crianza o debido a factores sociales y ambientales, como la pobreza o el caos familiar. Por supuesto, sin dejar de lado que muchos factores, incluidos estos, podrían empeorar los síntomas, especialmente en ciertas personas, pero no hay suficientes datos de peso como para concluir que son las causas principales del TDAH.
En caso de que un niño reciba un diagnóstico por TDAH, es importante que los padres o tutores del menor adecuen los espacios puesto que es importante reducir los factores distractores y los elementos que puedan detonar la impulsividad de los niños y jóvenes en la casa y el colegio. Adicionalmente, el menor debe recibir acompañamiento a través de ejercicios como integración neurosensorial y terapia de psicopedagogía para desarrollar la concentración y que pueda tener herramientas para manejar sus impulsos. En última instancia, los expertos recomiendan la terapia psicológica que ayudará al paciente a dar sentido a sus esfuerzos, a asimilar su condición y desarrollar un enfoque cognitivo-conductual.
Desde su perspectiva profesional, el doctor Muñoz argumenta que en caso de que estas herramientas no funcionen es importante acudir con un profesional y en caso de ser necesario tener asistencia farmacológica. El TDAH tiene un muy buen pronóstico, ya que si es atendido a tiempo puede garantizar un proceso óptimo de neurodesarrollo para niños y jóvenes.
Especialistas han constatado que en la mayoría de los casos, el TDAH se trata mejor utilizando una combinación de terapia conductual y medicamentos. Para los niños de edad prescolar (4-5 años de edad) con TDAH, se recomienda la terapia conductual como la primera línea de tratamiento. Cabe aclarar que ningún tratamiento es la única respuesta para todos los niños, y las rutas efectivas de tratamiento incluirán un monitoreo estricto, seguimiento y cualquier cambio necesario en el camino.
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