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Noticia
Doctora Cindy Rodríguez: presidenta de ANIR que lucha por la dignidad médica
Sus vivencias en la Universidad forjaron en ella una visión de la salud que sobrepasa la atención clínica y se entrelaza con las condiciones sociales, económicas y políticas que determinan la calidad de vida de las personas.
La doctora Cindy Viviana Rodríguez Echeverría fue elegida este año como presidenta de la Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR). Foto: María Fernanda Londoño, Unimedios
A sus 33 años, la doctora Cindy Viviana Rodríguez Echeverría, residente de Pediatría de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), ha vinculado su vocación con la lucha por la justicia y el bienestar de las comunidades más vulnerables. Hoy es la presidenta de la Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR) y lidera una “cruzada” por erradicar el maltrato y la violencia que lamentablemente aún persisten en los escenarios de formación médica en Colombia.
La doctora Cindy Viviana Rodríguez, o “Chin”, como le dicen cariñosamente, llegó a la Medicina guiada por una vocación que la ha acompañado desde la infancia. De niña soñaba con esa profesión, aunque su papá es contador y su mamá maestra de primaria, lo que la hacía imaginarse como “médica de niños” o, también “médica de animales”.
Hay cosas que suelen cambiar con el tiempo, pero en su caso la pasión por la salud y el servir a otros permaneció intacta; incluso, según relata, a una temprana edad empezó a idear el gran lugar donde se desarrollaría como profesional: la UNAL Sede Bogotá.
“De niña visitaba a mi abuela que vivía cerca de la Universidad, en la avenida carrera 30 con calle 3ra, y cuando pasábamos yo le decía a mi mamá que un día estudiaría ahí, por eso digo que quizá esta vocación siempre ha estado en mí”, recuerda.
Cuando llegó la oportunidad no dudó un segundo en presentar el examen de isión, y después de mucha preparación logró quedar dentro de la lista en el primer intento. Por su fortuna fue así, pues no se imagina ejerciendo como ingeniera mecánica o física, opciones que estaban como plan B y C para ingresar a la UNAL, que se convirtió en su alma mater.
Sus años de pregrado en la UNAL no solo la formaron como profesional, sino que además le permitieron ver de cerca realidades sociales que la marcaron como persona. Uno de los hechos que recuerda fue a mediados de 2008, cuando se dio el paro de corteros de caña en el Valle del Cauca para denunciar las precarias condiciones laborales y de vida de miles de trabajadores de la industria azucarera.
“Recuerdo que estábamos en segundo semestre cuando empezaron a llegar a la Universidad los corteros de caña del Valle, nosotros pudimos hablar con ellos y conocer de primera mano sus realidades; fue una experiencia que me marcó profundamente.
Por eso digo que la Universidad Nacional me enseñó mucho más que solo Medicina; me abrió los ojos a otras realidades, a conocer de primera mano situaciones de injusticia y desigualdad”, comenta.
Desde su paso por la UNAL, la doctora Rodríguez considera que la salud también implica las condiciones sociales y de vida de las personas. Foto:María Fernanda Londoño, Unimedios
Sus vivencias en la Universidad forjaron en ella una visión de la salud que sobrepasa la atención clínica y se entrelaza con las condiciones sociales, económicas y políticas que determinan la calidad de vida de las personas.
Un legado de compromiso social
Cuando estaba como residente de Pediatría, alcanzando su proyección de la infancia, se enganchó a las luchas estudiantiles que se gestaban en los pasillos de la Universidad, entre ellas la defensa del Hospital Universitario San Juan de Dios y la recuperación del Materno Infantil.
A mediados del 2008 y del 2009 formó parte del primer plantón de estudiantes, cuando se compraron los predios del Santa Rosa, para exigir que esa inversión se hiciera en el Materno Infantil. “Nosotros luchábamos porque es nuestro Hospital Universitario y en donde nosotros nacimos”, recuerda.
Estas experiencias y su participación en colectivos de Medicina Social y Salud Colectiva le han permitido analizar la salud desde su vocación médica, a la luz de los determinantes sociales como la identidad, educación, posición social, ingresos, sexo, entre otros.
Cuando culminó sus estudios de Medicina continuó su camino de servicio, trabajó en proyectos de salud con comunidades rurales y víctimas del conflicto armado en el Magdalena Medio, una región que, aunque rica en recursos naturales, infortunadamente ha sido blanco de confrontaciones entre grupos armados ilegales y fuerzas militares que han dejado graves impactos como el desplazamiento forzado de miles de familias y víctimas mortales.
“Estos sucesos le dieron mucha fuerza a mi quehacer médico, pues ya no solo me veía trabajando en hospitales, sino que también quería ser médica para trabajar en zonas rurales y apoyar procesos de salud en poblaciones barriales y campesinas”, indica.
Con el tiempo, su compromiso le valió una beca para realizar en España una Maestría en Enfermedades Tropicales, las cuales afectan principalmente a comunidades rurales y de bajos recursos en regiones tropicales y subtropicales, donde predominan la humedad y temperaturas altas cálidas.
Allí desarrolló un estudio para diagnosticar molecularmente la enfermedad de Chagas, una infección causada por los chinches (Trypanosoma cruzi), un insecto de la familia Trypanosomatidae que les transmiten el parásito a las personas dejando una infección con síntomas silenciosos que pueden durar incluso décadas sin ser notados, pero cuando llega a etapas crónicas puede dejar complicaciones cardiacas, gastrointestinales y de otro tipo.
“El propósito fue encontrar una alternativa que condujera al diagnóstico temprano del Chagas para evitar secuelas cardíacas y en los diferentes órganos que hay lesión”, precisa.
Pasión y desafíos en el camino
Después de casi 20 años, para la doctora Rodríguez el anhelo de ser “médica de niños” se materializó con la isión a la UNAL. Según comenta, “cuando entré a mi rotación de Pediatría me encantó porque de alguna manera tenía la posibilidad de cambiar la vida del paciente y de su familia con intervenciones tempranas”.
“Estos chiquitos soportan muchas cosas que el adulto no podría. Yo siempre he dicho que la pediatría es la especialidad más humana de la medicina porque debes saber todo el contexto del menor, mirar las dificultades que tiene y considerar las condiciones sociales adversas”, agrega.
Desde la ANIR, la doctora Rodríguez quiere mejorar las condiciones de la formación médica con calidad y calidez humana. Foto:Cindy Viviana Rodríguez Echeverría, residente de Pediatría de la UNAL
Ad portas de recibir su título, la doctora reitera que aunque ha sido su mejor elección, también reconoce que no todo el camino ha sido fácil. Además de las largas jornadas, al iniciar su residencia en Pediatría, se enfrentó a episodios de maltrato por parte de algunos docentes, una realidad lamentablemente común en el ámbito médico.
“Incluso al inicio hubo violencia machista. Recuerdo que en la entrevista me preguntaban: ¿Si queda en embarazo qué va a hacer? ¿Si tiene un niño con síndrome de Down qué va a pasar? y es que esas preguntas no se las hacen a un hombre, además son discriminatorias tanto para una mujer como para un cuidador de un niño con una discapacidad física intelectual”, comenta.
Afrontar estas situaciones que generan frustración en las personas que las reciben, y que suelen darse en esta profesión, le fue posible al contar con herramientas de gestión de emociones y fortalecimiento de la salud mental que la acompañaron en su camino.
Romper el ciclo
En su nuevo reto como presidenta de ANIR, la doctora Rodríguez lidera iniciativas para fortalecer los procesos de enseñanza-aprendizaje, de modo que los futuros profesionales se puedan desarrollar de manera integral, sin descuidar su vida personal y familiar, pues es consciente de que los cambios que busca no solo impactarán a los médicos residentes, sino que también se reflejarán en una mejor atención para los pacientes.
"Yo creo que mi experiencia en la Universidad Nacional, mi trabajo con comunidades y mi propia vivencia en la residencia me han dado las herramientas para asumir este cargo. Sé que no será fácil, pero estoy dispuesta a ser esa voz que denuncie los abusos y trabaje por mejorar la cultura médica", afirma la doctora Rodríguez.