La vitamina B es un grupo de nutrientes necesario para la salud en general, sin embargo, el déficit de este particular elemento tiene efectos negativos en el cerebro.
De hecho, según el artículo 'Las vitaminas B y el cerebro: mecanismos, dosis y eficacia: una revisión', publicado en 2016 por la revista Nutriente, las vitaminas tipo B "son absolutamente esenciales para todos los aspectos de la función cerebral”.
Este grupo vitamínico, compuesto por la la tiamina (B1), la riboflavina (B2), la niacina (B3), el ácido pantoténico (B5), la vitamina B6, el ácido fólico (B9) y la vitamina B12, además de mantener la salud cerebral, ayuda al proceso de producción energética en el cuerpo a través de la alimentación, la generación de glóbulos rojos y la reparación de ADN y ARN.
El impacto del déficit de la vitamina B en el cerebro, depende del tipo de este componente de que se trate, sin embargo, según el artículo de Nutriente, en general, esto se ve reflejado en “los síntomas neurológicos y psiquiátricos comúnmente asociados con la deficiencia de cualquiera de estas ocho vitaminas”.
Por ejemplo, cuando están bajos los niveles de la tiamina puede aumentar la irritabilidad, los trastornos emocionales, la confusión, los trastornos del sueño, pérdida de memoria, amnesia y otros.
En el caso de la baja presencia de la riboflavina puede aumentar la debilidad, ardor o picazón en los ojos, dermatitis y anemia. Mientras que en el cerebro puede aumentar la fatiga. impulsar el cambio de personalidad y disfunción cerebral.
Por el lado de la niacina, su ausencia puede generar depresión, ansiedad, vértigo, pérdida de memoria o paranoia.
Además, la deficiencia de vitaminas B9 y B12 puede provocar “trastornos afectivos, cambios de comportamiento, psicosis, deterioro o declive cognitivo o demencia (incluida la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular)”, dice el artículo.
Recuerde que el consumo de estas vitaminas viene a partir de una dieta balanceada, en especial, cuando tienen ciertos tipos de alimentos como proteínas en forma de pescado, pollo, carne de res, huevos y productos lácteos; los vegetales de hojas verdes, frijoles y judías; y algunos cereales y panes.
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