De acuerdo con María Constanza Latorre, reumatóloga de Asoreuma, la artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria, autoinmune, sistémica, crónica, que compromete principalmente las articulaciones que tienen movimiento como manos, pies, rodillas, codos, hombros, y que se caracteriza por la presencia de dolor, inflamación e incapacidad para realizar diferentes movimientos.
Según la Clínica Mayo, varios estudios han demostrado que cuando alguien padece artritis reumatoide, el riesgo de desarrollar enfermedad cardíaca es el doble o el triple de quienes no sufren ese trastorno.
Sin embargo, a pesar de la incertidumbre respecto a la conexión exacta entre ambas afecciones, parece que varios factores desempeñan una función en el mayor riesgo de enfermedad cardíaca. Se sabe, por ejemplo, que la inflamación de la artritis reumatoide puede provocar cambios en las paredes arteriales. Dichos cambios estrechan las arterias, lo que disminuye el flujo sanguíneo y eleva la presión arterial.
Por otro lado, la entidad académica- sanitaria, destaca que puede llegar a acumularse placa dentro de las arterias, afección conocida como ateroesclerosis, que se relaciona con los factores de riesgo normales para enfermedad cardíaca: hipertensión, colesterol alto, diabetes y tabaquismo.
Adicional, los fármacos para el tratamiento de la artritis reumatoide pueden elevar el riesgo de enfermedad cardíaca. Los esteroides, por ejemplo, son muy eficaces para disminuir la inflamación; pero cuando se istran en dosis altas durante un período prolongado, estos medicamentos pueden elevar la presión arterial, contribuir a subir de peso y elevar los niveles de colesterol.
Todos estos efectos secundarios pueden, a su vez, aumentar la posibilidad de padecer problemas cardíacos. Además, se ha comprobado que los antiinflamatorios no esteroides que generalmente se emplean para aliviar el dolor de las articulaciones conllevan efectos negativos sobre la presión arterial y la enfermedad cardíaca en general.
Debido a que las personas con artritis reumatoide corren más riesgo de problemas cardíacos, el control continuo es fundamental. Por ello, tanto las revisiones regulares, como los análisis para revisar problemas cardíacos, los cambios en el estilo de vida y la capacidad de reconocer los síntomas de la enfermedad cardíaca pueden ayudar a controlar dicho riesgo.
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