Como en este espacio tienen cabida todos los temas relacionados con la cama, hoy les traigo una técnica de catre conocida desde el siglo XIX y llamada ‘
karezza’ (del italiano ‘carezze’ o caricia), basada en prácticas amatorias milenarias de Asia y que, curiosamente, en occidente fueron los rosacruces quienes más la utilizaron. Se trata de unas pautas encaminadas a enriquecer el aquello donde lo importante no es la interacción de la planta baja (necesaria), sino complementar con el autocontrol, el fortalecimiento de los sentimientos, las caricias sin límites, la paciencia (no caben aquí los polvos contrarreloj) y hasta la penetración, para alcanzar el máximo placer; eso sí,
aplazando el orgasmo lo más que se pueda.El asunto era tan atractivo que sus practicantes también promulgaban la planificación familiar y la igualdad de la mujer; cosas que, como era de esperarse, escandalizaron hasta al Papa, condición que, para mí, le imprimía mayor delicia.
En 1931, el anarquista gringo John William Lloyd se interesó en esto del sexo sin fluidos rápidos y se enfrentó a sus detractores, a tal punto que elevó el ‘karezza’ al nivel de una práctica clandestina y para intelectuales, además de desmentir que la acumulación del semen era nociva e inundaba el cerebro en forma de derrames.
Aunque dirán los señores que en la cama hay que ‘llegar’, los adeptos de estas encamadas secas dicen que les mejora su autoestima y les provee mucho placer, especialmente a quienes la rutina los empieza a corroer. Además, dicen, aleja la eyaculación precoz y, por supuesto, es un anticonceptivo natural mientras se descubren zonas erógenas y se refuerza el control sobre el aquello.
Si bien, reitero, de lo que se trata es de dar a conocer esta práctica, los pasos básicos no dejan de sonar interesantes y hasta lógicos en cualquier relación. Hay diálogo previo y sintonía mutua con el objetivo, aparta sentimientos adversos, destierra el machismo e invita a acariciarse de manera atrevida y sin límites, concentrados en lo que da placer al otro... sin hablar y decididos solo a sentir.
La penetración es tardía y se deben evitar los movimientos rápidos, quedando en total inmovilidad el tiempo que más se pueda. Dicen los entendidos que todo esto libera y empuja al cerebro a liberar oxitocina, la hormona del amor.
Hasta aquí. La idea era dejarles ver que no todo son carnes y ganas y que, de vez en cuando, hay que darle espacio a eso que llaman ‘trascendental’; y si a algunos les funciona y les atrae, pues que lo disfruten.
Confieso que de todo eso me gustan la dedicación y la preparación del polvo a fuego lento; pero si esto lleva a que ellos terminen en un buen orgasmo, y si llega a ser mutuo, daría para cambiarle el nombre a la técnica por ‘karezza umidita’, caricias húmedas, que son mucho mejores. Hasta luego.
ESTHER BALAC
Para EL TIEMPO