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Los cuatro orgasmos femeninos / Sexo con Esther

Una encamada sin orgasmo es un desperdicio. Ábrale un espacio a estas sensaciones en su vida.

Los besos, las caricias y una generosa excitación previa son ingredientes infaltables en el proceso.

Los besos, las caricias y una generosa excitación previa son ingredientes infaltables en el proceso. Foto: 123rf

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Las mujeres somos un manojo de complejidad en todo lo que tiene que ver con la sexualidad y el ‘armamentario’ biológico que tenemos para ejercerla; se podría decir que no existen manuales únicos para describir sensaciones o criterios para homogeneizar las puestas en escena, los gustos y las respuestas femeninas sobre la cama.
Cada mujer es distinta y su sexualidad es tan personal que puedo asegurar que incluso bajo las mismas condiciones y con la misma pareja una mujer puede sentir cosas distintas.
Teniendo en cuenta eso, no sobra un vistazo a las diferentes variables de ese gran aliado que es el orgasmo y que seguramente muchas pueden identificar, porque ya tienen presente el cómo y en dónde hay que estimular para llamarlo.
Empiezo por el socorrido orgasmo del clítoris o clitoriano, como dicen los expertos; como su nombre lo indica, se logra con el juicioso estímulo de ese órgano que gracias a sus 8 mil terminaciones nerviosas está diseñado solo para darnos gusto. Es el más común. La técnica va desde enseñarle a la pareja, que ayuda mucho si lo visita haciendo círculos amplios y delicados por esa jurisdicción. Ahora, si falta la pareja, un juguete la reemplaza sin problemas. Sigo con el vaginal. Algunos dicen que no existe y que es una variación del anterior, pero lo cierto es que el 30 por ciento de las mujeres dicen que lo logran con el roce interno de la vagina a través de una buena penetración.
No voy a discutir si lo que hay que tocar es el punto G o Y, eso no interesa, lo que se requiere es tiempo, una buena postura que permita hacer presencia adecuada en la pared anterior, y listo. Esto requiere calma. Así que si tiene afán, mejor déjelo para otro día.
Los orgasmos mixtos, esos que combinan los dos anteriores, son intensos y poderosos; lastimosamente son los más escasos, pero no tienen que dejarse al azar. Hay que buscarlos. Ponerse encima, controlar los tiempos y los movimientos de avance y retirada son tareas nuestras, para lo que se requiere plena colaboración de la contraparte.
Los besos, las caricias y una generosa excitación previa son ingredientes infaltables en este proceso.
Una ventaja grande que les llevamos a los señores es la posibilidad de repetir orgasmos con el mismo estímulo. “Múltiples” los llaman, y también es posible lograrlos con entrenamiento y práctica. La clave es no dejar apagar el estímulo después del primer orgasmo y aprender a seguir sin que los roces nos molesten.
Aquí se vale que los dos utilicen con creatividad toda la anatomía disponible y no desfallezcan. Con el tiempo, salir de uno y entrar al otro (me refiero a los orgasmos) es cada vez más fácil. ¿Que hay otros? A lo mejor sí, pero con estos cuatro quedamos conformes.
No se trataba de sentar cátedra porque, repito, cada una de nosotras está en capacidad de encontrar la vía para lograrlos, pero sí de dejar en la mente de todos que no importa a cuál se llegue, pero que se llegue, porque una encamada sin orgasmo es un desperdicio. Hasta luego.
ESTHER BALAC
Para EL TIEMPO

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