¿Qué se siente que en las encuestas aparezca como el ministro mejor calificado de gabinete?
He tenido la suerte de contar con la confianza del público. Ha sido un ministerio eminentemente técnico, respetando el concepto de equidad. Y mire que, además, no hay ningún otro país que haya tenido el mismo ministro de Salud durante toda la pandemia. Brasil ha cambiado cuatro veces. Perú, tres; Chile, dos. Ecuador, dos o tres veces. Eso me hace el último sobreviviente.
La gente se queja de que siente que estamos poniendo menos vacunas de las que nos están llegando. ¿Es eso cierto?
Eso tiene una explicación.
Pero ¿la respuesta es sí?
Sí. Hay un lapso entre el anuncio de la llegada de las vacunas y el momento en que se aplican. La primera explicación es que no siempre llega, y se demora, el que llaman certificado de liberación, que debe dar toda productora de vacunas sobre la calidad del lote.
La logística de distribución se toma de dos a tres días. Hemos logrado hacerlo en dos. Después viene la distribución a los departamentos y municipios, por tierra, o con helicópteros, eso también toma unos días. Y, adicionalmente, al final de la semana pasada teníamos guardadas 700.000 vacunas porque eran una reserva para la segunda dosis.
Todo eso explica que a finales de la semana pasada tuviéramos más de dos millones y medio de vacunas, y que apenas llegáramos a un millón trescientas mil aplicadas.
Analicemos lo que está pasando en Chile. Han vacunado a la tercera parte de su población, a una asombrosa velocidad, pero la amenaza de su segundo pico de covid-19 los obligó a volver a cerrar el país…
Chile tuvo una estrategia de adquisición de vacunas muy agresiva, pudieron comprar 136 millones de dosis para 17 millones de personas. Nosotros no tenemos esa capacidad económica. Colombia no puede darse el lujo. No sería legal ni éticamente posible que compráramos 300 o 350 millones de dosis.
El esfuerzo de Colombia para invertir más de 2 billones y medio en vacunas es fiscalmente grandísimo. Y Chile, al igual que Colombia, ha tenido una estrategia de diversificación de portafolios
El esfuerzo de Colombia para invertir más de 2 billones y medio en vacunas es fiscalmente grandísimo. Y Chile, al igual que Colombia, ha tenido una estrategia de diversificación de portafolios. De no comprarle a la misma farmacéutica, sino a diferentes, para reducir el riesgo de que haya embargos, acaparamientos y de que las vacunas no lleguen. Porque aquí está mezclada la geopolítica y hasta el nacionalismo.
Imagínese. La Unión Europea discutiendo si prohíbe que se exporten las vacunas que se producen allá hasta que sus fabricantes les respondan con determinada entrega de dosis…
Es casi un tema de sálvense quien pueda. Y al multilateralismo prácticamente lo mataron los nacionalismos. Es decir, se está revelando la fase real del mundo cuando se trata de enfrentar un riesgo de una naturaleza global.
Volviendo a Chile: es ejemplo en vacunación. Pero ¿qué debemos evitar hacer igual?
La estrategia en Chile ha sido muy positiva, pero está basada en un apalancamiento financiero muy grande y en una estrategia muy masiva, que induce a aglomeraciones, asumiendo riesgos importantes de contagios, que hoy son los más altos de toda la pandemia que ha padecido el país.
Esa concepción de que se está siendo exitoso en vacunar lleva a la gente a perder las prevenciones frente a las medidas no farmacológicas como el tapabocas, el distanciamiento físico y demás. Eso nos pasó en Colombia en diciembre y fue lo que nos terminó llevando al segundo pico.
Por lo tanto, el mensaje en Colombia es: las vacunas afortunadamente están llegando, pero nada ha cambiado a nivel de autocuidado…
Exactamente. Mire lo que nos pasó en ciudades como Santa Marta, Barranquilla, Ciénaga... que con esa percepción de que está llegando la vacuna esto ya como que se acabó. En Barranquilla, según entiendo, se detectaron más de mil fiestas en la época de carnaval, que terminaron en un contagio importante en varias ciudades de la costa Caribe.
Cuba ya habla de aplicar su vacuna propia, la Soberana. Aquí se habla de que sería un objetivo volver a producir vacunas. ¿Eso es factible?
Aplicamos la última vacuna producida en Colombia en el 2001, contra la rabia. Se terminó todo ese proceso bajo la concepción errónea de que el mercado iba a reemplazar todo eso y que el flujo de vacunas no iba a tener ningún problema. No lo tuvo durante muchos años, hasta esta situación crítica de pandemia.
¿Qué hacer entonces de ahora en adelante?
Primero, que podamos invertir a riesgo, porque producir vacunas y medicamentos esenciales implica eso: que el Estado debe invertir a riesgo, cosa que estaba prohibida, y por la pandemia nos tocó hacer una ley para cambiar ese tema.
Segundo, hay elementos que el Estado debe guardar, así eventualmente se pierdan, porque son necesarios para las eventualidades. Mire que en la epidemia H1N1, el ministerio trató de mantener una reserva de medicamentos y los funcionarios que hicieron eso hoy en día están condenados.
¡No! ¿Por haberlos guardado?
Por haber guardado el Tamiflu, que no era considerado importantísimo en ese momento. Así es imposible manejar una pandemia. Por eso, ese tema de seguridad sanitaria es muy importante. Tener recursos humanos entrenados especialmente en el manejo de pandemias, aunque sucedan o no.
Hay una cosa con la cual yo no termino de estar de acuerdo, y es en la sanción a los lugares que no han estado a la altura de las dosis de las que disponen para vacunar. ¿No es injusto castigar a la gente porque las autoridades no tienen la capacidad de respuesta?
Hemos sido muy cuidadosos de usar la palabra castigo o sanción. También es inadecuado resolver que la responsabilidad es de los gobernadores o los alcaldes, que no han hecho la tarea. Eso no es totalmente cierto ni justo. Lo que anunciamos es un ajuste a las velocidades de aplicación que llevan los departamentos.
Otro rumor que corre: ¿es cierto que las EPS no han estado a la altura de la información requerida para hacer esta vacunación?
No. Es lo más falso que he escuchado. Si algo se ha demostrado es que las EPS pueden ser unos ordenadores y coordinadores excepcionales. La impresión de la gente mayor de 80 años, especialmente en las grandes ciudades, es la de que el proceso ha sido organizado, ordenado, estructurado y respetando la dignidad de estas personas mayores.
La gente llega, no tiene que hacer cola, no hay aglomeraciones y en menos de una hora sale. Eso se debe, obviamente, al agendamiento de la IPS, pero, muy especialmente, a la organización que han hecho las EPS. Obviamente, hay diferencias, con unas mucho mejores que otras.
La palabra del momento y en el mundo entero es vacunar. Y vacunar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible. ¿Por qué parece andar tan despacio la posibilidad de que los particulares empiecen a vacunar en Colombia?
Yo podría quedarme perfectamente esperando a que los privados hagan el tema y dejar lo público quieto. Pero aquí lo público, la verdad, ha respondido. Algunos empresarios quieren vacunar a sus propios trabajadores y a sus familias; otros, como cajas de compensación y proveedores farmacéuticos, quieren apoyar el plan de vacunación del Estado, no tanto adquiriendo vacunas, sino aplicándolas. Esos son perfectamente bienvenidos.
Pero es que ya dentro del plan de vacunación, cerca de la mitad de los puestos de vacunación son privados. Y también los que han sido masivos, y le doy nombres: Fundación Santa Fe, Hospital San Ignacio, Cardioinfantil, Compensar...
Entonces, ¿cuáles son las inquietudes sobre permitir la vacunación por parte del sector privado?
Primero, cuántas son las vacunas que realmente puede adquirir el sector privado. Esta semana, cuando abramos la posibilidad de negociación, veremos. Pero tenemos que preservar la integridad del Plan Nacional de Vacunación, para que los colombianos no tengamos una sensación de inequidad.
¿Cómo rompería la equidad que entraran los particulares a vacunar?
Cuando la gente mayor de 80 años tiene 650 veces más probabilidad de morir, o una persona mayor de 60 tiene 150 o 200 veces más probabilidad de morir que una persona de 18 a 25 años, pues no tiene mucha presentación que estuviéramos, por buscar velocidad, privilegiando a los entes privados, en demérito de esas personas. Y ocupando muchas veces la misma capacidad instalada en el Plan Nacional de Vacunación.
Colombia tiene que dar un ejemplo de equidad, en a todo: por ejemplo, a las unidades de cuidado intensivo; en las entidades privadas más prestigiosas de Bogotá han podido estar tanto personas de mayores ingresos como de menores recursos, con la misma opción de acceder a una unidad de cuidado intensivo. Eso sucedió en Colombia, pero no ha sido así en la mayor parte de otros países.
¿Lo han llamado a lagartearle una vacuna?
Me ha llamado mucha gente a decirme: ‘yo quiero que me apliquen tal vacuna o que me pongan de primero en la fila’. Yo les digo: primero en la fila, ninguno. Yo tengo una tía de 101 años y una de 95, y las dos se vacunaron con la china, tan buena como cualquier otra. Pero si usted quiere privilegios, le tocará ir a Miami (Estados Unidos) o buscar en otro sitio en donde haya sistemas en los cuales la equidad no sea importante.
¿Ya se vacunó, ministro?
No. Lo haré cuando me toque.
Me ha llamado mucha gente
a decirme: ‘yo quiero que me apliquen tal vacuna o que me pongan de primero en la fila’. Yo les digo: primero en la fila, ninguno
¿Usted le va a pedir al Presidente que se vacune con la de AstraZeneca, a la que le compramos diez millones de dosis, para disipar las dudas acerca de sus efectos secundarios?
Lo estamos pensando. Si lo mejor es generar un ejemplo vacunándose con la que aparentemente tiene más propaganda negativa en este momento, es una consideración para analizar.
Sin alarmismo, pero con sinceridad: ¿hasta qué punto esta Semana Santa puede despelotar todo el esfuerzo que hemos hecho?
El riesgo de un tercer pico es evidente y muy alto.
O sea, ¿es seguro que va a haber un tercer pico?
Hay una alta probabilidad. Tenemos que ganar el mayor tiempo posible para tener una mejor cobertura de vacunación.
Mire, somos el último país de Suramérica, prácticamente, lidiando temas del tercer pico, en parte porque logramos de alguna manera generar una restricción muy importante a la cepa brasileña en Leticia. Colombia tomó muy rápidamente la decisión de cerrar vuelos a Brasil y de aislamiento y vacunación masiva en todo el cinturón amazónico.
Pero, evidentemente, es un tema en el cual todos tenemos que colaborar, y la Semana Santa es crítica, porque se nos puede repetir el fenómeno de Navidad.
La gente llega a la casa, se quita el tapabocas, visita a los familiares, vienen de otras ciudades... y a los cinco o seis días está la persona mayor en la unidad de cuidado intensivo. Esto no ha terminado. Todos tenemos que seguir colaborando de manera activa.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO