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Análisis

Testimonios: así se vive el acoso sexual y la violencia machista en los internados y residencias médicas

Médicas exponen agresiones basadas en género y un pacto de silencio dentro del gremio para encubrir el maltrato.

Velatón por muerte de la residente Catalina Gutiérrez Zuluaga.

Velatón por muerte de la residente Catalina Gutiérrez Zuluaga. Foto:

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“No confío en las cirujanas con uretra corta”, “¿por qué tan arreglada, le gustó el cirujano?”, “¿por qué de mal genio, no tiró anoche?”, “aquí no se pueden tomar incapacidad por cólico”, son algunos de los comentarios que tienen que escuchar las médicas, internas y residentes, por parte de sus superiores, desde que pisan el hospital.
Dentro del entorno de maltrato médico, recientemente visibilizado tras el suicidio de la residente de cirugía de la Universidad Javeriana, la doctora Catalina Gutiérrez Zuluaga, hay implícito un tipo de violencia que se arrecia contra las mujeres profesionales de la salud: la de género.
De hecho, un estudio de investigadores de esta institución reveló que, en Colombia, 49 % de los residentes de cirugía dice sentirse acosados laboralmente y el 14,9 % se ha sentido acosados sexualmente.
Y es que a los abusos de poder que los médicos han expuesto: las humillaciones, los gritos, los horarios extenuantes y la excesiva carga laboral y académica, se suma el acoso, el machismo y la discriminación hacia las doctoras y enfermeras, quienes, según cuentan, tienen que soportar comentarios sexuales, insinuaciones y agresiones físicas y verbales hacia su condición femenina. 
“Una de las cargas que llevamos residentes e internos, en general, es que no hay cabida al error. Y errar es de humanos, sobre todo de quienes estamos en un proceso de aprendizaje. (...) En nuestro caso, todo el tiempo estamos siendo probadas y en una constante demostración de nuestras capacidades médicas, que por ser mujeres es más fuerte”, cuenta una de ellas.
Lo peor es que esto se ha denunciado, hemos puesto la queja ante la facultad o a los jefes para que se nos respetara, para que pesara más nuestra capacidad profesional, pero nunca vimos ningún cambio.
“En las revistas, los médicos me hacían preguntas incontestables -algo así como: diga 100 decimales de Pi-, solo para corcharme, casi siempre delante de los pacientes y los demás compañeros. Y, cuando efectivamente contestaba mal, me decían: usted perdió la plata de la carrera, perdió su tiempo, es una buena para nada. Este trato lo veía más por parte de los hombres hacia las mujeres”, agrega la médica.
Así mismo, si bien los horarios con turnos de hasta 36 y 48 horas seguidas ha sido una situación denunciada por internos y residentes (hombres y mujeres) por igual, sobre ellas recae la presión de no poder incapacitarse ni tomar licencias menstruales o maternas, en caso de ser requeridas. “La responsabilidad de los pacientes muchas veces no la asumen los especialistas, sino nosotros. Si uno no va, pesa en la conciencia que le estamos dejando más trabajo a los compañeros. Además, a nosotras nos enfatizan todo el tiempo que por nada del mundo podemos faltar, mucho menos por cólico”.
Otra de las conductas violentas que sufren son los comentarios sexistas. De hecho, la rotación de cirugía, a la que pertenecía la doctora Catalina Gutiérrez, la reconocen como un “ambiente muy masculino”. “Todo el tiempo te están incomodando. Que si uno está de mal genio es porque no ha tirado, que si comete una falla es porque está en sus días, o que si va arreglada es porque quiere levantarse a algún médico. Lo peor es que esto se ha denunciado, hemos puesto la queja ante la facultad o a los jefes para que se nos respetara, para que pesara más nuestra capacidad profesional, pero nunca vimos ningún cambio. Es un machismo completamente normalizado”, señala una residente, que prefiere mantenerse anónima por temor a represalias.
También son acosadas con insinuaciones. “En una consulta privada, un médico empezó a hacerme comentarios sexuales”; “saliendo de cirugía, el especialista me pidió que lo acompañara al vestier, a lo que claramente me negué”; “se siente todo el tiempo un coqueteo, un comportamiento por cuenta de los médicos que sobrepasa la relación laboral y que considero indignante”, detallan diferentes profesionales.
Incluso han llegado al extremo de ser agredidas. “Recuerdo el caso de una compañera que había entrado a sala de cirugía, ya estaba estéril, con todo listo al frente del paciente, y un residente, por encima del uniforme, le desabrochó el brassiere, sabiendo que ella no podía ajustárselo hasta después del procedimiento. La doctora salió de la sala directo a la decanatura a poner la queja y no pasó nada. Ese médico se graduó de la especialidad, sin ningún llamado de atención”.
Estudiantes en velatón por la muerte de la residente Catalina Gutiérrez.

Estudiantes en velatón por la muerte de la residente Catalina Gutiérrez. Foto:Néstor Gómez. EL TIEMPO

Las denuncias no solamente vienen de voces femeninas. Algunos médicos reconocen que el acoso sexual es frecuente en la formación médica y se han sumado a la ola de rechazo para proteger a sus colegas.
El cirujano javeriano Sebastián Quintero sustenta con cifras esta realidad. “Un estudio del 2019 del New Journal of Medicine reveló que el 31, 9 % de los residentes quirúrgicos había sufrido algún tipo de discriminación basada en su identidad de género, un 30 % reportó abuso físico, verbal o ambas, y un 10 % abuso sexual”.
“Hoy, aunque hay más médicas y especialistas, sigue existiendo el machismo al interior del sistema de salud. Y es precisamente este entorno tan competitivo, hostil y demandante, el que fuerza a las médicas a estar en una constante demostración de que están al nivel de sus compañeros y pueden con todo, incluso sacrificando sus propias necesidades. Una doctora que estudió conmigo se embarazó durante la residencia y no tenía tiempo ni siquiera de ir a los controles prenatales. Esto les genera mayor desgaste físico y mental”, indica el médico.

El silencio

Una de las prácticas que propicia la continuidad de este tipo de violencias es el pacto de silencio incrustado en la jerarquía médica. Muy pocas se han atrevido a hablar por miedo al poder que protege a los más grandes. Por miedo a quedar reseñadas y a que se les cuestione profesionalmente. Temen que denunciar el acoso afecte sus carreras, según le contaron a este diario.
Otro factor que promueve la impunidad es la normalización del maltrato que desde hace décadas ha sido interpretado como una forma de forjar el carácter y retarse profesionalmente. “Muchas veces ni siquiera caen en cuenta de que es un ultraje. Es algo inherente al gremio de años y años de abusos, creyendo que es la manera de formar mejores médicos”, advierte el doctor Quintero.
Es un fenómeno que además, como lo iten los mismos médicos, médicas y estudiantes, está presente en la mayoría de las facultades de medicina de todo el país. 
Frente a esta problemática sistémica, la junta directiva del Colegio Médico Colombiano se pronunció asegurando que "es vital promover un ambiente de respeto, apoyo y desarrollo integral, donde la educación médica no sea sinónimo de suministro y desgaste emocional".
Por su parte, las médicas piden que se incluya un enfoque de género en las leyes que protegen sus derechos laborales, como la Ley de residentes, y que se aplique desde todas las instancias.

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