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¿Qué hace falta para declarar el inicio del Antropoceno una época geológica?
Aunque es un concepto aceptado popularmente, dentro de la comunidad científica es fuente de debate.
La capa de polución es visible a muy baja altura. Foto: Héctor Fabio Zamora / El Tiempo
La semana pasada la Comisión Internacional de Estratigrafía (ICS), reunida en Lille (Francia), acordó seleccionar el lago de Crawford (en Canadá) como un punto Estratrotipo de Límite Global (GSSP) para el Antropoceno, una denominación que para los geólogos se refiere al lugar que mejor representa los inicios de lo que podría ser una nueva unidad o época geológica.
También llamado “clavo dorado” (Golden Spike), este es un punto de referencia acordado internacionalmente para mostrar el comienzo de un nuevo periodo geológico o época en capas de roca en las que se han ido acumulando evidencias de un evento particular. Recibe este curioso nombre porque los científicos literalmente lo marcan con un clavo en la roca o el sedimento.
Sin embargo, este es solo un paso más en las discusiones por generar un consenso alrededor de este concepto, propuesto por primera vez en 2002 por el nobel de química Paul Crutzen para referirse a cómo la actividad humana se ha convertido en una influencia dominante sobre el clima y el medioambiente del planeta, especialmente desde mediados del siglo XX.
Un término que rápidamente ganó aceptación en la conversación global sobre la crisis que atraviesa la Tierra y que algunas corrientes científicas también consideran apropiado para señalar que el Holoceno, la época en que vivimos y durante la que el clima ha sido inusualmente estable, ya ha dado paso a otro momento.
Sin embargo, aunque en la actualidad es un hecho evidente el efecto de la actividad humana sobre el planeta –el calentamiento global y la crisis climática son hechos sobre los que la comunidad científica ha llamado en repetidas ocasiones la atención sobre la urgencia de tomar medidas para reducir, entre otras cosas, las emisiones de carbono–, en el campo de la geología, aunque no desconocen la realidad que atraviesa el mundo, la decisión de determinar el inicio de un evento geológico se rige por un proceso diferente.
Los geólogos dividen la historia de la Tierra en unidades cronoestratigráficas, fases que se caracterizan cada una por un conjunto único de animales y organismos vivos, geoquímica y clima terrestres que tuvieron presencia en nuestro planeta durante un determinado periodo y que dejaron en las rocas evidencia de que ocurrieron de alguna manera.
Como detallan en una publicación en la Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales expertos en este campo, como Carlos Jaramillo, Andrés Cárdenas y Germán Bayona, el GSSP que marca el inicio de uno de estos periodos que sea aceptado por la ciencia debe contener muestras de un evento característico reconocible también en otras rocas del mundo.
“Cuando un geólogo dice: ‘Esta roca se acumuló durante el Oligoceno temprano’, significa que se correlaciona con la unidad de roca correspondiente en Massignano (Italia) y que ambas se acumularon simultáneamente”, detallan los geólogos. Pero definir el límite inferior y superior de una unidad de tiempo en el enorme calendario de la historia de la Tierra no es una decisión que se tome a la ligera.
Los geólogos crean comités que supervisan las decisiones sobre dónde colocar los Golden Spikes en un proceso meticuloso que suscita amplios debates en la comunidad científica mundial. Por ejemplo, el comité que decidió el límite entre el Paleoceno y el Eoceno tardó más de tres décadas en llegar a un acuerdo definitivo.
Este lago ubicado en Ontario, Canadá, será 'la zona cero' de la era Antropoceno. Foto:iStock
Dentro de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (IUGS, máxima institución sobre el asunto), la Comisión Internacional de Estratigrafía es el cuerpo científico más grande y antiguo. Su trabajo está enfocado precisamente en definir las unidades que son la base de la escala internacional del tiempo geológico, que en palabras simples resume la historia de la Tierra, el surgimiento de la vida, los cambios climáticos, las extinciones masivas, y los demás pormenores que se han suscitado con el planeta como gran escenario principal.
La ICS está dividida en 17 subcomisiones, en su mayoría enfocadas en un periodo en particular, mientras que dos de ellas (clasificación y escala de tiempo) se centran en el tiempo geológico como un todo. Dentro de algunas subcomisiones también existen grupos de trabajo separados sobre temas específicos, es el caso del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno (AWG), creada para estudiar y debatir el tema de si el tiempo de los humanos realmente es un término con validez dentro del campo geológico.
Para proponer la integración de una nueva era o época, la evidencia sobre la que se soporta esta postulación debe ser evaluada cuidadosa y rigurosamente primero por el grupo de trabajo en la que se propone, luego por las subcomisiones implicadas, por la ICS en pleno, antes de conseguir que sea ratificada por la IUGS. Un proceso que para el Antropoceno aún está en curso, pero que cobró especial atención con el anuncio hecho la semana pasada sobre la elección del Lago Crawford como su Golden Spike.
Según detallaron desde la Universidad de Carleton, una de las instituciones que participó en la propuesta del este lago como uno de los lugares para estudiar el Antropoceno, el proceso internacional para seleccionar un clavo dorado para esta unidad de tiempo se remonta a hace casi 15 años, cuando los del AWG empezaron a debatir si se trata realmente de una nueva época geológica y, en caso de que la respuesta sea afirmativa, cuándo habría comenzado.
En 2019 votaron a favor de recomendar como un posible límite los mediados del siglo XX, cuando el aumento de la población humana, la contaminación industrial y las emisiones de gases de efecto invernadero, así como los isótopos de plutonio procedentes de pruebas nucleares alteraron los sistemas del planeta.
En abril, la AGW redujo a tres la lista de lugares en los que se ha encontrado en el sedimento evidencia de estos hechos, posibles candidatos a clavo dorado. En el marco de ese proceso por encontrar a un elegido, fue que se dio el anuncio de la semana pasada de la selección del lago Crawford como el mejor ejemplo geológico del Antropoceno.
Los geólogos que han adelantado estudios en esta fuente de agua, situada en una zona protegida al oeste de Toronto, aseguran que han obtenido de su lecho un registro perfectamente conservado de los indicadores clave propuestos para marcar el inicio del Antropoceno: picos de isótopos de plutonio asociados a pruebas de armas nucleares, cenizas volantes producidas por la combustión a alta temperatura de combustibles fósiles y grandes cambios ecológicos.
¿Es esto suficiente para determinar una nueva unidad geológica, que suelen durar millones de años? A los hallazgos del Lago Crawford los acompañan los de otros 12 lugares secundarios. Pruebas que se presentarán ahora al ICS, que el año que viene decidirá si ratifica el Antropoceno. Pero para expertos como el geólogo e investigador del Servicio Geológico Colombiano (SGC), Jorge Gómez, la discusión todavía es larga.
“Lo más seguro es que pase la aprobación del subcomité del Cuaternario, pero en otros comités no hay tanta aceptación. Seguramente continuarán insistiendo”, detalla Gómez, quien ha tenido la oportunidad de interactuar con del ICS desde su rol como vicepresidente para Suramérica de la Comisión del Mapa Geológico del Mundo.
Las reacciones no han dado espera, en el marco del mismo congreso en el que se reveló la propuesta del Lago Crawford, del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno, como el profesor de la Universidad de Maryland, Erle C. Ellis, presentaron su renuncia como señal de rechazo al rumbo que está tomando el debate.
“El AWG se ha centrado en promover una definición tan única y restrictiva del Antropoceno, que ya no hay espacio para la disidencia o para contemplar una perspectiva más amplia dentro del grupo. Este estrechamiento de la perspectiva comenzó a surgir hace años, con la votación de 2016 que decidió que la definición del Antropoceno consideraría tan sólo las evidencias que respaldasen una fecha de inicio a mediados del siglo XX”, plantea el académico en su renuncia.
De llegar a un acuerdo finalmente sobre esta propuesta a nivel geológico, implicará cambios para la labor de los científicos dedicados a esta disciplina.
“Esto nos crea una nueva unidad cartográfica. En mi caso, que soy el encargado de hacer el mapa geológico de Colombia, nosotros registramos las rocas del Cuaternario, entre ellas las de Pleistoceno y las del Holoceno. Si llegara a pasar deberíamos distinguir también las del Antropoceno. Eso impacta directamente el trabajo de los servicios geológicos en el mundo”, detalla Gómez sobre los múltiples efectos que puede tener esta decisión en el plano de la ciencia.